Las discrepancias entre PSOE y Unidas Podemos en el seno del Consejo de Ministros es muy mala noticia porque está retrasando la puesta en marcha de medidas más o menos drásticas, pero de choque, urgentes y necesarias, en cualquier caso, para frenar la pandemia y contener sus consecuencias en otros ámbitos.
Al margen de las consideraciones políticas, un Gobierno dividido, incapaz de alcanzar acuerdos cuando España se enfrenta a la mayor crisis sanitaria, económica y social de la historia reciente, exige una respuesta ciudadana contundente.
Hasta el momento, el Ejecutivo ha actuado de forma vacilante, tal y como ha destacado la prensa internacional. 'The New York Times' señala que nuestro país podría registrar una de las tasas de contagio más rápida de coronavirus del mundo. La declaración de estado de emergencia ha llegado tarde y se ha hecho mal, desde luego. Pedro Sánchez generó alarma el viernes a mediodía sin concretar las medidas que se llevarían a cabo y el miedo impulsó el éxodo madrileño que, al no estar limitada aún la libertad de circulación, ha llevado a miles de ciudadanos procedentes de la región con más infectados a las costas levantinas y andaluzas.
La irresponsabilidad del presidente no ha sido menor a la de los visitantes, que el viernes llenaron bares y restaurantes, pasearon con total tranquilidad por las calles de los pueblos y dedicaron las horas de asueto a tomar el sol en las playas ante el estupor y la indignación de los vecinos. Y no, esto no son unas vacaciones. Las redes sociales ardían y los ayuntamientos tuvieron que apelar a la responsabilidad. Una auténtica locura.
También ha cundido cierta sensación de descoordinación. Madrid no dudó en cerrar colegios; Andalucía, sin embargo, lo hizo cuando los sindicatos de docentes presionaron a la Junta, reacia a vaciar las aulas; en Castilla-La Mancha, su presidente, el socialista Emiliano García Page, ni siquiera se contempló la opción hasta que la realidad se ha impuesto. Los gobiernos han estado mirándose de reojo, jugando temerariamente a ver quién parpadeaba primero, anteponiendo el número de votos al número de afectados.
Toda esta crisis tendría que servir para chequear, una vez que pase, la salud del Estado de las Autonomías. Pero antes hay que solucionar la crisis de Gobierno. Mientras haya fisuras en el Consejo de Ministros, es imposible afrontar con garantías el estado de alarma. Esto solo es posible si el principal partido de la oposición se pone a disposición del presidente. De manera inmediata y con las cosas claras. Hay que salvar el máximo de empleo y empresas. Hay que proteger a quienes tengan menos recursos para encarar el futuro inmediato. Garantizar el orden público. Restringir la circulación. Y reforzar el sistema sanitario.
Podemos hacer manualidades y colgarlas en el balcón y aplaudir a los sanitarios a las ocho de la noche o disfrutar de conciertos online. Está muy bien mantener el ánimo. Pero no olvidemos que nuestro futuro inmediato se juega en Moncloa.