Última Columna

El individuo frente al Estado

En este día 1 de mayo de 2011  confluyen diversas circunstancias que permiten enmarcar lo que en el día de hoy se conmemora por todas las personas trabajadoras en el mundo entero y lo que ocurre en nuestro contexto.
Por un lado, se conocen ya los datos de la Encuesta de Población Activa del primer trimestre de 2011. Como hemos venido diciendo desde distintas organizaciones, asociaciones, colectivos y  estudiosos  del mundo económico y universitario, el paro aumenta de forma alarmante. Ya casi llegamos en España a los 5 millones de personas desempleadas, que supone más del 20% del total de la población trabajadora.

Los datos que supongo conocidos, porque los medios se han dedicado estos días a difundirlos y los políticos a comentarlos, no dejan lugar a dudas de que las crisis que padecemos se agudizan y no hay horizontes de esperanza. Al  dato escalofriante antes expuesto, por lo que supone de angustia para millones de familias españolas, se le unen otros dos que añaden mayor tragedia al primero.  El incremento de los precios al consumo, que se sitúan en cifras cercanas al 4%, es decir, la vida se hace más cara, y de otro la reducción de sueldos no sólo en sectores públicos sino en empresas que acuerdan congelaciones o reducciones salariales.
Un dato más para enmarcar el tema el incremento exorbitado de la gasolina que ha aumentado por encima del 20% en lo que va de año y que tiene visos de seguir incrementándose.

Un primero de mayo como este muestra a las claras la gran soledad de cada uno de nosotros, seres humanos con categoría de ciudadanos y ciudadanas, ante el Estado. Esa estructura todopoderosa, que inoperante en manos de políticos incapaces, se dirige sin control cual nave fantasma hacia el acantilado de la ruina.
La ciudadanía, pasajeros de tercera encerrados en las bodegas de este inmenso “paquidermo marino”, recibimos los mensajes de los capitanes poco tranquilizadores. El ministro de empleo nos comenta: “nunca llegaremos a los cinco millones de parados. ¡Esperemos!”.

Rubalcaba, erigido en presidente de facto del actual Gobierno nos dice: “los  4.910.000 parados es el techo del que comenzaremos a bajar un mes tras otro”.  Después de tantas veces afirmada la certeza de que no podemos ir a peor, que estamos al final del túnel, que ya se ven los brotes verdes…¿Es posible confiar por enésima vez en afirmaciones tan faltas de rigurosidad e inteligencia? Este primero de mayo es especial, como cada año, pero aún más este. Se requiere que trabajadores y trabajadoras comiencen a sentirse más juntos, menos solos ante un Estado que se desmorona a pasos agigantados, sumiéndonos en el mayor de los desconciertos.

En 1884, fecha muy cercana a los trágicos acontecimientos que tuvieron lugar en Chicago cinco años después, con el asesinato de trabajadores que participaron las manifestaciones por la jornada de ocho horas, se publicó el libro de Herbert Spencer, El individuo contra el Estado, en el que precisamente se proponía defender la libertad individual contra la intervención cada vez más abusiva y absoluta del Estado. En este primero de mayo hay que exigir la intervención del Estado a favor del pueblo para que se produzca el reparto del trabajo y la riqueza.

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