Fabrice Muamba anudó el sábado con fuerza los cordones de sus botas en el vestuario del Bolton, mientras el entrenador impartía las últimas consignas del juego y un compañero pegaba taconazos en un rincón para poner los músculos a tono. Muamba escuchó de lejos el rumor del estadio, partido de la Copa inglesa entre el Bolton y el Totemhan, y pese a su experiencia, aunque sólo tiene 24 años, tal vez volviera a sentirse un privilegiado. Alguien transmite la orden de saltar al terreno de juego. Ahí va el Bolton. Muamba pisa la hierba mientras la grada grita y se llena de bufandas al aire, banderas y colores.


Eso emociona incluso a los futbolistas más veteranos. También a Muamba. Pero Muamba no sabe en ese momento que minutos después se le va parar el corazón.
Muamba tiene cuerpo de atleta. Es un tipo fibroso, de aspecto elástico, no demasiado alto, con un toque inteligente de balón que lo hace jugar de centrocampista. El partido camina ya hacia el minuto 41 y el marcador señala empate a uno. En un balón aéreo, Muamba da un salto que tiene algo de sobrenatural, demasiado elevado, como si el futbolista tuviese alas. Casi nadie en la grada o en el césped se percató de ello. Minuto 40: Muamba sigue con la vista la trayectoria del balón. Minuto 41: el corazón del futbolista se para.
Alguien escribió que estamos vivos de milagro, pero Muamba no puede recordar eso, si es que alguna vez lo leyó, ni nada, porque está sobre el çésped con los ojos en blanco, atendido por un grupo de sanitarios desencajados.
Hasta el minuto 41 Muamba tenía el cuerpo oxigenado y musculoso de los deportistas de élite que las marcas utilizan como reclamo publicitario. En la camiseta del Bolton se lee: ‘188 Bet’. Con esa camiseta llegó Muamba al hospital. En la cama de la UCI, el cuerpo de Muamba ha desaparecido entre una multitud de tubos. Sólo se escucha un pitido tibio procedente de alguna máquina. Huele a hospital, a UCI y a medicina, que es lo más parecido al olor de la muerte. Tal vez en el vestuario del Bolton, en los momentos previos al partido, Muamba se preguntó si en ese fin de semana Fernando Torres marcaría por fin algún gol con el Chelsea. Ahora tiene los ojos cerrados. Fuera, aguardan los familiares de Muamba. Mortalmente vivos.

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Pablo Comas
Coronado
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