El Jueves

¿Estamos en campaña?

Parece que el pistoletazo de salida comienza levemente a producirse en los enfrentamientos que se han empezado a dar en el parlamento, entre el presidente Rajoy y el líder de la oposición Sánchez...

Parece que el pistoletazo de salida comienza levemente a producirse en los enfrentamientos que se han empezado a dar en el parlamento, entre el presidente Rajoy y el líder de la oposición Sánchez. A poco que ambos intervengan sobre el mismo asunto o alguno parecido, surge la chispa a modo de debate electoral, por mucho -o poco- que falte para que los españoles volvamos a ir a las urnas.

Lo cierto es que desde las elecciones catalanas del pasado fin de semana, el panorama político español está configurándose de otra forma distinta. Por un lado el bipartidismo parece que ha muerto definitivamente para dar paso a otras opciones que, si bien ya no eran minoritarias, ahora su presencia puede consolidarse aún más; o por el contrario otras pierden fuelle y esa fuerza que parece que tenían comienza a desvanecerse.

La irrupción potentísima de la formación de Albert Rivera, Ciudadanos, en el parlamento catalán es todo un hecho, algo más que un solo símbolo. Una realidad. Creo no errar si digo que se están alimentando de los votos de un Partido Popular venido a menos en aquella peculiar comunidad autónoma. Su discurso parece haber calado mucho y bien en la sociedad catalana. El color naranja ha teñido un buen número de escaños catalanes, que lo han aupado hasta convertirlo en segunda fuerza.

Contra esos resultado, la coalición que representa los intereses de Pablo Iglesias y sus “Podemos” se desinfla, pierde fuste y se queda muy atrás. Era todo previsible, por otro lado. Toda esa fuerza que le dieron los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo e incluso el parlamento andaluz ha venido a diluirse en Cataluña.

En cuanto al panorama propiamente catalán, los resultados de Unió me hacen acordarme, tristemente, de ahora extinto ya Partido Andalucista. Durán Lleida y los suyos lo tienen bastante feo: una vez que se entra en esa cuesta abajo, el resultado no pude ser otro que batacazo asegurado por muchos años. El elector olvida con facilidad. La vuelta de esta agrupación al panorama catalán se me antoja difícil.

El bipartidismo no tiene sentido en Cataluña y muy probablemente en España acusará estos resultados y efectos, como daño más que colateral. Mucho deben espabilarse los grandes líderes de PP y PSOE para que sus formaciones no acusen este cambio de “gustos” en la elección de las papeletas el día de ir a votar.

Así estamos y este puede ser el escenario. A partir de ahora casi todo será ya precampaña. Colores y eslóganes y sobre todo abrazos y besos al respetable. Y sobre todo, promesas. Promesas y más promesas.

Lo de siempre.

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