Sevilla

De bético a bético…

Nosotros dedicamos a Francisco José López González de los Ríos el prólogo de su nuevo libro. Se titula de “Bético a bético” y dice así...

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  • Francisco José López -

Francisco José López González de los Ríos ha aportado a la bibliografía sevillana varias obras que describen las circunstancias básica del Barrio A del Polígono de San Pablo, como son el callejero y las zonas ajardinadas, más las vistas arquitectónicas del barrio en numerosas fotografías. Ahora acaba de publicar otra obra básica: “Paseando por la ciudad del Betis, hacia Heliópolis, ciudad de sol…” Es un libro gráfico donde se encuentra la intrahistoria del Real Betis Balompié. 

Nosotros dedicamos a Francisco José López González de los Ríos el prólogo de su nuevo libro. Se titula de “Bético a bético” y dice así:

“Pocas veces tiene uno la oportunidad de escribir con la convicción de que el destinatario de nuestro escrito sabrá entendernos y valorarnos adecuadamente. Y esto es lo que nos sucede a nosotros en esta ocasión que considero excepcional, pues nos dirigimos a un bético, es decir, a una persona excepcional: Francisco José López González de los Ríos.

Porque ser bético no es cosa común, sino cosa excepcional, algo único. Nosotros somos bético por convicción, teniendo como modelo a la persona que lo fue todo en mi vida: mi tío Pepe (José Gavira Reyes, Carmona, 1895-Sevilla, 1955).

Resulta que cuando mi padre nos abandonó a mi madre y a mí, recién nacido, en Valencia, en 1933, mis tíos Carmen y José, que no tenían hijos, se hicieron cargo de nosotros, mi madre y yo, en 1934. Y nos trajeron a Sevilla, a la Macarena, a la calle Santa Rufina, número 9.

Y desde entonces hasta su muerte en 1955, mi tío Pepe lo fue todo para mí, empezando por ser un súper padre, un modelo de vida ejemplar. Un hombre bueno. Y mi tío era bético.

Por ello, nosotros vivimos desde la infancia la filosofía de vida de un bético, que fue una persona ejemplar como cristiano. Siempre viví pendiente de los comportamientos de mi tío con los demás, como familiar, como empresario, como amigo… Lo que él hacía y decía, eran lecciones viva para mí.

Su vida fue mi ejemplo de vida, sus pensamientos los míos, lo que él decía y hacía era mi norma de vida, mi camino a seguir…

Y como bético fue mi ideal. Jamás le escuché una palabra contra nadie, aunque fuese sevillista. Al contrario, muchos sevillistas fueron sus amigos admirados.

Él tuvo un bar, un kiosco, en la Alameda de Hércules desde 1927 hasta final de los años 40 del pasado siglo XX. Ese kiosco se llamaba “Plus Ultra”, en honor del vuelo histórico desde Palos a Buenos Aires, y de los aviadores que realizaron la proeza. Aquel kiosco estaba pintado de pintura color verde y con los adornos en blanco. Los colores béticos.

En el “Plus Ultra” paraban casi todos los jugadores del Betis, los técnicos, los directivos, y mis tíos Carmen y José, junto con mi madre, solían viajar con el equipo a sus desplazamientos más señalados. Tengo fotografías donde se les ve en primera línea de bancos de pista, junto a jugadores amigos, como Paquirri, Peral, Unamuno…

De manera que desde mi infancia respiré como bético y siempre me sentí seguidor y admirador del Real Betis Balompié.

Cuando comencé mi vida profesional empecé escribiendo de fútbol. Y desde 1950 hasta mediado los años 60 del pasado siglo, sentí una satisfacción especial cuando podía escribir del Betis. Durante varios años hice entrevistas en los vestuarios y conocí a jugadores como Portu, Peñafuerte… Arza, Araujo…

De pronto, cuando me correspondía ser crítico deportivo del diario ABC, su director, Joaquín Carlos López Lozano, sevillista, me llamó y me dijo: “Mientras yo mande en ABC, ningún bético será el crítico deportivo…”

Y luego añadió: “Aquí tienes los billetes para irte a Bruselas, y allí te pones a las órdenes del embajador, Ullastres, y te preparas para hacer las primeras páginas de economía de ABC de Sevilla”. Y así fue…

Yo me hundí. Todos los sueños de mi vida profesional se habían esfumado, por ser bético…
De esta manera cambió radicalmente mi vida, pues sin esta formación social y económica nunca podría haber sido director de ABC en 1976. Esa es la lección providencial que me dio la vida, y tomé buena nota. Por eso soy cristiano.

Así que ser bético modeló mi vida e influyó hasta el punto de cambiarla para mejor, sin yo saberlo.
Durante mi trabajo en el semanario “¡Oiga!” tuve oportunidad de escribir la primera historia del Real Betis Balompié, en 1954, cuando subió a Segunda División después de sufrir durante siete temporadas la Tercera División, donde hicimos crónicas de sus partidos junto a Santiago Montoto, que era corresponsal de “España” de Tánger. Aquella historia fue posible por los testimonios de béticos como Manuel Simó, José María de la Concha, Pascual Aparicio y otros, pues todos los documentos históricos del Betis se perdieron en la riada que inundó Heliópolis en 1948. Las fotografías las tuvimos por las colecciones que exhibían muchas tabernas de Sevilla y la provincia.

En este semanario tuvimos ocasión de entrevistar a béticos insignes, como Joaquín Romero Murube, Santiago Montoto de Sedas, Gil Gómez Bajuelo… Y de todos ellos aprendí muchísimo, pero sobre todo, aprendí la humildad bética, el estilo social bético; aprendí a perder partidos en los campos y gestiones en los despachos; aprendí a ganar con alegría…

Más recientemente, en 2005, el presidente del Sevilla F. C., José María del Nido, me llamó y me pidió que asumiera el cargo de comisario de la Exposición del Centenario del Club decano. Y nosotros le dijimos que éramos bético… Y el presidente me respondió: Precisamente por eso, porque te conozco desde joven y sé que eres un bético de verdad y que harás un trabajo magnífico para nuestro Sevilla.
Y así fue.

Así que ya sabes, querido Paco, tú prólogo ya está escrito. Tú obra no necesita elogios de nadie, porque lo que tu escribes sobre el Betis y tu barrio de San Pablo, está escrito con el corazón. Y de un corazón bético tan grande como el tuyo, solo pueden salir buenas obras.
Te abraza, de bético a bético, tu amigo”.

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