Juanma Moreno llega al ecuador de la legislatura con las encuestas a favor. Volvería a gobernar con el apoyo de Ciudadanos y Vox con la diferencia de que, según el barómetro de SW Demoscopia elaborado para Andalucía Información, se impondría al PSOE, con cuatro escaños más. El presidente, el mejor valorado entre los cabezas de lista de los partidos con representación parlamentaria, se consolida como líder pese a que ni una sola de sus principales promesas electorales (600.000 empleos, bajada masiva de impuestos y reducción de la Administración paralela) se han llevado a cabo ni hay esperanza de que se cumplan.
Durante el primer año, la excusa fue la herencia recibida de cuatro décadas de mala gestión por parte del PSOE. Ahora, la crisis económica por la pandemia. No se le conocen éxitos ni Andalucía ha mejorado en un solo indicador económico. La región lidera el desempleo y sigue sin atraer inversiones. Juanma Moreno no ha solucionado los problemas del Servicio Andaluz de Salud y de la educación: la región cuenta con los profesionales sanitarios peor pagados de la UE y los centros escolares siguen sin aire acondicionado, calefacción ni recursos para una enseñanza de calidad que permita abandonar el furgón de cola de los informes PISA.
Pero, por un lado, ha sabido conectar con el electorado moderado seducido en su momento por Ciudadanos. La crisis interna de la formación naranja en Andalucía, el liderazgo blando de Juan Marín y su propensión a generar falsas expectativas sobre una recuperación inminente que nunca llega durante desde el inicio de la pandemia pasan facturas. Los bandazos de Inés Arrimadas dan el golpe de gracia a un partido que corre el riesgo de perder su posición de socio preferente en favor de Vox. Aunque, Juanma Moreno también ha conseguido domeñar a la bestia. Esta semana, en la sesión de control, el portavoz de los de Abascal en la Cámara andaluza se alegraba de coincidir con Juanma Moreno en sus planteamientos. Con estas palabras. Falta ambición en Vox, que hace política de meme pero no ofrece confianza como alternativa de Gobierno: cuando hace política convencional no se diferencia en absoluto del PP.
Finalmente, Juanma Moreno se beneficia, a la izquierda del espectro político, de la crisis de Adelante Andalucía y, sobre todo, de la incapacidad para reaccionar del PSOE, atrapado en la aciaga noche electoral en la que supo que perdía el poder. Los socialistas sufren una seria crisis de liderazgo. Susana Díaz fue derrotada y humillada por Pedro Sánchez en el congreso local y ahí comenzó a perder su fulgor. Desalojada de San Telmo, su talla política se redujo drásticamente y sus previsiones apocalípticas no se han cumplido: ni se han privatizado sanidad y educación ni se han recortado derechos sociales. Incapaz de armar un discurso que no sea catastrofista, empeñada en convencer a los andaluces que sus libertades y la igualdad están en serio peligro por la ultraderecha, ha quedado definitivamente fuera de foco. El PSOE debe renovar ya su proyecto y el discurso, pero le urge especialmente relevar a Susana Díaz por alguien que se comprometa a hacer oposición y no el ridículo (imperdonable en política).
