Vejer

El templo de los tesoros gastronómicos de la comarca de La Janda

Cerca del campo y del océano, la Venta Pinto es una parada obligatoria para todo viajero que se adentre en las maravillosas escapadas que ofrece la provincia

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Venta Pinto.

Venta Pinto.

Venta Pinto.

Venta Pinto.

Venta Pinto.

  • Cada viga de madera cuenta una historia, cada rincón pertenece a sus fogones, cada terraza invita a degustar el tiempo pasado y presente en sus platos
  • Gracias a su colmado llega a toda España, a través de pedidos, el perfume de sus mejores productos
  • Es un templo a la materia prima de su prodigioso, prestigioso, pródigo y privilegiado enclave, un templo para los citados tesoros de su entorno

Entre la tierra y el mar, en un cruce de camino entre los tesoros gastronómicos que ofrece la zona del interior de la comarca de la Janda y su franja costera, dibuja su centenaria silueta una de esas ventas en cuyo interior se condensa la historia entremezclada con una honrada y respetuosa adaptación a los nuevos tiempos culinarios. Hablamos de la Venta Pinto, agazapada en la Barca, camuflada en la falda de una montaña,  con Vejer erguido majestuoso sobre sus hombros y a sus pies un camino hacia la mar que protege Barbate. Cerca del campo, cerca del océano, la Venta Pinto es una parada obligatoria para todo viajero que se adentre en las maravillosas escapadas que ofrece la provincia gaditana, cuyo centro preside este establecimiento.

Detenerse en su lomo en manteca es necesario pero simplemente como un punto y seguido. Como si fuese el comienzo de una frase que se alarga entre poemas en verso que nos deleita con sus chuletones de buey, guisos, arroces, para dar paso a elaboraciones que protagonizan el rojo del atún de almadraba

Sus orígenes se remontan al siglo XVII bajo el concepto de posada, como un lugar de encuentro de los transeúntes que recorrían la costa gaditana. Así continuó hasta que en 1.910 la posada pasa a manos de Juan Pinto Crespo, quien cambia su nombre por el actual de la ‘Venta de Pinto’ tras realizarle una profunda reforma. Desde entonces, la venta ha seguido en manos de esta familia que ya forma parte del libro de la gastronomía gaditana con letras de oro bañadas en tierra y mar.

Nada más entrar en sus instalaciones la tradición te asalta, te engulle y te enamora. Cada viga de madera cuenta una historia, cada rincón pertenece a sus fogones y cada terraza de invita a degustar el tiempo pasado y presente entre sus elaborados platos. Su carta, amplia y diversa, cuenta el relato de lo acontecido pero también de lo que está por venir. La modernidad no oculta su pasado, simplemente lo mejora y adapta a nuestros días, dando forma a una cocina que es pura melodía bajo la batuta de Joaquín López y sus tres décadas de experiencia en ellas.

Es un templo a la materia prima de su prodigioso, prestigioso, pródigo y privilegiado enclave, un templo para los citados tesoros de su entorno. Detenerse en su lomo en manteca es necesario pero simplemente como un punto y seguido. Como si fuese el comienzo de una frase que se alarga entre poemas en verso que nos deleita con sus chuletones de buey, sus entrecots, sus guisos,  sus arroces, para dar paso a elaboraciones en las que brilla y resalta el rojo del atún de almadraba o sus pescados frescos de la zona, desde la urta al pargo, desde la dorada al salmonete de roca, con entrantes de almejas con miga de bacalao y concluir en el dulce relato de sus postres caseros. Boca echa agua, sabor a Cádiz, desde su sierra a su costa.

Ahora reabren sus puertas que no se cerraron del todo a causa de la pandemia. Y no se cerraron del todo porque decidieron dejar de par en par una rendija abierta a lo mejor de su gastronomía, en un lateral de la Venta, en forma de colmado por donde se escapaba hacia toda España, a través de pedidos, el perfume de sus mejores productos. Una experiencia que ha resultado todo un éxito a pesar de las circunstancias que le obligaban a cerrar sus salones y terrazas al público de forma temporal. Desde su colmado han saciado la sed y el hambre de aquellos que aman la esencia de sus productos, desde el citado lomo en manteca, a la miel, los aceites de la zona, sus panes, las conservas de Barbate, los quesos de la sierra gaditana o los dulces de Medina, sin olvidarse de su amalgama de deliciosos bocadillos. 

Un colmado que permanecerá abierto y que ha logrado dejar más espacio para la zona de la barra y cafetería, además de proporcionar más seguridad a sus clientes en estos tiempos difíciles, los cuales pueden acceder a sus bocadillos y productos de la zona sin apenas tener que bajarse del coche o simplemente encargándolos por teléfono.

Venta Pinto ha vuelto. Abre todos los días de la semana de 8:00h a 18:00h. Te esperan con más ganas que nunca.

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