A su salida hacia la calle Tarifa, una comitiva de promesas y mantillas seguía a la corte de nazarenos, que acompañaban a Jesús en su recorrido por las calles de la ciudad. Acto seguido, hizo su aparición en las puertas del Templo Nuestra Señora del Mayor Dolor, junto a San Juan Evangelista. La belleza de la imagen describe el dolor de la Madre, contenida en su emoción por el sufrimiento del hijo, y acompañada en su sobrecogimiento por el sentir de todo un pueblo.
En ambas imágenes, al igual que en el ambiente, se leía un mensaje adicional de reflexión, pena, dolor y emoción contenida, que convirtió la salida en procesión de estas dos imágenes en una de las más sentidas de los últimos años. Todavía demasiado reciente el fallecimiento del hermano mayor de La Palma, Pedro Antonio Quiñones, en trágico accidente, las miradas, los gestos y las sensaciones de los presentes invitaban a la seriedad y a al respeto.
Tanto la imagen del Cristo como la de la Virgen portaban en sus manos una palma con un crespón negro, símbolo del luto de todo el mundo cofrade por tan lamentable pérdida, y que extendió por toda la plaza Juan de Lima un halo de silencio, respeto y dolor, que incluso parecía leerse en los propios rostros de las imágenes sacras.
Tras largos minutos en los que la Virgen se mostró en la puerta de su Templo ante su pueblo, el Paso de Palio comenzó también su recorrido por las calles de la ciudad, animada por los compases de la banda de música Nuestra Señora del Sol, de Sevilla, que incrementó aún más el tono sentimental que inundaba el ambiente.
Los dos pasos continuaron su trayectoria por el centro bajo de la ciudad, a través de diferentes puntos en los que el fervor y el seguimiento de los vecinos hacia sus cotitulares es siempre especialmente sentido en Algeciras, y donde las voces más autorizadas de la saeta algecireña se hacen sonar año tras año. A la hora del cierre de esta edición, los dos pasos continuaban su recorrido hasta la recogida en su Templo.