“La divulgación científica es una obligación, devolver todo lo que la sociedad me ha dado y por mucho que lo haga nunca pagaré todo lo que me ha proporcionado la vida”. No en vano José Manuel Revuelta Soba es también vicerrector de Relaciones Internacionales de la Universidad de Cantabria, Catedrático de Cirugía y jefe del Servicio de Cirugía Cardiovascular en el Hospital Universitario ‘Marqués de Valdecillas’ de Santander. La práctica y la enseñanza.
José Manuel Revuelta Soba parece una persona sencilla y cercana y es una persona sencilla y cercana. Asequible, y es asequible. Y detrás de ese hombre normal y corriente se encuentra uno de los principales cirujanos cardiovasculares de España y un investigador al que muchos deben parte del corazón que llevan porque salió de sus creaciones, de sus inventos. Vino a dar una conferencia sobre el corazón en la Real Academia de San Romualdo, de la que forma parte, y antes estuvo en esta casa, como tantas otras veces.
—El corazón.
—¡Qué órgano tan maravilloso, tan sorprendente, qué cueva por descubrir todavía porque hay tanto por descubrir en el corazón…! Yo llevo 45 años tocando corazones y cada día me he sorprendido. Si nuestras facetas faciales son tan diferentes, el corazón es igual, pero además es el comportamiento. Lo mismo que nuestros gestos dan muestras de alegría, de pena, de ira… el corazón, con sus gestos, está dando muestras también de lo que nos está ocurriendo. Existe una relación directa, tremendamente directa, entre el corazón y el cerebro. Hay partes del cerebro que activan rápidamente el corazón, que lo cambian de ritmo, de frecuencia, la contractilidad por el miedo, por el enamoramiento… Es un signo de que está conectado pero es también un órgano maltratado, que está día y noche trabajando, si vivimos 90 años está 90 años trabajando. No hay máquina en el mundo, ninguna, que sea tan eficiente y tan eficaz, un órgano que nos pida tan poco y que nos dé tanto. Y el maltrato es tremendo. Hay unos enemigos exteriores, cada vez más, pero también tiene amigos. Un órgano que se mueve cien mil veces cada día, que mueve 8.150 litros de sangre diariamente y que al cabo de un año puede mover tres mil y pico de toneladas de sangre, una cifra difícil de imaginar, tiene como primer maltratador a su propietario.
—Sin querer…
—Lo maltratamos de mil maneras. Quizá de pequeños lo tratamos mejor que nunca porque estamos corriendo, moviéndonos y eso le viene muy bien, pero en el momento en que empezamos a darle al niño comidas preparadas, esos paquetitos… Antes nuestras madres nos daban un bocadillo, chocolate… Ahora le dan un euro, dos euros… ¡Qué locura! Eso de las palmeras impregnadas en chocolate, es una bomba y yo lo he demostrado científicamente. Nosotros cogimos una población de los colegios de Cantabria y les medimos el colesterol y otro tipo de cosas y los niños parecían viejos por lo que les estaban dando de comer los padres. Les estaban dando venenito para su corazón. En la guerra del Vietnam lo vieron claramente porque desayunaban dos huevos, todavía se ven en los cines de Estados Unidos y ahora en los españoles a la gente con esos paquetes impresionantes de maíz metidos en grasas trans que son las peores del mundo y dándole veneno al corazón. Los enemigos surgen cada día de mil formas. Por ejemplo, a los niños pequeños los llevamos en la calle en los cochecitos, que es justo a la altura en que está el tubo de escape de los coches, un gas, el monóxido de carbono, que es muy pesado, que no sube. La madre está respirando relativamente bien y el niño se está fumando ese gas tóxico que es como si se estuviera fumando todos los días un paquete de cigarrillos y tiene seis meses de edad. Sobre todo esto hay que reflexionar. No hay que asustar pero hay que reflexionar. La manera que comemos, la manera que vivimos.
—Pero estamos en un mundo en el que existen esos coches, esos tipos de comidas. Es muy difícil de controlar un niño o de qué está hecho lo que comemos. Es como el riesgo que tenemos que asumir por el nivel de civilización que hemos conseguido.
—Se pueden cambiar los hábitos, las costumbres. Ahora por la calle Real no hay coches y los niños están a salvo, pero cuando yo era niños¡ y nos paseábamos desde la plaza Iglesia a la Alameda que era donde había tráfico constante, nos sentábamos en la Mallorquina y nos acercábamos a los tubos de escape. Pero esto es una parte mínima. Hay otros muchos enemigos modernos que están afectando extraordinariamente. El otro día salió el último informe anual de la Organización Mundial de la Salud. 1.400 millones de personas en el mundo son obesos y 800 millones se están muriendo de hambre. Hay el doble con sobrepeso, lo que quiere decir que antes la gente moría de hambre –ahora también- y ahora la gente muere de comer mucho. El sobrepeso y la obesidad es un nuevo enemigo, es un factor de riesgo tremendo. Y todo esto está planificado, no va surgiendo poco a poco. En un pueblecito cerca de Bostón llamado Framingham, hicieron en 1918 un estudio de la tuberculosis. Cogieron a una buena parte de la población y vieron qué factores influían en la tuberculosis. En 1948, treinta años más tarde, el servicio de salud pública de Estados Unidos decidió utilizar a esa población y analizar cuáles eran los enemigos del corazón. Cogieron a unas cinco mil personas e hicieron el estudio. En 1970 cogieron a los hijos de esta gente y ahora en 2002 han cogido a los nietos. Y ahí sale todo. Al principio, cuando lo cogieron en el año 48 dijeron que el tabaco no parece que influya y diez años más tarde vieron que los que fumaban se morían más del corazón, empezaron a estudiarlo y salió que el primer factor de riesgo era el tabaquismo. En el año 67 comenzaron a ver la incidencia del colesterol elevado, los lípidos, todo, todo, todo… Últimamente la obesidad del abdomen, no de las nalgas que daña muy poco. Sin embargo los adipositos, que son unas células que tienen como una mochila llena de grasa que tiene allí una computadora que te pone en contacto con el hipotálamo, con el cerebro, se mueven muy fácilmente, y la barriga te la puedes quitar. La de las nalgas es más difícil de quitar pero es menos dañina.
—¿Se engorda porque se come mucho o porque se come muy mal?
—Se dice que se tiene una tendencia a engordar, personas que no comen nada y están gordos. Hay parte de verdad ahí. Se han descubierto muchos factores de riesgo inherentes al factor genético. Hay familias que son propensas a la obesidad y otras personas que comen y comen y siempre están delgados. Pero al mismo tiempo no es sólo la cantidad sino lo que se come. Toda la glucosa del azúcar se metaboliza y se convierte en grasa. Y grasa adherible, que tiene como una especie de velcro que se pega rápidamente a las paredes de las arterias que a la larga la va a obstruir o se la va romper, se va a formar un coágulo y va a provocar un infarto.
—Es como si tuviéramos una tarjera de crédito, estamos comprando tranquilamente hasta que nos damos cuenta de que tenemos que pagar.
—Nunca me lo habían dicho pero me gusta la sinonimia. Tenemos una tarjeta de crédito que la gastamos a lo loco. Pero tampoco hay que asustarse. No soy médico al que le guste prohibir. Uno puede comer de todo, un buen chuletón, el pan, pero regulando un poquito, no abusar, echar de lado las comidas con muchos ingredientes preparados. Y consumir aceite de oliva virgen extra con acidez baja que es lo mejor que hay, pero después ponen aceite de oliva refinado, y eso no, eso es malo.
—¿Cuáles son los amigos del corazón
—La dieta mediterránea. Mucha verdura, mucha fruta, pescado, comidas bien elaboradas y naturales. Y de eso tenemos nosotros, te vas a la Plaza y ves que lo hay. No es malo, y parece que voy contra los criterios de la Organización Mundial de la Salud, una copita de vino porque es antioxidante y quita la inflamación de la pared arterial. En un programa de televisión norteamericano entrevistaron hace años a un cardiólogo francés y dijo que en Francia hay una tremenda incidencia de alimentación grasa, todo el mundo come patés, chuletas… Y sin embargo es de los países del mundo con menos incidencia de enfermad cardiovascular. Y esto es –dijo él- porque tomamos vino tinto en las comidas. Ese mismo año subió la venta de vino tinto francés en Estados Unidos un 44 por ciento y eso continúa todavía, el vino francés parece que es lo único y deberíamos aprovechar que tenemos un vino maravilloso en España que tiene el mismo efecto. Una copa de vino –aunque hay que tener cuidado porque el vino induce al alcoholismo-, una cerveza o un vaso de vino nuestro -se ha demostrado que no hay una gran diferencia con el vino tinto- puede contribuir a mejorar la función endotelial, el endotelio es el recubrimiento interior de las arterias. Un buen amigo es una buena dieta. Es caminar, hacer ejercicio, porque es la única manera de aumentar el colesterol bueno. El colesterol malo es la basura que nos metemos y el colesterol bueno es el basurero. Y hay que aumentar el número de basureros. Otro buen amigo es lo que hacemos aquí, contacto con amigos, con personas, actividad social, porque encerrarse en casa, sentarse en una butaca, escuchar problemas todo el día… son pensamientos negativos que afectan directamente al corazón produciéndote arritmias, aumentando el QRS, la conducción eléctrica intromiocárdica. Tenemos que ser muy cautos y buscar amigos alegres, gente que te dé energía, que no te cuenten tristezas. Pero si te las cuentan tampoco es malo, porque ellos te están utilizando como psiquiatra y luego tú los utilizas a ellos como psiquiatras. Tenemos la suerte de no gastar mucho en psiquiatras porque constantemente estamos echando las energías negativas y aprovechando las positivas. Los chistes, reirse… todo es bueno para el corazón.
—Todo lo bueno es bueno para el corazón.
—-¡Cómo no! Hay un estudio que se hizo sobre si la actividad sexual era bueno o era malo para el infarto. Se demostró que era bueno porque era bueno para el organismo y era bueno para el corazón. Nosotros estamos expuestos a problemas, a vaivenes, pero hay que relativizar, intentar que también entren en tu vida pensamientos positivos. Y el ejercicio físico. También hay cosas pequeñas que se han demostrado buenas. Por ejemplo, para la hipertensión arterial que es otro de los grandes enemigos. Yo siempre digo que es un asesino silencioso, te va matando poquito a poco y no te enteras. ¿Cuál es la manera de combatir la hipertensión? Aparte de la medicación, cuando hace falta, el problema es la sal. La sal llama al agua, siempre. El agua aumenta el volumen de sangre y el corazón tiene que trabajar más. No se trata de tomar la comida sosa, sino de no abusar. No tomar tanta azúcar. Pero cuando todo lo contrario ha deteriorado el corazón tenemos muchas formas de arreglarlo, muchísimas.
—El corazón hoy por hoy es insustituible durante mucho tiempo.
—Sí
—Pero se puede arreglar.
—Se puede arreglar y se arregla. Yo me he dedicado 45 años a eso. Se arregla por todos lados, la mayoría de las veces se arregla, se arregla muy bien y las posibilidades de que uno salga de la operación son elevadísimas. Nosotros tenemos suerte porque tenemos un equipo de cirugía cardiaca en Cádiz muy bueno, hay unos cardiólogos estupendos y lo digo no por quedar bien con ellos, sino porque están reconocidos a nivel de toda España. Pero se puede reparar todo, se pueden reparar las válvulas, se pueden sustituir las válvulas del corazón, se puede sustituir la aorta, que es la arteria más importante, se pueden cambiar zonas de infarto que están dañadas, las arterias coronarias se pueden sustituir o ponerle un puente coronario… Se pueden hacer mil operaciones. Y ya sabemos lo de los trasplantes, tienen resultados estupendos. En Valdecillas hemos sido el centro que más trasplantes ha hecho en España en proporción a la población y puedo decir que el porcentaje de supervivencia es muy elevado, que los pacientes se reincorporan a una actividad física prácticamente normal en dos o tres semanas y es una cosa increíble. Lo que quiero decir es que no hay que angustiarse.
—A ver si estamos transmitiendo a la gente que coma lo que quiera que no hay problema, que luego se arregla.
—Como me decía a mí un paciente. “Doctor Revuelta, yo puedo tomar todo lo que quiera si tomo estatinas”, las pastillas para el colesterol. No es así. Uno tiene que poner de su parte, pero una cosa sencillita, cambiar un poco el régimen de vida. Pero fumar, no. El enemigo público número uno es el tabaco. Y lo bueno es que si dejas de fumar hoy, vas a sentir hoy los efectos beneficiosos de dejar de fumar. El tabaco daña al corazón por espasmo. Si nos tomamos la temperatura de los dedos cuando comenzamos a fumar, baja la temperatura del dedo unos dos grados, está contrayendo las arterias. Si no tomas la nicotina ni los productos derivados, eso desaparece inmediatamente, el mismo día de dejar de fumar. Sin embargo no desaparecen los productos cancerígenos que tiene el tabaco que tardan más años en desaparecer. Hasta butano tiene el tabaco y todo eso le está afectando gravemente y hay que esperar años para decir que no está afectando al organismo.
—Cada vez se utilizan más materiales biocompatibles en las operaciones del corazón.
—Hay que agradecer mucho a la NASA los viajes espaciales porque muchos de los materiales que se utilizan en esos viajes los estamos utilizando nosotros. Esta cantidad de productos han sido probados en viajes espaciales. Poder controlar a distando el electrocardiograma, un marcapasos…Todo eso es fruto de los viajes espaciales. Yo estoy trabajando con ingenieros de telecomunicaciones y también de biomateriales intentando buscar nuevas alternativas, nuevos sustitutos de partes del corazón y sí, son compatibles y hay algunos materiales que duran más de cien años. Las válvulas del corazón están hechas de carbón pirolítico, que es con lo que se hacen los recipientes para el uranio en las centrales nucleares.
—-¿Y no puede ocurrir algo que ha ocurrido a lo largo de la historia, que un material que ahora mismo no se considera nocivo, dentro de diez años se demuestra que tiene unos efectos secundarios que se ven cuando ya han causado el daño? O es un riesgo que hay que correr.
—Es un riesgo que hay que correr pero de cualquier manera, si no son muy activos biológicamente es muy difícil que liberen sustancias en detrimento. A veces nos hemos equivocado al revés, como cuando se dijo que el aceite de oliva era malo, que era mejor el de soja. Fue una grave equivocación, se arrancaron muchos árboles en España y se aprovecharon los italianos. Pero efectivamente, como bien dice usted, puede haber materiales. Pero todo esto está muy probado. Antes de que se pruebe en el ser humano a lo mejor llevan diez o cinco años probándolos en animales de experimentación. Por ejemplo en cerdos, en ovejas… Un año de vida en un cerdo es como diez años en nosotros y los materiales que puedan perjudicar al hígado, al riñón, están siendo probados con la salvedad de que es un animal. De cualquier manera se es muy cauto en esto. Tanto en Europa como en Estados Unidos vigilan mucho todo lo que se puede implantar en el cuerpo. Tiene que ser probado científicamente.
—¿En qué nivel se encontraba España en investigación antes de los recortes.
—Buena observación esa de antes de. Nosotros en investigación, en el campo que yo toco, estamos muy bien. Dentro de la Unión Europea estamos en una franja media digna, no tanto como Suecia, Alemania o Francia, pero muy bien. En la técnica estamos como en cualquier otro sitio. Te pueden operar aquí como te pueden operar en Nueva York, en Houston… En la investigación tuvimos un realce muy bueno antes de la crisis apoyando a la gente joven, pero lamentablemente ahora hay una queja global, no sólo de los rectores de universidades, sino de los propios investigadores porque se están perdiendo unos recursos humanos insustituibles. Es una pena que se vayan a Estados Unidos, a Alemania, a Inglaterra gente que hemos formado durante muchos años porque allí se está investigando con un nivel muy bueno trabajando sobre el cáncer, sobre el sistema cardiovascular, sobre biomateriales. Se nos están yendo y no van a volver. Hay profesionales que sí vuelven, pero los investigadores es difícil que vuelvan porque se adhieren a un grupo potente y ese mismo grupo los está manteniendo, les paga cada vez más, como a los futbolistas. Es una característica que tienen los países más desarrollados en investigación.
—Y no sólo el dinero. También la oportunidad de investigar con los mejores medios.
—Efectivamente. Uno no se enriquece investigando o siendo médico. Pero la satisfacción que produce todo esto, la creatividad que es una de las cosas que más satisfacción produce, el crear algo, el inventar algo. Esto es una cosa que no tiene parangón.
—Usted tiene patentes.
—Tengo patentes y ahora tengo también una con Estados Unidos de una válvula de implante percutáneo, tengo otras patentes europeas y tengo también en Estados Unidos instrumental quirúrgico que obviamente llevan todos mi nombre. Y me encontré una gran facilidad porque lo bueno en Estados Unidos es que cuando tú les expones una cosa al momento vienen, te escuchan y de entrada, te creen. Y eso genera mucha creatividad.
—Al revés que aquí.
—Quizá nuestro carácter es muy diferente. Ellos son muy cándidos, siempre te creen. Y es rentable eso de creer a los demás. Aunque te den algún disgustillo.
—Usted ha hecho muchas operaciones. ¿Qué se siente cuando se tiene un corazón en las manos?
—Es una tremenda responsabilidad. Cuando uno tiene un corazón en la mano ha tenido un ratito antes a una madre que te ha dicho “este es mi único hijo, doctor, cuídelo”, “es mi mujer” o “es mi padre”. Es una responsabilidad tremenda. Y es el motor el que estás manejando. El corazón tiene la ley del todo o el nada, o sí o no, si aquello no va, no va. Yo he tenido que operar a amigos míos y tú sabes todas las circunstancias de ese paciente, has salido durante tiempo a cenar con él los viernes o has estado en su casa. Y lo tienes que operar. Es muy importante entender esto: tremenda responsabilidad; tienes que tener un conocimiento bueno y una capacidad técnica muy buena o te estarás metiendo en líos, pero lo más importante es que cuando tú entras allí tienes que dejar todos estos pensamientos al lado, si no, no lo haces bien. Es como un astronauta, no puedes andarte con tonterías cuando estás rodeado de aparatos. Tienes que estar en lo que estás y con todo el mundo igual. Con tu amigo y con el desconocido o con el que en la puerta te ha dicho “es mi hijo, tenga usted cuidado”. Tienes que tener esa frialdad. Y hay quien dice que los médicos tienen un filtro y tal. No, no. Yo me he pasado más de una noche sin dormir porque un paciente se haya complicado, porque las cosas no hayan ido bien, porque no somos de piedra. Ni mucho menos. Solamente una mirada de agradecimiento, que te estrechan la mano antes de entrar en quirófano, ese estrecharte la mano lleva implícito una carga emocional.
—¿Le sigue dando corte pasar por la calle Doctor Revuelta Soba en San Fernando?
—Me sigue dando corte. Me da cosa porque como yo creo que no me la merezco… Mi primo el periodista, Pepe Oneto Revuelta me preguntó cómo dejaba que me pusieran una calle si eso se le da a los muertos. Pero yo estoy también muy agradecido, es una responsabilidad hacia mi tierra, que es mi tierra y la quiero todo, pero a veces me da como apuro pasar por allí, pero paso y paso con orgullo. Y es un honor, una cosa muy importante. La cosa más importante que me ha pasado a nivel profesional y en mi vida. Creo que ha sido una generosidad tremenda de La Isla, de los isleños y yo lo llevo como bandera. No presumo de ello pero me vienen los amigos, me dicen que han estado en San Fernando y que han visto una calle mía y la verdad es que es muy emocionante.
—¿Se echa de menos La Isla desde Santander, que no es mala tierra?
—Sí se echa de menos. El hecho es que vengo mucho, seguiré viniendo más y más, tengo aquí a mi familia… Pero es que San Fernando es casi una parte biológica mía, he pasado mucho tiempo jugando con mis amigos en la calle Velázquez, en Pérez Galdós donde yo nací y pasear por la calle Real son recuerdos. Estoy constantemente paseándome pero es para impregnarme de mi tierra.