Jerez

'The equalizer', el vengador con moraleja

Es la más insostenible de las tres películas desde el punto de vista argumental, pero mantiene intacta su valía como solvente película de entretenimiento

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Denzel Washington lleva una década alternando grandes producciones de acción con títulos de un relevante compromiso artístico. Así, Fences, Roman J. Israel, Esq, y La tragedia de Macbeth, se intercalan entre Los siete magníficos, Pequeños detalles y las tres entregas de The equalizer, adaptación de una serie de televisión de los años 80 de la que acaba de estrenarse su tercera parte.

Todas tienen algo en común: Washington siempre lo hace bien, hace que merezca la pena pagar el precio de la entrada, ya sea un drama, un western o un thriller; ya haga de miserable, déspota, alcohólico o vengador. Después, las películas serán mejores o peores, pero su presencia es toda una garantía, que es lo que ocurre con The equalizer 3: es sin duda la peor de las tres, la que tiene un argumento más insostenible -Denzel enfrentado a la Camorra italiana en plena Sicilia y dándole caña al mono-, la que cuida menos los detalles, por mucho que intente preservar la moraleja que transita por cada una de sus entregas, pero, por encima de todo eso, mantiene intacta su valía como solvente película de entretenimiento a base de disparos, peleas, suspense y la entereza de Washington dándole toda la profundidad posible a su comprometido personaje.

En favor de la saga, en la que también ejerce como productor, hay que tener en cuenta que Washington ha apostado siempre por la misma columna vertebral: el director Antoine Fuqua -junto al que ha trabajado en numerosas ocasiones desde Trainning day-, el guionista Richard Wenk y él como protagonista, lo que ha dado cierta consistencia al producto, un sello propio validado en los tres casos en la taquilla, y que le ha permitido diferenciarse y distinguirse de otros títulos que beben del mismo subgénero, caso de la ya larga lista de películas de vengadores lideradas por Liam Neeson.

En esta ocasión, su personaje, Robert McCall, se encuentra en Italia, donde ha destapado una trama dedicada al tráfico de drogas internacional tras cuya pista pone a la CIA -ojo al reencuentro con Dakota Fanning, la niña a la que protegía en El fuego de la venganza ya se ha hecho mujer- antes de recalar en un pueblo al que terminará defendiendo de los intereses de un sanguinario capo. Sabes lo que va a pasar, incluso cómo va a acabar, pero no se olvida de hacerlo de forma entretenida.

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