A veces, el problema de los mensajes que se transmiten no es lo que se pretende transmitir sino lo que interpreta la persona receptora. Cada cual es responsable de lo que dice, no de lo que entiende la otra parte. Quien recibe nuestro mensaje puede interpretarlo en base a su capacidad de comprensión, a los sesgos que haya desarrollado, a los prejuicios sobre quien emite el mensaje o, incluso, a la omisión del análisis de los pormenores de lo que se dice. Esto lleva a una responsabilidad comunicativa conjunta: el que emite el mensaje debe cuidar su expresión para evitar en lo posible los equívocos; mientras, quien lo recibe debe desmenuzar el mensaje para tratar de comprenderlo más allá de elementos externos que lo desvirtúen. Al menos, así es cuando se pretende conseguir una comunicación clara, de frente y sin intenciones subliminales.
Sin embargo, el ser humano cuenta con elementos que usa a su antojo para conseguir que un mensaje aparentemente positivo deje un poso en el receptor que dé lugar a mensajes realmente nocivos. Es fácil coger una idea aparentemente limpia de toda mala intención y usarlo para extender un mensaje tóxico. En política, se hace cada día, cada hora y cada instante. Pero también se hace en otros ámbitos, como puede ser la transmisión de ideas para infundir ciertos valores (valores según la parte emisora, no tanto para el conjunto de receptores) o trasponer responsabilidades y culpas. Incluso, para controlar a la población con mensajes aparentemente saludables que esconden una ruptura de los valores que nos hacen humanos.
Si, por ejemplo, nos dicen que "tú debes ser tu mayor prioridad", suena genial si lo entendemos como mirar por uno mismo y no dejarse para después en favor de priorizar al resto de seres humanos. Sin embargo, según se manosee ese mensaje, la parte receptora puede acabar entendiendo y asimilando un mensaje contra la solidaridad, contra nuestra naturaleza de seres sociales y fomentando un individualismo que, incluso, puede derivar en un mensaje de odio. Un mensaje aparentemente positivo, puede convertirse en un cáncer para la sociedad si se manipula lo suficiente para que cale en mentes carentes de análisis y pensamiento crítico.
Esa misma idea, a la inversa, puede utilizarse con el mismo fin: difundir un mensaje de odio usando la pertenencia, nuestra naturaleza social y el concepto de frentes: el "nosotros" frente al "ellos". Por ejemplo, sobre todo desde sectores ultraconservadores, se usa el sentimiento de pertenencia ("españoles" frente a "enemigos de España") para dirigir el odio hacia otros colectivos: inmigrantes, personas LGTBI, gente con otras ideas y un largo etcétera. Una misma idea, dos direcciones (individualismo y colectivismo) y un mismo objetivo.
Precisamente, el título elegido para esta columna de hoy viene de una canción de rap de El Chojin (recomiendo su escucha) que hace pensar a quien desmenuce un poco sus letras. Frases como "Colón descubrió América aunque ya hubiera allí gente viviendo" o "un inmigrante es alguien que ha emigrado a alguna parte, si no llegaste no eres inmigrante" nos lleva a dos ideas que también se mencionan explícitamente en ese tema: "todo está pensado para que el de abajo asuma su inferioridad desde el vocabulario" y "es necesario replantear lo que sabemos, más que nada porque a menudo resulta que no es cierto". El lenguaje se puede pervertir hasta el punto de disfrazar un adoctrinamiento en ideas retrógradas de mensajes positivos o reivindicativos. Alguien se queja de odio hacia el hombre para no hablar de pérdida de privilegios heteropatriarcales en favor de la igualdad. Cuando se dice "los españoles primero", se extienden dos ideas peligrosas: la primera, racismo e insolidaridad con los refugiados extranjeros y los inmigrantes que una vez fuimos nosotros mismos; la segunda, que se refieren como "españoles" a los que responden a su concepto de español (hombre, blanco, heterosexual y católico).
Nadie te va a decir que va a quitarte los servicios públicos, suena mejor decir que te van a bajar los impuestos. Cuando te dicen que te darán libertad para elegir la lengua en que estudian tus hijos, te están diciendo que quieren cargarse las lenguas cooficiales. Te dicen que con dieta y deporte puedes tener un cuerpo de revista, alimentando la gordofobia porque responsabilizan a la persona obesa de cuerpo no normativo. Te engañarán con supuestos manuales sobre cómo mantener relaciones sexuales para niños de Primaria usando publicaciones para un público adolescente, demonizando la educación sexual y la diversidad. Incluso pervertirán conceptos, usando el término lobby con su connotación negativa (banca, eléctricas, petroleras y otras mafias) para referirse a colectivos históricamente oprimidos (feministas, colectivo LGTBI, personas racializadas...). Lo dicho, la perversión del lenguaje. Qué cosas tiene El Chojin.