“Sí, se ve estabilización financiera y crecimiento en algunos países. Pero déjenme decirlo alto y claro: son sólo señales”, afirmó Ban en la apertura de la cumbre que desde ayer y hasta el viernes la Asamblea General de la ONU dedica a buscar soluciones a la crisis económica global y a mitigar su impacto entre los más pobres.
Poco antes, el presidente de la Asamblea, el nicaragüense Miguel D’Escoto, abrió los debates con un crítico llamamiento a los 192 países miembros para propiciar un cambio en la arquitectura financiera internacional.
“No es humano y no es responsable construir un Arca de Noé que solamente salve al sistema económico imperante y deje al resto a su suerte”, dijo D'Escoto, quien animó a las delegaciones a “tomar decisiones que atiendan las necesidades de todos”, en lugar de las orientadas exclusivamente a la salud del sistema financiero.
En su intervención, Ban subrayó que “para la mayoría de países, no hay 'brotes verdes' de recuperación. Sólo hay campos en barbecho. El impacto real de la crisis puede prolongarse durante años”.
Asimismo, manifestó que como resultado de la crisis económica global millones de familias han caído en la pobreza y sólo durante 2009 podrían perderse 50 millones de puestos de trabajo.
“Casi 1.000 millones de personas se van a dormir cada día con hambre y muchos niños mueren por enfermedades que se pueden prevenir”, dijo Ban, quien señaló que para afrontar ese aspecto de la crisis “se necesita solidaridad internacional. Se necesita a Naciones Unidas”.
Ban resaltó la importancia de las decisiones adoptadas en foros de menor tamaño que la Asamblea, como el G-8, de los países más ricos, o el G-20, de los desarrollados y en desarrollo, para combatir la crisis, pero también pidió “aclarar prioridades” de cara a sus próximos encuentros.
“La crisis económica global muestra que se necesita un renovado multilateralismo. Sabemos que sin la regulación adecuada, la ruptura de una parte del sistema tiene profundas repercusiones en las otras”, agregó Ban.