Lo de León independiente empieza a irse de las manos. Este sábado, el PP se sumó a la iniciativa de Unión del Pueblo Leonés (UPL) para dividir la comunidad autónoma. Lo hizo en los plenos de los ayuntamientos de Cabrillanes, Crémenes y Matadeón de los Oteros. PSOE y Podemos ya se habían subido al carro el día antes, en la capital leonesa, votando un sí, sí, sí, sin complejos, rotundo, a la propuesta de que León, Zamora y Salamanca constituyan una nueva región. El alcalde de Valladolid, Óscar Puente, socialista, dijo que prefería morderse la lengua antes que valorar la idea, aunque apuntó que “en Ferraz no habían entendido ni palabra”. Que eso dice Puente. A saber. Casi mejor que Carmen Calvo no diga nada. Por si acaso. Hasta la hora en la que tecleo esto, no he visto a nadie del PP morderse la lengua para no valorar la idea ni apuntar a Génova ni confirmaba si tampoco habián entendido palabra. En cualquier caso, los populares no están libres de pecado al respecto y también han tirado de localismos en los últimos tiempos. Lo contaba ayer el periodista Juan Navarro en El País. El número 2 del PP en Valladolid, José Antonio de Santiago Juárez planteó en septiembre “que la ciudad del Pisuerga fuese la capital oficial de la región, que no tiene reconocida como tal una capitalidad, aunque Valladolid reúne la mayoría de las instituciones regionales”.
Aquí hemos estado sufriendo la bobada de Jerez Cappital un par de años (interminables), con un Antonio Saldaña, entonces número 2 del PP en la provincia de Cádiz, ahora portavoz del grupo popular en la Diputación Provincial de Cádiz, pisando callos innecesariamente. Vistos los resultados, no le dio ni un solo voto más en las elecciones de mayo: perdió la primera plaza con respecto a 2015, dos concejales y más de 6.400 votos.
Pero, ojo, no todos los movimientos localistas fracasan. O, si lo hacen, no por ello dejan de tener influencia. El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, puede dar buena cuenta de ello. Parapetado en un inquietante silencio, presiona a ERC para que apoye o facilite su investidura. A cualquier precio. Lo de León independiente no es algo pasajero ni puntual. Es producto del delirante y tenebroso curso que ha tomado el rumbo de España. El diputado del PSC, José Zaragoza, ha dicho que se siente más cómodo pactando con los republicanos catalanes que con los de Pablo Casado. Y ha aprovechado una entrevista en el diario Ara para presionar a la Abogacía del Estado para que libere a Oriol Junqueras. Lo mismo Óscar Puente se ha tenido que morder otra vez la lengua. Pero cunde la exasperante sensación de que esta deriva es imparable.
El director de ABC, Bieito Rubido, se preguntaba esta semana, alarmado, casi resignado, “¿es que nadie va a decir nada de lo que está pasando?”. Mucho me temo que nadie va a decir nada. Hasta el rey, en su tradicional discurso de Nochebuena, mantuvo un tono institucional que ha dejado helado a quienes no militamos en el bando monárquico pero no soportaríamos de ninguna manera que España se desintegrara. O implosionara. O se convirtiera en una especie de reino de taifas. Con León independiente, Catalunya Lliure, Jerez Cappital y la Ciudad Autónoma de La Línea.