Agentes de la Policía Nacional, en el marco de la operación 'Aguador' contra el tráfico de drogas a pequeña escala efectuado en Marbella (Málaga), han desmantelado en la barriada de Las Albarizas uno de los puntos de venta de drogas más activo de la localidad y han detenido a cuatro personas.
La investigación, que se ha llevado a cabo con la práctica de dos registros domiciliarios, se ha saldado con la intervención, entre otros efectos de 77 papelinas de heroína, 25 de cocaína, 305 gramos cogollos de marihuana, una balanza de precisión y una pistola simulada, entre otros.
Asimismo, se han tenido a cuatro personas por su presunta implicación en los hechos, tres de ellas pertenecientes a un clan familiar, una mujer de 54 años y sus dos hijos de 33, por su presunta implicación en los delitos de tráfico de drogas y pertenencia a grupo criminal. La cuarta persona es una mujer que, supuestamente, trabajaba para la organización como "aguadora".
Las investigaciones se iniciaron a raíz de varias informaciones que apuntaban a la existencia de unos puntos de venta de cocaína, heroína, marihuana y hachís en la barriada de Las Albarizas.
Allí, al parecer, acudían toxicómanos para hacerse con sus dosis de drogas, sustancias que intercambiaban por objetos que robaban y hurtaban en las inmediaciones, según ha informado la Policía Nacional a través de un comunicado.
Así, se estableció entonces un dispositivo de vigilancia con la finalidad de comprobar la veracidad de las informaciones, en el que los agentes pudieron constatar la existencia de un foco de venta de droga en dos de las viviendas.
INVESTIGACIÓN
En ese momento, las pesquisas se centraron en torno a los inmuebles. Los investigadores durante sus vigilancias realizaron, en las inmediaciones del lugar, varias actas de intervención de estupefacientes a compradores.
Avanzadas las pesquisas, los agentes descubrieron la existencia de un grupo organizado detrás de los hechos investigados y al frente de él, una mujer de nacionalidad española de 54 años.
También pudieron establecer que cada uno de los integrantes realizaba una función determinada; en el interior de las viviendas los hijos y hermanos de la principal investigada se encargaban de vender las papelinas y de vigilar desde las ventanas mientras que en la calle, los investigados se valían de terceros, normalmente toxicómanos que, a cambio de su dosis, realizaban funciones de vigilancia --aguadores-- y decepcionaban a los compradores para acompañarlos hasta el punto de suministro.
El clan investigado había tomado fuertes medidas de seguridad como puertas acorazadas para que, en caso de una intervención policial, tuvieran tiempo para deshacerse de la droga.