En una rueda de prensa en la capital afgana, el enviado especial de la misión de la ONU en Afganistán (Unama), Kai Eide, explicó que el organismo está aplicando una serie de “medidas de seguridad adicionales para su personal nacional e internacional”.
“Habrá una reubicación de hasta un doce por ciento de nuestro personal. La mayoría de nuestro personal es de apoyo o lo que yo denomino personal que no está en primera línea”, dijo Eide.
Según una fuente de la Unama consultada por Efe, la ONU tiene 5.500 empleados en Afganistán, por lo que, a partir del porcentaje ofrecido por Eide, la medida afectaría a 660 personas, aunque el enviado no dio en ningún momento una cifra concreta.
Eide tampoco dejó claro qué parte de ellos serán reubicados dentro de Afganistán y cuántos trabajadores serán enviados a otros destinos en el exterior.
Pero sí negó que el aumento de la seguridad implique una orden de evacuación o retirada del país.
“No estamos hablando de salir y no estamos hablando de evacuación”, dijo Eide, quien agregó que la organización está “haciendo todo lo posible por minimizar” el impacto negativo que la medida pueda tener en el trabajo de la ONU.
Antes de la comparecencia del diplomático noruego, el portavoz de la Unama, Aleem Siddiqui, avanzó que 600 de los trabajadores afectados por esta medida, que se llevará a cabo en los próximos días, son extranjeros.
“No nos vamos a ningún sitio. Llevamos más de medio siglo en Afganistán y los programas continúan.
Evidentemente, los recientes acontecimientos trágicos nos fuerzan a revisar la seguridad”, aseguró el portavoz, quien detalló que el ochenta por ciento de los empleados de la Unama son de nacionalidad afgana.
La ONU ha admitido que ha tomado esta decisión “a la luz” de la muerte el pasado 28 de octubre de cinco empleados del organismo internacional en un atentado contra la casa de huéspedes en la que vivían en Kabul.
Los talibanes habían reivindicado el ataque y habían asegurado que los empleados del organismo fueron el objetivo del atentado por participar en el proceso electoral afgano, que concluyó el lunes con la proclamación de Hamid Karzai como presidente.
El aumento de la seguridad para el personal de la ONU en Afganistán se suma a las medidas aplicadas por el organismo en la vecina Paquistán, donde el secretario general, Ban Ki-moon, declaró esta misma semana la fase 4 o de “emergencia” en las demarcaciones tribales y en la Provincia de la Frontera del Noroeste.
La ola de atentados que sufre Paquistán forzó a Ban a ordenar la retirada de esas zonas de todo el personal internacional que no sea “vital para las operaciones de seguridad, ayuda humanitaria y de emergencia así como otras esenciales”.
El mismo Ban se desplazó el pasado lunes a Kabul para solidarizarse con la Unama, pedir a Karzai que las fuerzas de seguridad contribuyan a mejorar la seguridad de sus instalaciones y reiterar que la misión continuará trabajando en Afganistán pese al ataque talibán.
Los insurgentes tienen sus principales bastiones en el este y el sur de Afganistán, donde las fuerzas afganas e internacionales combaten a diario a los talibanes.