A partir del día 18 de noviembre se va a celebrar en Huelva la IV Semana de la Discapacidad Intelectual, un experimentado foro de análisis de este colectivo que organiza la Fundación TAU con el respaldo de la Concejalía de Servicios Sociales, Familia y Accesibilidad del Ayuntamiento que preside la alcaldesa de Huelva y que junto a las experiencias acumuladas por el presidente de la Fundación TAU, Rafael Pozo, y el concejal José Manuel Moreno, hay que sumar la más que acreditada experiencia en el tema de doña Pilar durante cuatro décadas en la etapa de Pedro Rodríguez. Sí, toda una manera cercana de conocer las realidades que viven las personas con discapacidad intelectual, todo un referente que va a ser aprovechado por la representación municipal para recalcar y reafirmar el compromiso del Ayuntamiento con las personas con discapacidad en general, y prueba de ello son estas jornadas que apoyan de forma fehaciente, y más “cuando s van a tratar temas tan importantes como son la accesibilidad, el respaldo de las empresas, el tema laboral y la mujer, que son apartados prioritarios para esta Concejalía”…
Sí, “estas jornadas son una oportunidad para compartir conocimientos, experiencias y perspectivas sobre la discapacidad, promoviendo la inclusión de igualdad en la sociedad, poniendo el foco en jóvenes que se han superado y que hoy realmente se encuentran en una plena inclusión”. La ocasión viene como anillo al dedo ante la crisis que vive precisamente un Centro Especial de Empleo fundado por la Asociación de Padres y Protectores de Personas con Discapacidad Intelectual inmerso en la actividad de las artes gráficas y funcionamiento desde hace casi 25 años en una de las sedes de Aspapronias, y ahora mismo en fase de entrar en un expediente de regulación de empleo que ha desatado incertidumbre y desazón… y el fin de una bonita etapa para inicialmente nueve jóvenes trabajadores y tres monitores, y que, para empezar, van a empezar “un mes de vacaciones”. ¡Ah! Y con la deuda de seis meses de haberes…
La verdad es que me gustaría que esa Semana de la Discapacidad Intelectual sea algo mas que un foro en términos concretos y generales, y, por solidaridad, la experiencia que acumulan en Huelva sus responsables sea lo suficientemente receptiva para analizar el caso de Aspapronias y su Centro Especial de Empleo, que durante ese cuarto de siglo ha estado prácticamente unido a esta asociación de padres y protectores, declarada de Utilidad Pública en 1980, pionera en este campo en Huelva y que hoy –leo- se enorgullece de, aparte, el cumplimiento de sus fines, haber creado medio centenar de puestos de trabajo para atender las necesidades de sus distintos centros, todos ellos consumados expertos surgidos el 23 de diciembre de 1965, de la mano de Joaquín Manzano Flores, un prestigioso especialista en Traumatología. Las dificultades se han sucedido y de ello pude ser testigo durante esos años de responsabilidad en la entusiasta labor que se ha venido desarrollando.
Sí, porque no se trata de nadar en la abundancia y presentar buenos resultados económicos; sí la exigencia de trabajar con entusiasmo para sacar adelante las nóminas y tener que acudir con frecuencia a la notaría para sacar adelante una nueva póliza de crédito y poder salvar el compromiso mensual de sueldos y demás elementos de gestión, ya que precisamente los organismos patrocinadores eran y sigue siendo (¿) el colmo de la impuntualidad. Las cosas así llega el momento en que, precisamente para “sanear” un poco tanta incertidumbre se pone en la piqueta el Centro Especial de Empleo –‘la imprenta’ -, bonito nombre y oficio cuya gestión enorgullece a quienes, sobre todo, leen libros y ojean folletos, carteles y toda la amplia gama de publicaciones en papel.
El primer aviso llega cuando por imperativos de ley, el Centro Especial de Empleo ‘Artes Gráficas Aspapronias’ tiene que reconvertirse en sociedad limitada o algo por el estilo, y de forma tajante se hace efectiva la ayuda que muchas veces se veía obligada a aportar Aspapronias como la madre protectora de ‘la imprenta’. La mortífera pandemia, que no podemos olvidar agravó la situación, y las nuevas tecnologías dieron la puntilla a la demanda de trabajo hacia ‘la imprenta de Aspapronias’, a punto de celebrar -¡cuánta ironías tiene la vida!- sus merecidas bodas de plata en 2025. Una calle, la calle Aspapronias, Medalla de la Ciudad de Huelva y otras muchas distinciones para premiar los logros a favor de esas personas que desde hace casi un cuarto de siglo vienen demostrando que también son capaces… El camino, no obstante, puede ser oportuno ante esa Semana de la Discapacidad Intelectual ante la que comparece Aspapronias y ante la que Huelva no puede regatearle las justas ayudas. Eso.