En los mentideros futbolísticos madrileños se comenta estos días que José Mourinho, asfixiado por la mala situación que vive en el Real Madrid, ha contactado con importantes equipos europeos con el objetivo de entrenarlos la próxima temporada. Pero en casi todos esos clubs ha hallado idéntica respuesta: “Es un honor hablar con usted, pero estamos a la espera de lo que nos responda Pep Guardiola” –le dicen-. Mourinho, con sus estrambóticas decisiones, se ha situado imaginariamente sobre las tablas de un escenario teatral como protagonista de una obra tragicómica. El dramaturgo Peter Shaffer estrenó a principios de los 80 ‘Amadeus’, una pieza que describía el tormento del músico Antonio Salieri, que representaba el talento, enfrentado a Mozart, el genio, el único que era capaz de construir una partitura sublime, excelsa e inalcanzable. Era la oposición entre el talento y el genio.
José Mourinho no asistió el lunes en Zurich a la gala de entrega del Balón de Oro. Estuvo viendo al Canillas, un modesto equipo de un barrio del Norte de Madrid en el que juega de portero su hijo. Y el presidente del Canillas regaló a Mourinho una bolsa de torreznos al final del partido.
Así pues, Mourinho llegó a su casa con una bolsa de torreznos bajo el brazo, mientras sus futbolistas, entre ellos Iker Casillas, desfilaban llenos de glamour y éxito por la brillante pasarela de Zurich luciendo bíceps bajo el esmoking y acompañados por chicas que parecían gotas de Chanel. Porque Mourinho ha apostado por el enfado y el enfrentamiento mientras la Liga española es una alegre burbuja de champán llena de botas de oro. Mourinho está atormentado como la madrastra de Blancanieves, y cuando mira al espejo ve reflejado a Casillas y si conecta la televisión sale Sara Carbonero.
Él se autodenomina el número Uno, pero los premios y el reconocimiento social son para otros. Nada más irónico que la vida. Mourinho tiene una carrera forjada en el talento y el trabajo, pero tal vez se haya dado cuenta de que no alcanza el nivel del genio, ese que ha traspasado la línea invisible que conecta con la obra maestra. El lunes, Mourinho, en su casa, tal vez no vio la ceremonia de entrega del Balón de Oro, ni conectó la televisión –por si acaso-, y se planteó si los torreznos no tendrían excesivo colesterol.
La escritura perpetua
Tormento Mourinho
En los mentideros futbolísticos madrileños se comenta estos días que José Mourinho, asfixiado por la mala situación que vive en el Real Madrid, ha contactado con importantes equipos europeos con el objetivo de entrenarlos la próxima temporada

- Luis Eduardo Siles
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