"Los jóvenes no tienen nada que heredar en estos momentos más que un desastre. Si no toman el poder, no tienen vida futura", aseguró este domingo Isabel Allende en una entevista con Efe que tuvo lugar poco antes de que comenzara la apretada agenda que le habían preparado con motivo del premio.
Concedido por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares (Madrid), este premio reconoce la trayectoria de la escritora chilena, a la que le hace "especial ilusión" haberlo recibido, porque ha sido "muy inesperado" y porque está vinculado a la figura de Miguel de Cervantes, bautizado en esta localidad el 9 de octubre de 1547.
Al mediodía la novelista chilena leyó un capítulo del Quijote, por la noche participaba en la gala de recepción de los premios y este lunes mantendrá un encuentro con sus lectores en un teatro de la ciudad, en el que hablará de la deuda que todos los escritores en lengua española tienen contraída con Cervantes.
"Es un premio muy conmovedor -comenta Allende- porque, en el fondo, reconoce el trabajo de toda una vida, y eso me hace mirar hacia atrás y ver cómo pasan los años, cómo se acumulan los libros y van aumentando los lectores, y veo que el próximo año cumpliré setenta".
"Ya viví la vida; me puedo morir en este mismo minuto y ya está todo hecho", asegura esta escritora, a la que el año pasado le conmovió, y mucho, el Premio Nacional de Literatura de Chile, "un país donde echan para abajo a cualquiera que tenga éxito en cualquier cosa menos en el fútbol. Y si eres mujer, para qué decir", afirma con su innegable simpatía.
Alcalá de Henares es la ciudad donde cada año se entrega el Premio Cervantes, y a Isabel Allende "por supuesto" que le gustaría ganarlo, aunque, "para ser honesta, hace muchos años" que no anda "detrás de premios".
"Lo que me gusta es la escritura, y para mí esto no es una carrera, no tiene metas. Pero me gustaría ganar el Cervantes porque es el más importante de la lengua española y porque creo que a Carmen Balcells, mi agente literaria, la haría muy feliz, más que a mí", señala Allende.
Y es que le debe mucho a Balcells. Fue ella la que le facilitó la publicación en 1982 de "La casa de los espíritus", después de que la escritora hubiera enviado la novela a varias editoriales, que ni siquiera le contestaron.
El novelista argentino Tomás Eloy Martínez le recomendó que se pusiera en contacto con Balcells, y ahí empezó la vertiginosa carrera literaria de Allende, que ha vendido más de 50 millones de ejemplares de sus libros y tiene su obra traducida a una treintena de idiomas.
Feminista convencida y "orgullosa" de serlo, la autora de "Hija de la fortuna" asegura que la capacidad de lucha no se pierde con el paso del tiempo. "Todo lo contrario, porque con los años uno va teniendo más recursos y tiene menos que perder. Ya no estás en el mercado sexual, ¡qué te importa pisar callos!", dice con humor.
Residente en California desde hace más de veinte años, Allende sigue con gran interés las protestas de los jóvenes "indignados" de numerosos países, entre ellos de España, Chile y Estados Unidos.
"Me parecen fantásticas esas protestas y espero que cundan como una oleada y que cambien el mundo", señala la escritora, quien desea que esos movimientos evolucionen "de una forma no violenta", aunque "quizá sea necesaria la violencia para acabar con la de la gente que tiene el poder y con la del orden establecido", añade.
"¿Cómo es posible que la gente de Wall Steet haya arruinado la economía del mundo y se vaya para su casa con jubilaciones billonarias?", se pregunta Allende.
En Chile, "la gente protesta por lo mismo que en otros países: por la diferencia abismante entre ricos y pobres y porque no hay trabajo", afirma la novelista, consciente de que al actual "gobierno conservador" de Sebastián Piñera "le toca pagar todas las deudas pendientes" que heredaron de ejecutivos anteriores en ámbitos como el de la salud y la educación.