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España

Diario de un jubilata

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Treinta cámaras de televisión, sesenta y ocho fotógrafos, micrófonos y enviados especiales a porrillo, policías protegiendo el recorrido por la calle para que a la megaestrella se le molestara sólo lo justo. El remolino de la gente andaba formado desde horas antes de las seis. Era el día. Ya lo habían anunciado todos los telediarios del mundo catódico y las páginas informativas de Internet. Por fin. Dos largos años esperando el momento y, a  punto de llegar, estaban preparando a la audiencia por aquello del “minuto de oro”, que luego éstas son las cosas que cuentan para eso que llaman share, es decir: audiencia que vender a los mercachifles.

Y estaban las televisiones privadas y todas las públicas que aseguran programar sólo las cosas de interés notorio. Y esto lo sería, que caramba. Los enviados especiales llevaban desde las cuatro dando conexiones en las que especulaban si estaría o no estaría esperando la célebre tonadillera, mientras que la plana mayor de los especialistas de la prensa rosa deshojaban la margarita del “tal vez” o “a lo mejor” haciendo mención a sus fuentes absolutamente fidedignas.

Cuánta gente cobrando una pasta gansa en lo que parecía el montaje de una boda real, por lo menos. Uno, que ha vivido de esto, no lo ve mal -ni tampoco bien- exclusivamente cree que este país, llamado España, tiene muchos y muy importantes problemas para entretenernos disparando con “la pólvora del rey”, pero ya se sabe: uno ya es mayor, jubilata y no hay quien le haga caso.

Con puntualidad germánica -que dicen que es la más puntual del mundo mundial-  y en medio de un revuelo impresionante nos enseñaron la salida de la cárcel de un ex alcalde reiteradamente condenado por delitos relacionados con llevárselo crudito que, aunque no es término jurídico, es más verdad que verdad. Presuntamente, por si acaso.

Dicen que le esperan tropecientos juicios más, pero a mí me parece que si no tiene que devolver la -presunta- pasta  gansa que -presuntamente- afanó, pues es posible que le salgan las cuentas. Se le vio comunicativo y feliz (no era para menos) y los avezados comunicadores del cuore lo achacaban a una táctica de acercamiento a los periodistas. Dios los cría y ¿Donde estás corazón? o La noria los junta. Y si no al tiempo.
A la mañana siguiente la prensa se hacían eco de la noticia con suficiente espacio como para que nos enteráramos sobradamente de que otro prenda andaba suelto. Yo, que leo los diarios de punta a cabo, encontré ese día un recuadrito muy pequeño, allá por la página cuarenta, que recogía esta noticia: “Vice-alcalde de Pekín, condenado a muerte”. Un mandamás municipal que era responsable de muchas obras para las Olimpiadas se había dejado querer y -también allí- había aceptado sobornos. ¡Qué barbaridad, pensé, mira que condenar a morir a tiros por tan poca cosa! Ése también saldrá por la televisión, porque en China acostumbran a  ofrecer en riguroso directo los fusilamientos. O sea.

 josefco_sanchez@yahoo.es

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