Aquella noche había sido muy especial. Cuando el telón bajó y puso punto y final a la función, el público iba lleno de lo que había ocurrido en el escenario. En la dramaturgia política, algunos actores pueden hablar mucho, en una locuacidad imparable, pero no dicen nada, no transmiten ningún contenido, como un artista tras su actuación que no pegar pellizco.
Son gente que no han dejado nada en nuestras vidas, y no nos han hecho vivir con ellos ninguna historia y nos dejan como espectadores y sujetos pasivos de rutinas insoportables, no nos sorprenden con nada, ni tan siquiera quieren que seamos extras en las películas de nuestras vidas.
Entre secretos que amargan como la hiel y realidades que nos endulzan como el caramelo, no nos debemos dejar llevar ni del agua ni del fuego, ni del impulso de las vísceras, ni de la inacción de la holganza, porque al final de esta función que es nuestra existencia acabaremos enrocados en nuestras emociones y no dueños de nuestras razones..
Debemos aprender a vivir como protagonistas de nuestras actuaciones, aprovechando cada segundo, superando nuestros vacíos, y ser capaces de entender que más allá de lo que vemos hay otros casos y cosas, y no podemos caer prisioneros de nuestras filias y fobias.
Es bueno que en nuestro camino de éxitos y fracasos,despertemos el interés de los demás, y no debemos andar entre nieblas y oscuridades porque al final nos acabamos dando tropezones, y que es mejor y más seductor contar todo lo que podamos y no ocultarnos entre sombras, lo que debe ser conocido por todos.
Nos lastimamos y hacemos daño innecesariamente, porque en mas ocasiones de las necesarias, ocultando lo que es bueno airear, la gente quiere y tiene derecho a saber, aunque equivocadamente creamos que pueden no entenderlo, no solo lo comprenden sino que al final lo agradecen.
La ciudadanía, hay algo que no admite, que se le intente tomar el pelo y mucho menos engañarle. La función de la vida no puede ser un espectáculo a modo de montaje teatral, de aquellos que no creen en nada, que rebelarse y desobedecer la tiranía no es traicionar y que las presencias no pueden ser invisibles, las palabras que se pronuncian incomprensibles y las voces terribles.
Enterémonos, los que deciden son ciudadanas y ciudadanos, y nos debemos dar cuenta analizando las conductas y las realidades, que quienes no tienen origen es muy difícil que tengan destino , y que por mucho que distorsionen y manipulen las palabras en sus interpretaciones , no pueden mancillar las ideas.
Tampoco es bueno diluir la responsabilidad con aquello de ”cuando la culpa es de todos, la responsabilidad no es de nadie”. Dar la cara es un ejercicio sano no para ser un héroe, sino para ser alguien normal que asume el papel que le corresponde en cada momento.
Son muchas las ocasiones, demasiadas las circunstancias en las que no podemos permanecer detrás de la mata, esperando que se diga “se acabó, se termina la función” y no podamos tomar una decisión, una resolución en la que hemos de superar un conflicto, avanzar en la solución de los problemas, optar por aquello que nos parece mejor o más conveniente.
Esto supone no escudarnos en la comodidad como línea de aceptación en nuestra vida, no instalarnos en lo fácil, no conformarnos con el “así está bien” o “esto es imposible”. Debemos ser capaces de dominar la angustia y el miedo que produce decir “SE ACABÓ LA FUNCIÓN”.