En la principal ciudad del país, Abiyán, la situación es cada vez más preocupante. La mayoría de sus habitantes se han encerrado en sus casas y en muchos puntos de la ciudad las calles están desiertas y en poder de los saqueadores. Faltan alimentos y se producen frecuentes cortes de agua y electricidad, incluso en los hospitales.
En algunos lugares de Abiyán, una simple salida para conseguir un poco de agua supone un peligro de muerte. "No hay nada en las tiendas, no se puede salir", declaró un vecino de Abiyán. "La gente tiene hambre", añadió.
Los enfermeros y los médicos se ven obligados a pernoctar en sus puestos de trabajo y no pueden regresar a sus casas por motivos de seguridad. Apenas tienen medios para suministrar cuidados a sus pacientes, los medicamentos empiezan a escasear y apenas sale agua de los grifos.
La organización no gubernamental frances Acción contra el Hambre (ACH) ha hecho llegar esta semana dos camiones cargados con doce toneladas de ayuda humanitaria, sobre todo para las poblaciones desplazadas del oeste del país.
Abiyán, en cambio, sufre un verdadero bloqueo 'de facto', según el director general de ACH, François Danel. "Los problemas de acceso y el toque de queda dificultan mucho la circulación de personas y mercancías", declaró Danel desde Man, localidad situada a menos de cien kilómetros de Duékoué.