Conocidas son de sobra las
prohibiciones que sufrieron marchas como ‘Pasan los Campanilleros’ o ‘La Estrella Sublime’. Ambas obras que compartían la característica de ser esperadas por la mayoría de los presentes en las procesiones de la primera mitad del siglo XX. En esta ecuación de marchas prohibidas,
hay una tercera del maestro Farfán que no fue prohibida como tal, sino que
sufrió la autocensura de la hermandad. Se trata de
‘El Dulce Nombre’, una característica marcha compuesta para
banda de música, coro y ocarinas que sufrió la prohibición durante décadas por parte de la propia hermandad.
Esta marcha es
fruto de la relación entre la hermandad del Dulce Nombre y la mítica banda del Soria 9, que en aquel entonces dirigía Manuel López Farfán que en 1925, año del estreno de la obra citada, acompañaría al palio del Dulce Nombre en la tarde del Martes Santo.
La obra, tal y como recoge
el profesor Castroviejo en su libro ‘Farfanerías’ junto a José Ignacio Cansino, esta es una obra que a diferencia de las letras de ‘Pasan los Campanilleros’ o ‘La Semana Mayor’, estaba
pensada expresamente para voces profesionales encarnadas por un tenor y un coro, mientras que las otras marchas, la letra era cantada por el pueblo. Sin embargo, la de ‘El Dulce Nombre’ se trata de una marcha que contiene
una letra que podría haber sido compuesta por Raimundo Hernández Gómez, quien era ahijado de Farfán y letrista de varios de sus couplets y zarzuelas. La misma dice así:
Te llaman del Dulce Nombre,
hermosura peregrina,
faro de gran luz divina
que linda en tu pena vas.
Bajo palio te conducen
y orgullosos bien te lucen
todos tus fieles hermanos
de esta gloriosa hermandad.
En esta marcha, Farfán reinventa por completo todo lo que había hecho hasta ahora, con
giros que pueden ser propios de la zarzuela y con un cargado carácter lírico que lo aleja un poco de lo propiamente procesional. Quizás por eso nos encontramos con una obra que ha sido maltratada por el tiempo. Sin embargo, lo más curioso que nos podemos encontrar en ‘El Dulce Nombre’ es la inclusión de
un solo de ocarina que se puede apreciar en la grabación realizada por la Banda Municipal de Sevilla en su disco ‘Así es la historia’. Farfán había experimentado anteriormente con el violín en la también ya centenaria ‘La Estrella Sublime’, pero con este instrumento,
tan poco habitual en las bandas, fue la primera vez y única hasta la fecha dentro de las marchas procesionales.
La “mala suerte” que tuvo el maestro con esta marcha se puede ver desde prácticamente su estreno. Cuando en los estrenos de todas sus obras,
el diario ‘El Liberal’ se hacía eco de ella de una forma grandilocuente, el estreno de la obra dedicada a la dolorosa de San Lorenzo
pasó casi de puntillas con la siguiente nota: “Llevaba la Banda de cornetas de Artillería y detrás del paso de la Virgen la Banda del Regimiento de Soria, dirigida por su maestro, quien
interpretó una marcha dedicada a la Virgen”. No obstante, al igual que sus predecesoras,
el éxito fue prácticamente inmediato, hasta que comenzó a llegar su mala suerte.
Una prohibición autoimpuesta
Con la
finalización de la Guerra Civil llegarían las prohibiciones y las grandes dificultades para interpretar algunas obras que hasta ahora gozaban de una enorme popularidad. Ocurrió de manera expresa con el Miserere de Eslava y
con ‘La Estrella Sublime’ y ‘Pasan los Campanilleros’ en el panorama procesional, no siendo así con ‘El Dulce Nombre’. Fueron muchas las sanciones impuestas a las cofradías que interpretaban esas obras y la hermandad del Dulce Nombre,
con la intención de no verse expuesta a este tipo de sanciones, decidió eliminar de su repertorio la marcha que le compusiera López Farfán y que hasta el momento, era una fija en el repertorio de la cofradía.
Así lo recoge el acta del cabildo de oficiales del 23 de enero de 1944, donde se acordó por unanimidad que “al pasopalio de la cofradía volvieran a tocársele de nuevo dichas marchas procesionales,
quedando prohibidas entre ellas de ser interpretadas en adelante en esta hermandad, entre otras composiciones cofradieras las tituladas “El Refugio” de Carretero y Vidriet, “Rocío” de Vidriet y Tejera, y “Pasan los campanilleros”, “El Dulce Nombre” y “La Estrella Sublime”
todas ellas obras del hispalense de San Bernardo, Manuel López Farfán, que había acompañado a esta Cofradía y a su pasopalio durante varios años seguido”.
Desde entonces,
esta obra cayó en el ostracismo y el olvido. Esta autoprohibición ha hecho que esta obra no tenga la relevancia de la que disfrutan actualmente otras de las obras del compositor sevillano.
No sería
hasta 2005 cuando en un esfuerzo de uno de los hermanos de la cofradía que editó la partitura así como de la banda de música de ‘Las Cigarreras’,
volvió a sonar ‘El Dulce Nombre’ en la Plaza de la Gavidia 60 años después. Tras esto, vendría de manera casi inmediata la
grabación en el disco de la Banda Municipal de Sevilla anteriormente citado y que supuso
el revulsivo definitivo para la obra de Farfán.
En los últimos años, gracias a la banda de ‘La Oliva’ de Salteras,
se ha podido escuchar esta obras tras la Virgen del Patrocinio y por supuesto, tras la Virgen del Dulce Nombre, cobrando cada vez más relevancia. Solo cabe esperar que
la consagración de la marcha como centenaria, la coloque en el sitio que ocupó hace ya cien años.