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España

Desmitificación de una leyenda

Cuando en Arcos se comenta algo acerca de las figuras de Jesús Niño que se veneran en esta población...

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Cuando en Arcos se comenta algo acerca de las figuras de Jesús Niño que se veneran en esta población, a todos sus ciudadanos se les interioriza en sus mentes aquel que es denominado bajo el nombre de Quitapesares, el cual acompaña a la Divina Pastora de la Parroquia de San Pedro. No es sólo su grácil y delicada belleza lo que les hace recordarle, pues más aún lo es por la leyenda que, pasando de una generación a otra, narraba que los feligreses de la colación petrista lo trasladaban a sus hogares cuando la mujer que estaba encinta iba a dar a luz, ya que existía la creencia de que con su presencia se aliviarían de manera milagrosa los dolores previos al parto.

Pero, en realidad, esta talla barroca no es más que la representación cristianizada de Thánatos, hermano gemelo de Hipnos, ambos hijos de la Noche. En el aspecto iconográfico, los dos niños se muestran reposando sobre una antorcha invertida, fiel reflejo de que la luz del día, la de la vida, se apaga. Si por una parte, Hipnos, el Sueño, se apoya sobre una tea con el llameante fuego acariciando la tierra y muestra un rostro con los ojos adormecidos, Thánatos, la Muerte o el Sueño Eterno, se encuentra en idéntica actitud pero plasmando su mano derecha sobre la cara para apartar de su tez las lágrimas que brotan sin cesar.

Llegando a este punto, podemos comprobar cómo su presencia no tenía relación alguna con los dolores físicos que sufría la mujer a la hora de traer un hijo a este mundo, sino con la propia muerte, con el sufrimiento que podía conllevar el agravante proceso de la expiración, del fallecimiento en el lecho conyugal, más por parte de la madre que por la del recién nacido, ya que este último, en el caso de morir, se dirigía de manera súbita hacia el Paraíso para formar parte del coro de ángeles. A Él irían dirigidas constantemente una serie de rezos u oraciones para que no tuviese lugar tan desagradable acontecimiento.

De hecho, tal Niño Jesús, o sea el Quitapesares, no podía ser bautizado bajo otro nombre, ya que el término “pesar” se entiende por aquel sentimiento o dolor interno que molesta y fatiga el ánimo, encontrándose una serie de vocablos relacionados con este tales como “pésame”, “pesadumbre”, etc.

Al ser considerado este Niño Jesús el de mayor devoción de toda la feligresía de San Pedro, requería buscarle en el templo un lugar de vital importancia, razón por la que se optó el colocarlo en compañía de la Divina Pastora, imagen mariana que fue nombrada patrona del clero de San Pedro durante la época en la que las razones de ser la Parroquia Mayor, más antigua, insigne y principal de la ciudad generaron la pugna eclesiástica entre los religiosos y vecinos de ambas colaciones. He aquí el hecho de que esta hermosa talla de la Divina Pastora carezca del típico Niño Jesús que siempre nuestra sobre su regazo, hecho por el que el Niño Jesús que le acompañase a sus pies debería figurar con la indumentaria propia de un pastorcillo.

De esta manera, se concluye este artículo en el que las razones simbólicas vencen a la leyenda y hace que la Historia ocupe ahora el lugar que le corresponde. A partir de estos momentos, la bella imagen del Quitapesares florecerá con un mayor auge y sentimiento emocional en la retenida memoria de los ciudadanos de Arcos de la Frontera.

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