La hospitalidad ucraniana aflora incluso en los momentos de más pesadumbre y tristeza. Es una tradición arraigada en el país y no se hace una excepción incluso aunque se esté muy lejos, como es el caso de las primeras familias ucranianas que ya se encuentran en Alcalá la Real, tras salir de su país debido a la invasión rusa. Reciben al visitante pidiéndole encarecidamente que se acomode, al tiempo que le ofrecen un licor. Se trata de Anna Yushchuk, junto a sus hijos Danyil y Tymotiy, y Olga Matusevych, a quien también acompaña su pequeña hija Valeria. En sus rostros están todavía patentes los signos del cansancio que ha supuesto su viaje de tres días, desde que el martes, 22 de marzo, salieron de la ciudad de Rivne, hasta su llegada a Alcalá, el pasado viernes. Atrás quedan sus maridos, que, según establece la ley de su país, deben quedarse en suelo ucraniano para la defensa de la nación.
Tanto Anna como Olga son hijas de ciudadanas ucranianas que llegaron a España hace dos décadas. Una de ellas es Oksana, quien vive en Alcalá desde hace veinte años y forma parte de un primer grupo de inmigrantes de esta nacionalidad que llegó a la localidad, tras las turbulencias que vivió el país a finales de los años noventa, y por la dura crisis económica. Desde su llegada se encuentran alojados en una casa de dos plantas en la calle Arcipreste Robles, cedida de forma generosa por un vecino. Los pequeños juegan por las habitaciones y se muestran, por fortuna, ajenos al drama que se vive en su país de origen. Cuando a sus madres se les pregunta cómo se encuentran después del largo periplo, la primera palabra que pronuncian es “tranquilos”. No debe extrañarnos. Aunque proceden de una ciudad situada al noroeste, a escasa distancia de la frontera polaca, una región que no se ha visto tan directamente afectada como la capital o el sur y el este, el ataque lanzado por Rusia contra Leópolis, la gran urbe más cercana a Polonía, el pasado fin de semana, ha activado de nuevo las alarmas aéreas en todo el país.
Aunque por fortuna no tienen que lamentar pérdidas humanas ni materiales, se muestran preocupadas. Sin embargo, la tierra llama de forma poderosa y aseguran sentirse dispuestas a regresar en cuanto les sea posible, incluso en un par de semanas, aunque parece una hipótesis no demasiado probable. No obstante, transmiten su agradecimiento por la acogida. Los Servicios Sociales del Ayuntamiento les han proporcionado ayuda económica para cubrir sus necesidades básicas mientras se encuentren en la localidad. También Cruz Roja les ofrece ayuda.
Por otro lado, y según confirmaba ayer mismo el alcalde, Marino Aguilera, “Ya se les ha tramitado la documentación para regularizar su situación y obtener cobertura sanitaria”. “No sabemos el tiempo que estarán con nosotros ni cuántas familias como estas llegarán, pero tanto tiempo estén o tantas familias sean, debemos hacerlas sentir como unos alcalaínos más”, ha pedido el primer edil.