La Hermandad de la Redención, una de las corporaciones más queridas del Lunes Santo sevillano, tuvo unos comienzos marcados por las dificultades y la perseverancia. Así lo ha recordado su secretario e historiador, Juan Diego Mata, quien ha hecho un repaso por los primeros años de la cofradía, desde su fundación en la iglesia de Santa María de la Blanca hasta su consolidación.
“Los años 40 y 50 fueron tiempos complicados para la hermandad. Tras la Guerra Civil surgieron muchas nuevas cofradías, muchas de las cuales acabaron incorporándose al Lunes Santo. En Santa María de la Blanca se funda una hermandad con el propósito de traer a Sevilla una devoción tan arraigada como la Virgen del Rocío de Almonte, pero a través de una hermandad de penitencia, además de rendir culto a un santo tan sevillano como es el Rey San Fernando”, ha explicado Mata.
Desde sus inicios, la corporación presentó una propuesta novedosa, lo que supuso un reto añadido a su desarrollo. “La hermandad proponía algo nuevo: salir en origen en la Madrugá, y al ser todo tan innovador, fue muy difícil. Se encargó la Virgen con gran rapidez y llegó en diciembre de ese mismo año, pero la preparación de la primera Estación de Penitencia no salió tan bien. Tanto fue así que la Junta de Gobierno dimitió en bloque y se tuvo que nombrar una Junta Gestora”, ha detallado el historiador.
En ese momento, la hermandad quedó en manos de Eugenio Hernández, una figura clave en su historia. “Fue un gran hombre que presidió la gestora hasta los años 70, aportando estabilidad y guiando a la corporación en sus momentos más críticos”, ha señalado Mata.
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