La España de los años 40 dista mucho de la actual, aunque no en todos los puntos de la geografía española. Solamente hay que ir a unos 20 kilómetros de Jerez, en la barriada rural del Mojo- Baldío Gallardo para volver a esos tiempos, donde el agua era un artículo de lujo, donde la luz eléctrica era una utopía y ya no digamos tener una televisión en casa.
Similar panorama es el que nos encontramos en varias viviendas que se ubican en esta barriada rural de Jerez, una de las más alejadas del casco urbano y si hablamos de estas familias, podemos decir que aunque son jerezanas, podrían pertenecer a cualquier otro municipio, de hecho, por ubicarse en “casa de nadie”, tienen hasta problemas para resolver sus competencias, ya que a la hora de que estos ciudadanos voten, lo hacen unos en La Ina y otros en Las Pachecas.
Y en este lugar perdido, viven desde hace más de 15 años, un par de familias, que tienen su negocio y su vida en unos cuantos metros de terreno, donde un día decidieron construir su casa, por no disponer de los medios para trasladarse a la urbe.
Pero claro, como si no hubieran pasado los años por ellos, estas familias viven en una situación, que a estas alturas de siglo, podría calificarse de “tercermundista”.
Y es que servicios tan básicos como la luz y el agua, cuando no se tienen, obliga a las personas a disfrutar de una vida distinta, donde las comodidades no vienen acompañadas sobre todo si la economía familiar es baja, que en la mayoría de los casos es así.
La vida diaria en esta casa podría representarse perfectamente en esas películas de los años 40 y 50 donde se mostraba la España pobre, la España humilde, llena de carencias por todos lados. El día para estas familias empieza temprano. Sobre las siete de la mañana están en pie, ya que disponen de una explotación ganadera que implica continuas atenciones y cuidados hacia los animales.
Mientras tanto algunas de las mujeres de la casa se dedican a los más pequeños del hogar, niños que madrugan para llegar a tiempo al colegio. Los más mayores salen de casa temprano para irse andando, varios cientos de metros más para allá, y coger el autobús. Da igual que llueva, que haga frío o calor, aunque algunos miembros de la familia decidieron dejar los estudios por el miedo que pasaban diariamente para tomar el autobús. “Por la mañana, sin una luz, el camino es una cueva, y mi hija, tras pasar varios sustos, empezó a desanimarse, y al final dejó los estudios”.
Pero los más pequeñines, ya que hay una niña de dos años, se quedan en casa con la familia, pudiendo disfrutar de un amplio campo, pero sin ninguna de las comodidades propias de los niños del siglo XXI. No tiene televisión, no tiene la play station, solamente los tradicionales juguetes que siempre han existido en las casas de los niños de antes, aquellos que tomaban la calle, los parques y las plazas y que disfrutaban en compañía del resto de sus vecinos.
Muchos pensarán que vivir en el campo es ideal. Y tiene ventajas que las ciudades no tienen. Ningún vecino te molesta por el ruido que haga en su casa,y si no quieres en días no tienes porque ver a nadie. Tienes la comodidad de aparcar donde quieres e incluso la oportunidad de ver los mejores amaneceres y atardeceres del día. Por contra, estás lejos de cualquier servicio, ya sea acudir al centro de salud más cercano, al hospital, Correos o cualquier gestión municipal, en la que tienes que trasladarte a la ciudad. Pero aún así, en el caso de estos vecinos, todo es mucho más duro al no disponer ni del servicio de luz ni de agua.
Por no tener luz, y ante sus escasos recursos económicos, disponen de un motor que encienden en invierno cuando anochece. Mientras haya luz solar, la aprovechan al máximo, ya que les puede costar alrededor de 20 euros días, y ahora “menos mal que la gasolina ha bajado por que casi duplicábamos el gasto”. Pero el motor lo encienden cuando los últimos rayos de sol se van y procuran estar temprano en la cama, para hacer el menor gasto. Por esto, la radio se convierte en su mejor compañera. “En mi casa no faltan pilas para la radio. Es nuestra mejor compañera. Toda la familia nos reunimos en torno a este aparato, y juntos, cuando comemos, desayunamos o estamos en la vivienda haciendo las labores del hogar, lo que se escucha es la radio”. La televisión es en la vivienda casi un mueble de decoración. Solamente durante unas horas y no todos los días, la encienden y son capaces de disfrutar de esta “caja tonta”. Entonces se sienten una familia “normal”. Cotilleando de la actualidad diaria, o disfrutando de una de las tantas series que invaden la televisión o simplemente disfrutar de una película. Imágenes normales y cotidianas en una sociedad de la información basada en el soporte audiovisual.
Por supuesto, ni que decir tiene que el ordenador es un instrumento de trabajo que conocen pero que no existe para ellos. “No tenemos luz, ni internet ni nada para usarlo. Lo que han aprendido mis hijos de informática, lo han hecho en clase”.
Pero también es otra odisea para estas familias no tener agua. De un bidón enorme que tienen en la puerta de su vivienda extraen el agua que utilizan para dársela al ganado, para fregar los platos, vasos o cubiertos, para limpiar la casa o para llenar la bañera. Porque ellos, como en décadas anteriores, para recibir un baño caliente, durante varios minutos tienen que calentar el agua. Con ellos no van las campañas de ahorro de agua, porque disponen de unas ollas donde calientan el agua que, en el periodo invernal, se enfría rápidamente, por lo que el baño, en estos tiempos, es bastante corto. No tienen ducha ni tuberías donde corra el agua, sino que simplemente obedecen diariamente a una rutina que alarga el baño durante varias horas hasta que todos han pasado por esta improvisada ducha.
Pero además de estar perdidos de la mano de dios, también se sienten olvidados por parte de la administración .El camino que tienen lo ha hecho la empresa que ha colocado en las inmediaciones unos molinos de viento, pero como no está asfaltado “la polvareda que se forma es tal que algunos de nosotros tenemos problemas de alergia a cuenta del tránsito de vehículos, algunos a alta velocidad, que pasan por delante de nuestras casas, y eso sin contar el riesgo que supone para nuestros hijos el continuo ir y venir de camiones”, comentaba una de las afectadas.
Son jerezanos, pero a efectos prácticos, tienen las escasas comodidades que podrían tener, en los años 40 estos mismos jerezanos.
La situación de estas familias es conocida por la responsable del Medio Rural, María del Carmen Martínez, que explicó a este periódico que desde su delegación se está buscando la manera para al menos dar el servicio de agua a estos vecinos.
Según esta representante municipal “estamos buscando una salida. Es un caso complicado de resolver sin que supongo un coste elevadísimo para las arcas municipales, pero sabemos que tenemos que dar una respuesta porque hay varias familias, con niños pequeños, incluso una de ellas dispone de una explotación ganadera por lo que este servicio se hace necesario”.
El problema que encuentra el Consistorio con estas familias es precisamente el elevado coste que supone trasladar un kilómetro escaso de tubería. Es una inversión demasiado cuantiosa por eso, desde el Ayuntamiento se está buscando alguna alternativa para que pueda darse a estas familias el servicio de agua.
De todas formas, la delegada recordó que estas viviendas están ubicadas en suelo ilegal y que a la hora de hacer frente a la concesión de servicios como la luz y el agua todo se complica en exceso. “Con el nuevo decreto, Sevillana Endesa no puede hacer ningún enganche de luz mientras no tenga la licencia de ocupación, así que mientras no se lleve a cabo la legalización de estas viviendas, no podrán tener luz”. El servicio de agua es distinto. Se puede conceder aunque las viviendas no esté aún legalizadas, y de hecho, explicaba Martínez “lo estamos haciendo en otras barriadas como Magallanes o Cuartillos, aunque poco a poco porque introducir las canalizaciones supone un elevado coste que hay que gestionarlo paulatinamente. En el caso de El Mojo, hay viviendas con su servicio de agua, pero estas familias, por el lugar donde se encuentran, el coste es superior y tenemos que buscar alguna alternativa”.
El proceso de legalización no era fácil ni tampoco corto en el tiempo como los propios vecinos están comprobando. Las legalizaciones de viviendas situadas en cañadas o vías pecuarias se inició hace más de un año por Cuartillos, Mesas del Corral y Magallanes, y en estos momentos, tal como informó la delegada del Medio Rural “la Junta de Andalucía está escriturando a su nombre, un trámite necesario y preceptivo para la completa legalización”. Mientras tanto, el Ayuntamiento de Jerez está trabajando en los planes especiales, un documento que lo que hace es dotar de infraestructuras a estas barriadas rurales. Pero estos trámites son muy lentos, aunque “si han esperado hasta 30 años para que se llevara a cabo esta legalización, podrán esperar unos años más ya que nosotros llevamos trabajando en este proyecto solamente 1,5 años y hemos puesto en marcha que estas casas se legalicen cuando antes”.
Pero la ley es tajante a la hora de dotar de luz a estas viviendas. Y es que mientras no dispongan de la licencia de primera ocupación, no hay nada que hacer.
No son licenciados en Harvard y se expresan a su manera, pero entienden perfectamente lo que es una injusticia y a ellos les parece una injusticia que paguen su contribución como cualquier ciudadano de Jerez y sin embargo vivan en las circunstancias que viven.
“No entendemos -decía el patriarca de la familia-, por qué, si no nos dan ni un servicio porque hasta el contenedor más cercano tenemos que ir en coche. No tenemos luz, no tenemos agua, no tenemos iluminación, no tenemos ni un camino medio asfaltado debemos contribuir con este Ayuntamiento que no nos da nada. Y además deja de pagar un día, que entonces te viene el recargo por el impago”.
Pero a esto se une que ni siquiera cuentan con un servicio de correos. “Tenemos que ir a recoger nuestras cartas a la ciudad. Ahora Correos nos ha aprobado el servicio y el Consistorio se ha comprometido a comprarnos los buzones, pero sin embargo, aún estamos esperando”.
Se sienten decepcionados por una gestión municipal que no les beneficia en nada. En este aspecto, desde la Federación de Asociaciones de Vecinos Unión Rural se les ha brindado su colaboración para cualquier denuncia. Comentaba su presidenta, Ana María Pérez, que “éste solamente es un ejemplo más de otras familias del medio rural de Jerez que se encuentran en la misma situación. Estos problemas debemos atajarlos y dar por fin los servicios que requiere el medio rural, ya que no puede haber ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda”.
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