Oda a los banqueros

Publicado: 26/02/2024
Autor

Rafael Lara

Rafael Lara está en la Asociación Pro Derechos Humanos, antes por las libertades... o donde fuere por los derechos de las personas

Artículo Primero

Modestas reflexiones con aquel articulo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

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Dejadme decir una palabra a su favor. A favor de quienes duermen en los bancos de los parques en verano....
Dejadme decir una palabra a su favor. A favor de quienes duermen en los bancos de los parques en verano, de quienes, en lo más duro del invierno y la lluvia, buscan refugio de los cajeros automáticos de los bancos, a favor de los que arrastran su pobre mobiliario de cartones por las aceras y sus roperos de bolsas de plástico, y su bodeguilla de vinos en cartón y su enorme soledad y su carencia inmobiliaria por las noches en las avenidas y los callejones.

Ten por seguro que esos banqueros no te van a estafar con la hipoteca y que su única cláusula suelo consiste en un par de metros de asfalto, adoquines o losetas en los que sentar a ratos su soledad, ordenar su departamento de objetos encontrados y su balance de pérdidas.

La verdad es que les importa muy poco el índice Dow Jones porque su stock de tristeza no tiene límites conocidos ni contables.Les interesa más bien el índice de humedad relativa media o de intemperie absoluta extrema, solo que esos datos o no se reflejan en los informativos o los tienen que leer en los periódicos atrasados,y la verdad es que no les trae cuenta repetir en la memoria la humedad de la que hace tres días les informaron puntual, dolorosamente y a toda página, cada sección de sus propios huesos.

Mis banqueros no forman parte en sociedades anónimas, sino que padecen soledades anónimas. No invierten en bolsa porque sus valores no cotizan y sus bolsas son de plástico arrugado. Tampoco tienen depósitos en fondos buitre, más bien comparten fondo de parque público con las palomas. Los únicos consejos de administración que conocen son los de alguna institución que les aconseja como administrar su vida -qué ironía- durante algunas noches de albergue, siempre que deje fuera a su perrillo.

No exigen, no reclaman, si acaso piden o simplemente nos informan con un cartoncito de su necesidad.¿Qué perdemos por ofrecerle una mirada horizontal, una palabra amable, un síntoma de comprensión, un café? Su propia presencia ya es un manifiesto sobre los avatares de su vida, de quién sabe cuántas zancadillas, caídas propias o provocadas, elecciones confusas en malos momentos, desamores, olvidos; hechos y cosas que a otros les fueron perdonadas, de las que otros pudieron sobreponerse y ellos no.

Y ahí están mientras están, hasta que un día ya no están. Si acaso una nota en el periódico, “Hallado el cuerpo sin vida de un transeúnte… todo indica que su fallecimiento se debió a causas naturales…” Las causas naturales de vivir en la calle. Alguna gente buena se concentra y le ofrece su presencia a modo de funeral civil para que al menos tenga ese instante en la conciencia.

No quiero presumir de ideas, pero a veces me pregunto: ¿Consideran los Consejos de Administración de las entidades financieras que las cabinas de los cajeros automáticos forman parte de su obra social? Les diré lo que yo considero: Para la próxima revolución quizá antes de tomar el Palacio de Invierno mejor sería, y más práctico, tomar el Banco de Invierno y ocupar las estaciones de tránsito, las comunicaciones estratégicas donde los fantasmas depredadores, esos seres helados de las grandes corporaciones financieras circulan impunementehacia la avaricia, la usura y el pillaje.

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