Hay muy pocos futbolistas con el impacto en los últimos tiempos en el Atlético de Madrid de Marcos Llorente, que irrumpió en el segundo tiempo para marcar la diferencia contra el Valladolid, primero como el propulsor indudable del 1-0 de Lemar y después como el imparable goleador del 2-0 ante un buen adversario.
Al descanso no lo veía nada claro el conjunto rojiblanco, competido de tú a tú por su oponente, que lo había reducido a la mínima expresión en las ocasiones, pero después sí. Por la determinación de Llorente. La séptima victoria consecutiva en la Liga, como otras muchas recientes, también lleva su expresiva firma, que sostiene al Atlético en números de líder y presiona a los demás.
El medio centro, esta vez más atacante que otra cosa, es una de las evidencias más claras, también un motor esencial, de la progresión del Atlético, con rotaciones y con el 3-5-2 de inicio; una elección que hoy por hoy va más allá de los nombres. No disponía Simeone ni de Carrasco ni de Lodi, los más especialistas quizá para asumir esa misión de largo recorrido por la izquierda, ni tampoco de Giménez.
En el primer tiempo, Vitolo, al que el técnico volvió a cambiar al descanso, hizo de Carrasco. Y Felipe, de Giménez. Pero nadie hizo de Koke, al que Simeone rotó de inicio mientras asoman Salzburgo y el derbi. Ni Saúl ni Herrera ni Lemar, en una especie de triángulo anodino, sin la claridad ni el manejo del sensacional momento actual del capitán. Ni nadie hizo de Joao Félix, hoy crucial en las mejores versiones del equipo rojiblanco, muchas este curso. Ni nadie, sobre todo, rompió como lo hace Marcos Llorente, con su veloz desborde y, después, cuando entró al campo, con un protagonismo incontestable.
No hay mejor aviso que la experiencia ya conocida. Al Atlético le costó un mundo ganar al Valladolid en sus dos últimos duelos en el estadio Wanda Metropolitano, resueltos por 1-0 como también podrían haber terminado en empate; dos ejemplos evidentes de la complejidad ante la que estaba el conjunto rojiblanco. Lo comprobó de inmediato.
En la temporada del cambio actual, más reconocible que nunca en el estilo y más allá del simple fichaje de Luis Suárez, han sido contadas las ocasiones en las que el Atlético ha sentido tal apuro de inicio para dominar y crear ocasiones. El Villarreal quizá nada más, pero con un conformismo que no tuvo este sábado el Valladolid, que presionó más, con más determinación y con más idea de atacar.
No le pesó al bloque de Sergio González la pelota cuando dispuso de ella. Ni tampoco cuando cruzó el medio campo, cuando normalmente la precisión, el atrevimiento y la imaginación son un valor incalculable frente al orden del adversario. Es muy complejo sortear una defensa como la del Atlético, pero lo intentó con la convicción que a otros muchos les falta. Tiró mucho desde fuera, nada de cerca, pero al intermedio el partido era de tú a tú, competido y empatado.
No es tampoco nada sencillo reducir al conjunto rojiblanco a la nada en el remate en todo el primer tiempo. Ni siquiera un goleador como Luis Suárez, de vuelta tras superar la Covid-19 y cuatro partidos de baja e igual de embarullado que todo su equipo entre el compacto armazón del Valladolid cuando se replegó. No fue una cuestión de pegada, como otras veces, sino de creación y claridad. Y de medio campo. Ni Saúl ni Herrera ni Lemar generaron lo que deben.
Pero ni eso basta para doblegar al Atlético. El cambiado al intermedio fue Vitolo, quizá porque ya había recibido una tarjeta amarilla o quizá más porque Simeone no confía de verdad en él. Los hechos lo sugieren así. El recambio fue Marcos Llorente, que no ocupó el puesto del canario, sino el interior derecho, por donde jugaba Thomas Lemar.
El primer tiempo del futbolista francés fue más de lo de siempre, con esa secuencia insustancial de pases o regates, pero el gol que marcó en el minuto 55 lo elevará a un protagonismo por encima de su partido. Pero anotó el tanto que rompió el encuentro. Y eso le da un valor indiscutible ante el Valladolid. Lo mejor de la jugada, en cualquier caso, fue el pase de Llorente a la profundidad de la banda a Trippier. A su centro no llegó Suárez. Sí Lemar. Fue el 1-0. No marcaba un gol desde abril de 2019. Hace año y medio: 46 partidos.
Dos ocasiones -Correa había cruzado demasiado antes un tiro claro- y un gol. Si al Atlético se le intuía falta de efectividad en ataque en los últimos cuatro duelos, con 55 remates para nada más tres tantos, este sábado fue todo lo contrario. Al tercero, además, llegó el 2-0 de Llorente, al que le bastó un despeje largo de Oblak y un toque de Trippier para hacerse el dueño indudable del triunfo.
- Ficha técnica:
2 - Atlético de Madrid: Oblak; Savic, Felipe, Mario Hermoso; Trippier, Héctor Herrera, Saúl (Koke, m. 57), Lemar (Torreira, m. 76), Vitolo; Correa (Joao Félix, m. 57), Luis Suárez (Kondogbia, m. 62).
0 - Valladolid: Masip; Hervías (Míchel, m. 71), Javi Sánchez (El Yamiq, m. 82), Bruno, Nacho (Janko, m. 71); Roque Mesa, Alcaraz; Óscar Plano, Kike Pérez (Toni Villa, m. 61), Jota (Weissman, m. 61); Marcos André.
Goles: 1-0, m. 55: Lemar. 2-0, m. 72: Marcos Llorente.
Árbitro: González Fuertes (C. Asturiano). Amonestó a los locales Savic (m. 24), Vitolo (m. 40) y Luis Suárez (m. 48) y al visitante Javi Sánchez (m. 50).
Incidencias: partido correspondiente a la undécima jornada de LaLiga Santander, disputado en el estadio Wanda Metropolitano sin público.
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Lemar y Marcos Llorente dan el liderato al Atlético
Hay muy pocos futbolistas con el impacto en los últimos tiempos en el Atlético de Madrid de Marcos Llorente
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