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Sevilla

‘Nos vemos allá arriba’: Soldados (des)conocidos

Una historia de los sucios negocios con la muerte, el duelo y la épica del ardor guerrero...

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Quien esto firma, es una rendida admiradora del escritor francés Pierre Lemaitre, cosecha del 51, del que conoce títulos tales como ‘Vestido de novia’, ‘Recursos inhumanos’ o la tetralogía negra del inspector Camille Verhoeven, ‘Iréne’, ‘Alex’, ‘Rosi & John y ‘Camille’, Todos excelentes y altamente recomendables…

Pero… le falta completar su bibliografía precisamente con ‘Nos vemos allá arriba’, que le procuró el Premio Goncourt en 2013, y en la que se basa esta película, en cuya escritura ha colaborado junto a su realizador el actor, guionista y cineasta Albert Dupontel -‘Irreversible’, ‘Nueve meses ¡De condena!’-cuyo nombre auténtico es Philippe Guillaume y cuya cosecha es la del 64.

Así que no tiene más referente, en este caso, que el cinematográfico. Aunque ya es sabido que cine y literatura poseen sus propios códigos. Así que se enfrentó sin filtros a esta producción francesa -de 114 minutos, maravillosamente fotografiada por Vincent Mathias y con una excelente banda sonora de Christophe Julien- que narra la historia de dos supervivientes de la I Guerra Mundial que montan una estafa sobre los recuerdos a sus compañeros caídos, que incluye catálogos y un proyecto de monumento.

Pero esta necesariamente esquemática sinopsis es un pálido reflejo de lo que se cuenta y de cómo se cuenta. Una puesta en escena elegante, suntuosa , bella -pero nunca gratuita- brillante, barroca, vibrante y vitalista con una cámara que lo mismo nos introduce en el frente, en las tripas de las trincheras, como en el París devastado de la posguerra, en casas misérrimas y en palacetes lujosos mediante picados y travelling.

Una historia hermosa, emocionante y sensible de la amistad inquebrantable entre dos seres muy distintos en todos los sentidos, pero que se quieren y respetan mutuamente. A los que después se une una niña singular y única que es la mejor cómplice, amiga y traductora. Una historia sobre los horrores bélicos y sus daños colaterales. Una historia de heridas físicas y morales. Una historia de un villano cínico y cruel tanto en la guerra como en la paz. Una historia de los sucios negocios con la muerte, el duelo y la épica del ardor guerrero.

Una historia de un artista incomprendido y lleno de talento y creatividad. Una historia de familias, la de sangre y la de los afectos. Una historia de orfandades. Una historia de estafadores y ladrones de alto standing, con políticos cómplices y comprados. Una historia de la picaresca de la supervivencia en años de plomo. Una historia que se cuenta, que comienza casi por el final.

Una historia que transcurre en dos años, entre 1918 y 1920, con el mes de noviembre como fecha clave. Una historia de reencuentros y de perdón. Una historia a la que da vida y verdad un reparto prodigioso en el que destacamos al carismático Nahuel Pérez Biscayart, al propio director, a Niels Arestrup y a la deliciosa Héloise Balster. Una historia más grande que la vida…

…que nadie debería perderse. Escrito queda.

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