A una semana de la cita con las urnas en Andalucía, la campaña electoral no ha deparado grandes sorpresas y, salvo giro de guion imprevisto, no lo hará. El PP tiene, definitivamente, el camino expedito hacia la victoria. El discurso moderado de Juanma Moreno suena bien a una gran parte del electorado que, en su mayoría, deja un pie en el centro del espectro político y mueve el otro hacia la derecha, pese a que no ha planteado propuestas especialmente atractivas. De hecho, el programa electoral es una versión depurada del programa de 2018 en el que se renuevan gran parte de compromisos no cumplidos por dos o tres razones que sus candidatos repiten machaconamente: la herencia recibida y la pandemia han dificultado la ejecución, por un lado, y, por otro, tres años y medios no son suficientes.
Ignoro cuáles son las expectativas reales del PSOE, pero me malicio que Juan Espadas es plenamente consciente de que no ocupará el Palacio de San Telmo como presidente de la Junta de Andalucía. Los socialistas se demoraron en llevar a cabo la renovación de Susana Díaz y las batallas internas no han sido sofocadas antes de la convocatoria de las elecciones. En plena catarsis, el discurso se reduce a la defensa de la sanidad y educación públicas (pese a que los andaluces sufrieron una gestión nefasta en este sentido durante sus gobiernos), la corrupción (pese a que los andaluces sufrieron el mayor fraude de la historia democrática de España con gobiernos del PSOE) y, finalmente, el miedo a Vox (pese a que los andaluces han perdido el miedo a la derecha).
Ciudadanos, por su parte, hace denodados esfuerzos por que su mensaje cale, pero el electorado da por muerta a la formación, que no capitaliza la, según Juan Marín, excelente gestión de Gobierno. Inés Arrimadas pidió el voto para su partido... para garantizar un Gobierno del PP. ¿Y por qué no votar entonces directamente Juanma Moreno, Inés?
Vox está descolocado. Se le nota. Macarena Olona sigue, a estas alturas, defendiendo su empadronamiento exprés. Instalados en el victimismo, salvo que sus nuevos votantes prefieran, a diferencia de los recalcitrantes, la mudez, la campaña podría rebajar el buen resultado electoral previsto por los sondeos.
Por Andalucía y Adelante Andalucía, finalmente, se están empleando a fondo. Con menos alusiones de las necesarias a Vox, ambas formaciones están desplegando una intensa agenda de campaña y desgranan con detalle las propuestas de su programa electoral. Pero, precisamente por ello, obtendrán unos discretos resultados. Los andaluces simpatizan con la izquierda, pero no tanto. Sus proyectos no son integradores. Ninguno de los dos partidos aspiran más que, en el caso de Por Andalucía, se muleta del PSOE, y, en el de Adelante Andalucía, condicionar la formación de un Gobierno de izquierdas. Los números, en cualquier caso, no salen para uno y para otro.
Lo previsible de esta campaña, los papeles muy marcados de cada candidatura, anima a no acercarse al colegio. El Corpus y las elevadas temperaturas pronosticadas hacen temer la abstención y si hay una baja participación... solo así podría pasar algo distinto a lo que va a pasar. Los indecisos, también deciden.
