Jerez

“La gente iba al cuartel a decirnos que no los abandonáramos”

Hablamos con uno de los guardia civiles de la provincia enviados de refuerzo a Cataluña

Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai

Muchos de los policías y guardias civiles que llegaron a Cataluña hace un mes han sido sustituidos en la última semana. El guardia civil con el que hablamos partió rumbo a dicha comunidad autónoma en el primer contingente  de 56 efectivos de la provincia desplazados el 27 de septiembre. En su caso iba de refuerzo a los puestos de los compañeros catalanes que custodian los cuarteles y de las unidades de patrulla fiscal.

Cuando llegó el escrito de Interior pidiendo voluntarios ni se lo pensó. Ya de vuelta, tiene claro que si tiene que volver “en una hora tengo hecha la maleta”

Ya está de vuelta, pero si le pidieran que regresara “en una hora tengo la maleta hecha”. Hace un mes, cuando se desplazó desde Cádiz con el resto de compañeros “íbamos muy motivados”, y tras su experiencia reconoce que no ha perdido ni un ápice de esas ganas, aunque haya pasado por momentos complicados.


“Lo que más me preocupaba es que se rompiera España, es que no se puede romper este país, y es lo que pensé cuando salimos para Barcelona, que teníamos que defender la historia de España, y que nosotros formábamos parte de esa historia”, señala.  Unos días antes, cuando le llegó un escrito interno en el que pedían voluntarios para ir a Cataluña con motivo del referéndum independentista del 1-O, ni se lo pensó. “Me apunté sin mirar nada más, ni siquiera si había dietas o no. Fue en el autobús cuando empecé a enterarme de lo que te pagaban por día, un dinero que venía bien, claro, pero casi nadie miró eso en un principio. Esto nos ha cogido a todos de sorpresa en un principio y vas a lo que vas”, relata este agente de la Benemérita que prefiere preservar su identidad. 


Una vez allí, la secuencia de los hechos que se iban a suceder no estaba nada clara.  “Era todo muy sorpresivo”, indica. Estaban a verlas venir, pero lo primero que hicieron tras llegar fue recibir una charla en una de las comandancias. “Allí un capitán nos puso al día de la situación de Cataluña: número de habitantes, lo que votaron en las elecciones, qué partidos eran independentistas...”.


Desde 2008 las competencias de la Guardia Civil en Cataluña quedaron relegadas al cuidado de acuartelamientos y a pequeñas unidades de patrulla fiscal, y por eso una parte de estos refuerzos enviados de todos los puntos de España iban a apoyar a estos funcionarios en estas funciones. “El Gobierno debía prever que ocurriera como en el País Vasco en su día, que se actuara contra los cuarteles”, aclara. 


Llegaron el miércoles por la noche, el jueves no trabajaron y el viernes comenzaron sus distintos turnos.  Esos días, como explica, “había buen ambiente, salimos a ver nuestra demarcación”. Todo se torció el domingo. “Se rompió todo” y, en su caso, se percató directamente de esta tensión cuando en la tarde noche de esa jornada del referéndum salió del cuartel para relevar a sus compañeros. “Nos insultaban desde los coches, hubo compañeros a los que se les  puso por delante un coche para intentar provocar un accidente, nos cerraban el paso”, detalla.

Pese a todo, los afectados ni siquiera optaron por tomar nota de la matrícula para evitar enfrentarse con la población. Su prudecia fue en vano. En un solo día “todo había cambiado. Se pasó de 0 a 10. En el País Vasco te odiaban a un nivel 6 -explica en alusión a su estancia en el norte de España- pero en Cataluña estalló todo en un día entre familias, amigos...nosotros al fin y al cabo vamos allí un tiempo y volvemos con nuestra familia, pero los compañeros lo están pasando mal por su familia y algunos las han mandado fuera”.


Hasta tal extremo ha llegado  la división interna que hay casos de esposas de guardias civiles a los que a raíz de los acontecimientos del 1-O “en las tiendas no les atendían cuando iban a comprar el pan”. Por suerte, su grupo no estuvo entre los funcionarios a los que se les expulsó de hoteles. También los mozos de escuadra cambiaron su actitud con ellos. “Antes del referéndum te hablaban y te saludaban y el lunes siguiente te hablaba uno o dos. Estaban divididos”.

Moverse con precaución
Eso sí, recibieron instrucciones para moverse con precaución y “no alardear ni sacar banderas de España”, pero este guardia civil, también empezó a ser testigo de como los catalanes empezaron a salir a la calle a defender la unidad de España. “La gente empezó a no tener miedo de acercarse al cuartel a apoyarnos. Nos decían que no no nos fuéramos, que nos quedáramos con ellos,  que no les abandonáramos. Allí no es como aquí,los chavales con 20 años están muy implicados con la situación en Cataluña, y nos llevaron flores rojas y amarillas y una bandeja de pasteles para decirnos que estaban con nosotros”.


Tampoco olvidará este agente el caso de una anciana de 81 años que también le visitó en el cuartel. “Nos contó que hace 30 años la expulsaron del País Vasco, y que ya no se iba a ir de Cataluña”.


Le consta que no están siendo unos días fáciles. Como todos ahora mismo, sigue con atención lo que ocurre en Cataluña,  y tiene contacto directo con algunos de los compañeros que siguen allí, a los que manda todo su apoyo. “Están con la mayor ilusión del mundo, aunque no estén en las mejores condiciones”, concluye.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN