Provincia de Cádiz

Familia y discapacidad, nuevos retos

La crisis arroja dudas sobre el avance de la inclusión plena. El fomento del empleo, la movilidad, compromiso cívico y asociacionismo, prioridades en la agenda

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Rocío de los Reyes (i) y María José Donaire (d), ambas con alguna discapacidad, posan con sus familias.

Con la crisis del Covid-19, “se ciernen amenazantes sombras sobre el reto de la plena inclusión de las personas con discapacidad”, según señala el director general de la Fundación Adecco, Francisco Mesonero, en la carta que precede al noveno informe Discapacidad y Familia, publicado esta semana. “Habremos de desplegar todos los recursos disponibles para que las personas con discapacidad no sean, como siempre, las primeras en caer y las últimas en levantarse”, propone.

Muchas personas con discapacidad física están sufriendo ya serias dificultades, cuando no la imposibilidad, de seguir sus rutinas terapéuticas. “Yo misma tengo que prescindir de mis ejercicios de rehabilitación de natación o montar a caballo”, confirma Rocío de los Reyes, nacida con parálisis cerebral “provocada por los 12 días que alargaron el parto de mi madre”.

“Pero (el confinamiento) ya está suponiendo un considerable deterioro en la inclusión de chicos con discapacidad intelectual que se han visto privados de la asistencia al colegio, su principal ámbito de socialización y de desarrollo de su personalidad”, agrega

Y advierte: “La brecha digital es más honda en este colectivo”. Explica que solo una minoría ha podido instalar en los ordenadores de sus hogares el sistema de autodescripción telemático que necesitan las personas invidentes o en el lenguaje de signos que requieren las personas con discapacidad visual por su elevadísimo coste económico.

De los Reyes, que tiene una discapacidad del 98% que le impide valerse de brazos y piernas (“pero el coco me rula como la seda”, aclara), casada y con un hijo, apuesta por coordinar agenda entre empresas, poderes públicos, tejido asociativo y sociedad civil para la prena inclusión. Pero rechaza cualquier tutelaje por parte de las administraciones por medio “de subvenciones y prebendas”.

Esta agenda debe ser marcada por las personas con discapacidad y por un tejido asociativo plural, independiente y sin ideología que atiendan a las demandas de sus colectivos aplaudiendo o reprochando las políticas que puedan afectarles con total libertad”, agrega.

Entre las prioridades está el fomento del empleo. María José Donaire, de 48 años, madre de dos hijas, afectada por una distonía diagnosticada tardíamente (hasta los 40 años, los médicos dictaminaron que sufría una paraplejia estática motora), recuerda que ni siquiera pudo hacer las prácticas al término de la Formación Profesional que estudió hace más de 20 años. “Decían que no sabían cómo tratarme. Eso me dolió.  Pero incluso he ido a entrevistas de trabajo donde no me han dejado ni abrir la boca”, lamenta.

De los Reyes, autora del libro 'Yo soy Rocío y tengo parálisis cerebral', indica que “los empleadores no deben guiarse exclusivamente por el beneficio fiscal que les reporta la contratación de personas con discapacidad en sus empresas, sino también por el valor añadido y la responsabilidad social”, reclama “visibilidad en las empresas” y carga contra los centros especiales de empleo que “se han convertido en lugares permanentes de ejercicio de su trabajo por las personas con discapacidad, sin ningún incentivo ni expectativa para salir de un siniestro círculo vicioso: o sigues con tu trabajo monótono o te vas al paro”.

Por otro lado, reclama el cumplimiento “de la estupenda legislación para avanzar en la plena inclusión y que son las administraciones las que deberían comenzar a predicar con su ejemplo, dando cumplimiento a tal normativa”. Se refiere, por ejemplo a la dificultad para la movilidad urbana. “Y eso que hemos avanzado muchísimo” matiza Donaire, cuyo marido, afectado por poliomelitis, también encontraba antes más obstáculos que ahora. “Se ha normalizado la discapacidad. Cuando tenía 14 o 15 años, te miraban por la calle y te soltaban un qué pena; ahora te ofrecen ayuda, en todo caso”.

El papel asociativo ha sido muy importante. Gracias a una organización, llegó al diagnóstico correcto. De los Reyes apela, igualmente, al compromiso individual. “Cuando las familias seamos conscientes de nuestra potencialidad, de que los políticos no son sino servidores públicos, solo cuando expresemos abiertamente las carencias para la inclusión plena y diirjamos el voto en función de que quienes nos representan den o no respuesta a nuestras demandas, entonces podremos afirmar que la plena inclusión avanza”.

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