Obama ofreció hoy una rueda de prensa en horario de máxima audiencia para defender la necesidad de esta reforma, una de sus principales promesas de campaña y cuyo respaldo ha disminuido gradualmente entre el público y el Congreso, encargado de aprobarla.
Tras heredar la peor crisis económica en más de cincuenta años, “hemos conseguido evitar lo peor” pero “aún queda mucho por hacer” y dado el alto coste del sistema de salud, “la reforma sanitaria es central en este esfuerzo”, explicó el presidente, que en los últimos diez días ha comparecido en otras tantas ocasiones para defender en público la necesidad de la medida.
Según afirmó Obama, los cerca de 48 millones de estadounidenses que carecen de cobertura sanitaria “están esperando nuestro liderazgo, y no debemos defraudarles. Aprobaremos una reforma que rebaje los costes, aumente las opciones y aporte una cobertura fiable. Y lo haremos este año”.
El presidente estadounidense se ha fijado como plazo agosto para contar con un proyecto de ley de reforma aceptable. En la actualidad, tres comités en el Congreso manejan sendos borradores, cada uno con propuestas distintas, y su armonización parece aún lejana.
Obama defendió la imposición de un plazo al considerar que “de otro modo, las cosas se van quedando sin hacer”.
Uno de los principales argumentos empleados contra la medida es el coste, que algunos analistas han valorado en cerca de un billón de dólares y que los críticos de la reforma creen que puede repercutir muy negativamente en un déficit presupuestario que este mes ya ha superado a su vez el billón de dólares.
El presidente Barack Obama quiso atajar esos miedos al asegurar que “la reforma del sistema sanitario no engordará nuestro déficit en los próximos diez años, y lo digo en serio”.
Según explicó, “dos tercios del coste de la reforma se pueden costear redistribuyendo dinero que simplemente se desperdicia en programas de salud federales”.