Disidencia y antropocentrismo

Publicado: 06/03/2022
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

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Merecemos que una inteligencia artificial libre de los condicionantes que averguenzan a la natural, nos sobrepase
Al poder establecido y al pensamiento dominante le es totalmente indigesto que exista un manjar de precio tan elevado, que nunca tendrán la moneda necesaria para su adquisición: la disidente inteligencia.

Ir contracorriente, obliga a no pararse nunca, porque la consecuencia sería el retroceso, pero también es argumento suficiente para que la marea humana no apueste por tu vida, ya que la poderosa corriente del poder finalmente arrastra y engulle a quien le provoca. Cristo, Socrates y otros tantos, que se opusieron al poder, no pudieron resistir.

Se ha pasado a lo largo de los siglos por diferentes formas dominantes: la sacerdotal, la militar, la jurista, la economista y de mercado, pero con lo que no contábamos es con una nueva forma de disidencia intelectual, traída del brazo de la técnica y que está en mano de los informáticos y sus algoritmos. Ya se dice que el ingeniero es el humanista del siglo XXI.

La vida se deja influir por la magia de la técnica. El antropocentrismo es el único manantial en el que puede beber todos los organismos vivos del planeta. La inteligencia humana es el sumun de todo lo existente.

Los avances científicos y técnicos nos llevan a la sorpresa y el éxtasis. Pero hasta ahí. Pero cuando damos paso a la otra cara del comportamiento humano,  nuestra soberbia nos delata. Y vemos que el  amor, desde el materno al conyugal, desde el paterno al fraternal, lazos de unión antes acerados, ahora son de “plastilina” laxos y moldeables. Los amigos son importantes sobre todo si son influyentes y con nivel social y económico, igual o superior al nuestro.  A los inferiores se le ofrece la subordinación. Solidaridad siempre con fotógrafo y flash. Al dolor de los demás el clásico minuto de silencio. A los incordiantes, el peso de la ley. A los obedientes, trato de alfombra. A los creativos se les ofrece la magia de los sueldos de hambre.  A los que tienen más luces que la mediocridad existente se les insinúa que por accidente pueden quedar colgados de algún cable. La envidia, el resentimiento y la venganza, es un triunvirato vencedor en las relaciones socio/culturales y políticas. Condenamos los gobiernos unipersonales y tiranos, pero utilizamos la democracia como “dictadura de las mayorías”, siendo nuestro país el mejor ejemplo de ello. Ofrecemos a los animales el amor que a grito piden los abuelos. Ningún delito debe castigarse con la perdida de vida, pero seguimos aumentado el numero de semanas legales para interrumpir el embarazo. Y el etcétera es inconmensurable.

Por eso cuando Alan Turing, consideró que las máquinas también podían pensar y se erige en “padre de la inteligencia artificial” provocando a la sociedad de su tiempo, con su “prueba de Turing”, intelectuales, políticos y teólogos teólogos le tildan de sacrílego. Pero este científico austriaco, un verdadero hacker, no se detuvo e inventó un mecanismo para que una máquina pudiera pensar e incluso superar al cerebro humano. Según él, los hechos a escala subatómica están gobernados por probabilidades estadísticas y no por leyes que se ajusten a comportamientos o criterios fijos, lo que hace resquebrajarse el pilar que más defendemos como íntimamente nuestro: el libre albedrío.

Considerado héroe por idear una máquina “bombe” que desencriptoó los códigos de comunicación alemanes, que pusieron en manos de los aliados el conocimiento, con antelación, de las maniobras militares de los alemanes, es posible que evitara más de catorce millones de vidas y dos años de guerra mundial.

En 1952 un robo en su casa realizado por su amante y amigo, dio a la luz su homosexualidad. Involucrado judicialmente se le propuso negara su orientación sexual. Se opuso totalmente a ello, pero aceptó tratamiento: la castración química y los estrógenos le deformaron su estructura física. Con solo 41 años, se suicidó. Puede ser que los hiciera mordiendo una manzana bañada en cianuro. Y puede ser ésta la causa del icono que lucen los medios informáticos Apple. Roma no paga traidores y el ser humano actual hace que se paguen con la vida, las disidencias con el poder establecido.

Merecemos que una inteligencia artificial libre de los condicionantes que averguenzan a la natural, nos sobrepase. Es un pasquín que señala que no somos ni lo supremo, ni lo último en conocimiento, cálculo, memoria etc, pero lo ideal es que el ser humano se supere y dejando atrás tantas rencillas de consecuencias mortales, como las que hoy día afectan a la población ucraniana, por voluntad alocada de un ser abominable, sea por siempre la inteligencia natural, la que sepa, analice, intuya y desplace al tirano de cerebro aneuronal. 

 

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