Cádiz

La cumbre de un florista gaditano

Para algunos el acontecimiento político que se celebró hace unas semanas en Cádiz fue un martirio, en cambio, para otros supuso la oportunidad de su vida y el premio a un reconocimiento a toda una vida volcada en un oficio

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  • Uno de los motivos florales de la Cumbre -

La Cumbre  Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno no sólo dejó la estampa insólita de los cordones policiales por las calles de la ciudad, sino que también redundó en importantes beneficios para la hostelería, los hoteles y en pequeños aspectos de la organización que pasan desapercibidos para el público en general, y que sin embargo, permitieron levantar la economía de pequeñas tienda de barrio.

Cristóbal, propietario de Arte Floral Lilas, nunca imaginó que pudieran pensar en él para decorar los grandes momentos de la Cumbre. Pero así fue. A primeros de noviembre recibió la llamada de su vida, la de Mamen y Andrés de la empresa gaditana Que se note, quienes a su vez tuvieron el privilegio de organizar los detalles del gran acontecimiento político de la historia reciente gaditana.

Sin duda, para Cristóbal es el mayor reconocimiento que podía recibir a sus 25 años de dedicación. Y es que el prestigio que ha alcanzado a lo largo de los años ha sido a base de esfuerzo, exigencia, una asombrosa creatividad y su enorme maestría para hacer arte con flores.

Como no podía ser de otra manera, Cristóbal y su equipo aceptaron encantados el encargo y se pusieron a trabajar de inmediato para presentar propuestas. Bocetos que sufrieron cambios y más cambios hasta que se adaptaron por completo a los gustos de cada momento. Y decimos bien con “cada momento”, porque hasta el mismo viernes de la cumbre tuvieron que hacer modificaciones para que todo resultara tal y como exigía el acontecimiento.

De Arte Floral Lilas salieron más de 200 centros de flores para distrubirlos por los distintos acontecimientos que había que cubrir, como el almuerzo de los ministros que se celebró en el Baluarte de Los Mártires, la comida que la Reina Sofía compartió con las primeras damas en la Diputación, la cena de Gala que tuvo lugar en el Hotel Atlántico y el edificio de Aduanas donde se acotó la zona de prensa. Y todo esto sin para la actividad de la tienda, atendiendo los quehaceres diarios, las bodas, y todo cuanto iba surgiendo en paralelo. Fueron días frenéticos para las cuatro personas que componen su equipo. Como él mismo señala, fueron horas de “mucho estrés, porque era mucha la responsabilidad que teníamos entre manos, pero afortunadamente todo ha salido bien, la crítica ha sido buena, y los organizadores están muy satisfechos con el trabajo, que era lo que queríamos”.

Un reto

Para enfrentarse a un evento de estas dimensiones y salir airoso hacen falta años de experiencia para saber reaccionar a tiempo. A pesar de todo, Cristóbal reconoce que para él fue un reto “y sentimos quenos hemos superado”.
Antes de tener la oportunidad de su vida entre los dedos, su tienda ha participado en infinidad de congresos, en el Forum Europeo que se celebró en Cádiz en 2009 y en bodas grandes de jugadores de fútbol.

Ahora, una vez que todo ha pasado, Cristóbal quiere agradecer a los compañeros de Que se note la apuesta que hicieron por él desde el principio: “Para nosotros es un orgullo que gente de fuera haya disfrutado de nuestro trabajo, y también nos satisface que ese encargo se haya quedado en Cádiz”.

Este aconcimiento engrandece su prestigio, dispara su currículum, y deja a Lilas en la cumbre del Arte Floral, con la mejor carta de presentación que podían soñar.

Evidentemente, el beneficio  económico que ha dejado el trabajo también es importante. Aunque el balance del año no era malo, este establecimiento no vive de espaldas a la situación y ha notado la crisis, y de la subida del IVA. La Cumbre le ha servido para equilibrar la balanza. “Pero ya no es la cuestión económica es la sensación que nos queda al pensar que han pensado en nosotros y que han quedado satisfechos”, apunta Cristóbal mientras da los últimos toques a su escaparate navideño. La cuestión es no parar.

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