La voluntad se le supone, como el valor y máxime cuando esa voluntad se aplica en solucionar un problema estructural en la sanidad pública de la Bahía de Cádiz. Y nadie a estas alturas va a dudar de la veracidad de las declaraciones del consejero de la Presidencia de la Junta de Andalucía, Manuel Jiménez Barrios, cuando avisa que llenar de contenido el Hospital San Carlos no es cosa de un mes ni de dos porque se trata de algo muy complicado pendiente de las disposiciones económicas que son pocas para todas las Administracionespúblicas.
Más a favor de esa paciencia solicitada se puede estar si se tiene en cuenta que hasta ahora se han visto incrementadas las prestaciones en el centro hospitalario todavía del Ministerio de Defensa y nadie pone en duda que cada vez es mayor la afluencia de pacientes a San Carlos, o lo que es lo mismo, la disminución de personas que hasta ahora tenían que ir a Cádiz a una simple consulta.
Pero independientemente de todo eso, a nadie se le escapa que la ciudadanía puede tener fundadas razones para estar con la mosca detrás de la oreja toda vez que conoce los tiempos que se gastan los políticos a la hora de solucionar los problemas. Y sobre todo, la falta de decoro que ni siquiera les permite disimular lo que es una verdad tan contrastada como dañina para la credibilidad en los que dirigen las Administraciones.
Las palabras de Jiménez Barrios pidiendo paciencia se pueden interpretar en su justo sentido, pero nadie puede impedir al ciudadano dejarse llevar por la duda razonable de que la paciencia no sea más que una forma de ganar tiempo hasta que pasen los procesos electorales. Y lo que es peor, que tras las elecciones se espere a otras elecciones para terminar el proceso. O a las siguientes.