Curioso Empedernido

En misa y repicando

Aunque decir muchas veces una cosa no es la garantía de que se haga y menos bien, tampoco lo es andar de capa caída, cambiar de chaqueta o zurrar la badana

Hay quienes son agonías por principio y naturaleza, y quieren estar en todos lados, aparecer en todas las fotos, chupar todo tipo de cámaras y largar fiesta por cualquier alcachofa que se le ponga delante.

Son, en su ambición de estar en todas partes, cansinos e insaciables y unos medíopatas.

Muchas veces no sabemos muy bien a santo de qué emprendemos proyectos que después quedan en nada, o aventuras que solo son un intento, por más faroles que les echemos o algunos se empeñen en dar vela en el entierro a quien no es doliente.

Debemos mantener la dignidad por encima de todo y no consentir que nadie nos tome por el pito de un sereno, ni haga las cosas como le venga en gana sin respetar regla alguna, aunque suponga batirse el cobre en cada momento y pasar las de Caín.

Aunque decir muchas veces una cosa no es la garantía de que se haga y menos bien, tampoco lo es andar de capa caída, cambiar de chaqueta o zurrar la badana. Debemos ser valientes y aceptar nuestros propios sentimientos.

Una de las tareas que mejor podemos encomendarnos es encontrar nuevas maneras de explorar la realidad, ver que nuestros deseos se pueden ver realizados y que la vida nos devuelve con creces, todo lo que hagamos por los demás.

Debemos ser conscientes de nuestras limitaciones y no vamos a dejar de ser sinceros y respetuosos, aunque en ocasiones resultemos hirientes. Vamos descubriendo con los años que para conseguir nuestros sueños debemos tomar nuestras propias decisiones.

Estar en todos lados y en todo momento no nos puede exigir que demos el do de pecho, que no dejemos títeres con cabezas, lo pongamos todo en solfa, que como el mago de Hamelín hagamos sonar la flauta, templemos gaitas cuando el personal esté excitado o tengamos bemoles para hacer lo que procede en cada instante.

Nos sentimos felices de los pasos conseguidos, respirar hondo e intentar mejorar nuestra comunicación, saber movernos con determinación entre el optimismo y la confianza., darnos el gustazo y ver nuestros objetivos cumplidos.

Debemos confiar en nosotros mismos y en nuestra capacidad de recuperación, en no hacernos un lío y perder la cabeza cuando estamos envueltos en el manto del éxito., en que nada es insuperable y estamos dispuestos a vencer cualquier obstáculo y resolver cualquier problema.

Tenemos que estar dispuestos a dejar atrás los miedos y comprometernos, aunque nuestro camino esté repleto de renuncias y ser capaces de no sentirnos culpables por actuaciones equivocadas de otros, por lo que debemos estar muy atentos a las pruebas que cada minuto nos pone la vida.

Cuando estamos en misa y repicando, con mucha más razón hemos de poner límites a todo aquello que pretenda perturbarnos o deshacer aquellos aspectos de las situaciones sobre los que albergamos grandes dudas y terminamos viendo con absoluta claridad.

Hemos de alimentar nuestra fortaleza emocional, y no dejar de aprender que somos nuestros mejores amigos y sencillamente formidables. Solo tenemos que saber relajarnos para controlar los tiempos y saber ir al ritmo de los péndulos, y no bloquearnos por los recuerdos del pasado ni por las ansiedades del futuro, sino deleitarnos con el presente.
        

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