La Celac concluyó hoy en República Dominicana su V cumbre con una tímida declaración en contra de las nuevas políticas de EE.UU., a pesar de que la mayoría de los presidentes asistentes fueron del eje bolivariano, y con una defensa del diálogo en Venezuela y del fin del bloqueo a Cuba.
En el día en el que el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, anunció la "construcción inmediata" del muro en la frontera de su país con México, la Celac se limitó a condenar la "criminalización de la migración irregular" y evitó cualquier pronunciamiento contra el muro.
En la llamada Declaración Política de Punta Cana, adoptada al final de la cumbre y que lleva anexos 70 puntos entre declaraciones especiales y planes de acción, los 33 países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) rechazaron "el racismo y la xenofobia" y pidieron simplemente reconocer las "contribuciones de los migrantes en los países de origen y destino".
Ni siquiera la representante de México en la cumbre, la vicecanciller para América Latina y el Caribe, Socorro Flores, se refirió al muro en su discurso en la sesión plenaria de la cumbre.
Se trataba de la primera cumbre de la Celac después de la llegada a la Casa Blanca del magnate inmobiliario y representaba una ocasión de oro para que la región construyese una postura homogénea contra la retórica antiinmigración del nuevo mandatario estadounidense.
Sin embargo, ha sido la cumbre que ha reunido al menor número de presidentes desde que se creó este foro regional en 2011.
Los presidentes de México, Panamá y Colombia cancelaron su participación el martes a última hora, alegando motivos de agenda, y las expectativas sobre este foro se empezaron a desinflar.
Sí participaron en cambio los mandatarios del eje bolivariano (Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua) y los de República Dominicana, El Salvador, Dominica, Haití, Guyana y Jamaica, pero pronunciaron unos discursos manidos, largos y poco contundentes para lo que requiere la coyuntura política mundial.
El tema que sin embargo ocupó los primeros puntos de la declaración final de la cumbre fue el diálogo entre el Gobierno de Venezuela y la oposición, que en diciembre entró en una "fase de revisión" porque ambas partes se acusaron de incumplir los acuerdos.
La Celac, en el documento final de la cumbre, apoyó "el proceso de diálogo nacional" en Venezuela y alentó a las partes "a retomar las conversaciones de buena fe y con alto compromiso constructivo y con pleno apego al Estado de derecho, a los derechos humanos y la institucionalidad democrática".
Los mandatarios también consensuaron exigir la derogación del "Decreto Ejecutivo de los Estados Unidos de América aprobado originalmente el 9 de marzo de 2015", que dicta sanciones económicas contra funcionarios venezolanos, el fin del bloqueo de EEUU a Cuba y la devolución de Guantánamo.
La entrega al Estado cubano de esta base militar estadounidense instalada en la isla de Cuba es, según la declaración, "un elemento relevante del proceso de normalización de relaciones entre ambos países" iniciado en 2014 y acogido "con beneplácito" hoy en la cita presidencial de Punta Cana.
El texto final de la cumbre recoge además una serie de compromisos de los jefes de Estado que ya habían sido adoptados en otras cumbres y que no han supuesto ninguna novedad.
Entre ellos, el fortalecimiento de la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y el cambio climático, la mejora de la cooperación judicial, la erradicación del hambre y el impulso de políticas a favor de la igualdad de género y de la juventud.
Como acto final y tras el discurso de los representantes latinoamericanos, la República Dominicana traspasó a El Salvador la presidencia temporal del organismo.
El mandatario salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, recordó al recibir la presidencia que "una comunidad implica unidad y hermandad respetando la diversidad", una frase muy significativa dada la escasa asistencia de gobernantes y el marcado cariz bolivariano de la mayoría de los que sí estaban presentes.