Paciente Cansado Cabreado

El pasado fin de semana, Paciente Cansado era uno de los 650.000 pasajeros que habían decidido disfrutar del Puente de la Constitución, o que tenían que desplazarse por razones de enfermedad o necesidad mayor. Se encontró con que unos 2.000 profesionales que desde las torres de control de nuestros aeropuertos regulan el tráfico aéreo habían decidido abandonar su puesto de trabajo, no producto de un ataque repentino sino planificado.
La primera pregunta de nuestro buen amigo, era lógica y llena de razones, ¿qué nos habría ocurrido a cualquier españolito de a pie, si nos damos el piro y no vamos al curro, así por las buenas, e intentamos boicotear a la empresa en la que trabajamos? La respuesta es clara, sencilla y contundente. Nos hubieran puesto de patitas en la calle.
Nuestro protagonista tenía su billete para cruzar el charco y viajar a Nueva York. Tras tres días, viernes, sábado y domingo durmiendo en el aeropuerto, decidió finalmente volver a su casa en Madrid, y renunciar a esa escapada que con tanta ilusión había planificado durante meses.
En 72 horas vio y oyó de todo, desde que ¡echen a todos los controladores! hasta ¿por qué el Gobierno no evitó esto? o ver las miserias del PP intentando sacar rentabilidad ante una situación de crisis nacional, olvidándose de los grandes privilegios que el señor Álvarez Cascos les dio a este colectivo.
Resultaba indignante, cuando este Ejecutivo había sido el primero que, tras muchos años, estaba intentando colocar en su sitio a quienes durante mucho tiempo estaban marcando las reglas del juego y provocando un grave conflicto, sólo pensando en su cartera, cada vez que les venía en gana y cuando sabían que podían provocar mayor caos.
El Gobierno de Zapatero acudió ante la irracionalidad y el chantaje, a la legalidad y la firmeza, y amparándose en el artículo 116 de la Constitución declaró por Decreto el estado de alarma, al no quedarle otra solución y por un plazo de quince días, que en caso de prórroga habrá de autorizar el Congreso de los Diputados.
Ante esta situación, Paciente Cansado había cosas que, por muchas vueltas que le daba a la azotea, no lograba entender. ¿Cómo era posible que este colectivo de aproximadamente dos mil profesionales habían estado tantos años dictando su santa voluntad, sin que nadie les parara los pies?
Como tuvo tiempo por delante, también le sobraron horas para preguntarse si los controladores cada vez que quisieran podían paralizar un país, poner en cuestión al Estado, jugar con el ocio, el tiempo libre o las necesidades personales y familiares de miles de personas.
Tras este gran perjuicio, que en grandes cifras había supuesto la suspensión de 4.300 vuelos, más de medio millón de personas afectadas, una estimación provisional de alrededor de 1.000 millones de euros en pérdidas, un daño gravísimo para nuestra industria turística e imposible de cuantificar para nuestra imagen externa como marca, se preguntaba una y otra vez si cabía lo de aquí no ha pasado nada y pelillos a la mar.
Desde la serenidad y la distancia que le daban el que hubiera transcurrido una semana, la respuesta era NO, sobre todos los que en menor o mayor medida habían tenido que ver con esta catástrofe, debía caer el peso de la ley, y no le valían presiones ni ansiedades colectivas, solo era admisible que el que la hubiera hecho la pagara.
Además, y tal como dijo en el Congreso de los Diputados, donde reside la voluntad popular, el pasado jueves el presidente Zapatero, que se depurarán responsabilidades, que esto no puede volver a ocurrir, ni lo debemos permitir ni pagar los contribuyentes.
Si es así Paciente Cansado Cabreado, como tantos otros con su mismo nombre y apellidos, seguirá sintiéndose orgulloso de ser español.

*A todos los que demostraron tener una paciencia y una madurez sin limites, cuando estaban secuestrados en un Aeropuerto por la actitud de aquellos que decidieron paralizar el espacio aéreo*