El Racing, el señor don erre que erre
El buen juego no fue suficiente para sacar un resultado positivo en Córdoba
La historia interminable. El Racing rubricó lo que es vox pópuli, le sigue sobrando minutos a los partidos que disputa. Un gol en el 46’ cuando la primera parte llamaba arrebato, en busca del socorrido vestuario, dejó tocado a un Racing que ya no se supo sobreponer al primer varapalo. El segundo, el que lo dejó KO fue el que le endosó Javi López en el 91’ cuando el partido llamaba a su final. Minutos fatales.
Si hay minutos donde los fallos están prohibidos en fútbol, son los que sobrepasan el reloj. Por partida doble hicieron mal los deberes. Nada nuevo. Los rojiblancos murieron otra vez en la orilla, tanto remar para ahogarse. La falta de oficio y los errores puntuales volvieron a recordar al equipo de semanas precedentes.
Y eso que la imagen ofrecida dista mucho del amplio marcador reflejado. Nada que ver con el equipo sin ideas de otros partidos. Controlador, con cabeza, con movilidad y con orden fueron dando sentido a un balón que pasó una y otra vez por los pies de un acertadísimo Luis Castillo. El jerezano volvió a brillar con luz propia siendo uno de los más destacados. Por sus botas pasaron todos los balones, teniendo de escudero a un Jesuli que actuó a su lado como pivote.
Por delante de estos, Lolo Prado. El capitán botó todo cuanto pudo y más. El balón parado es su fuerte y el Racing buscó incesantemente su participación. Esta vez no hubo fortuna. Y es que cada vez que el 7 marca, el Racing no pierde. Ayer, no marcó.
A su derecha apareció Alberto Piñero. El zurdo desbordó con su finura y velocidad a la defensa verdiblanca, pero se encontró con algunos recados malintencionados que mermaron su fuerza con el paso de los minutos. El pseudo césped tampoco ayudó a que el esférico rodase como debiera. De todas formas, su actuación dejó unos destellos de la calidad que el fino jugador atesora.
La defensa se mostró inconmensurable con un Chiqui Paz, auténtico señor de la zaga, muy seguro en sus acciones desarbolando a la ofensiva local. El portuense se fajó y supo anticiparse una y otra vez. Partido completísimo.
En cambio, arriba, otra historia. Otro equipo. La falta de cohesión entre la medular y la zona ofensiva maniató la posibilidad de sacar mayor rendimiento al control del partido. De poco vale tener la pelota si luego no se profundiza y no se le saca provecho. El Racing se alarga formando dos oasis, dos equipos muy diferenciados. La antitesis encuentra en estos lo defensivo y lo ofensivo.
Susto
La historia pudo cambiar nada más comenzar el choque. Unas manos infantiles de Isaac en el 4’ pudieron cambiar el rumbo del partido. Por suerte, el sevillano García Gutiérrez, impecable todo el partido, no estimó oportuno señalar la pena máxima. Todo el mundo lo vio, en cambio, el trencilla prefirió recrear su mirada en el azulado cielo cordobés.
Primer susto nada más empezar. Presagio de lo que vendría a continuación.
La fortuna primaba con una segunda oportunidad a una escuadra que fue tomándole el pulso al partido. La victoria, conseguida 72 horas antes en Lebrija, animó y dio tranquilidad en el entorno. Los incondicionales racinguistas desde la grada, más de 50 aficionados se dieron cita, dieron colorido y animación al cemento califa.
Nada que objetar a la entrega, lucha y disposición táctica. Pocos peros se le puede poner a un equipo que se vació sobre el maltrecho e inerte césped cordobés. Los portuenses supieron encerrar a base de coraje a un equipo local que no mereció un premio tan grande a lo poco dispuesto. Bien en cierto, que los rojiblancos poco peligro llevaron al portal de Sillero, que se mantuvo casi todo el encuentro como un mero espectador más en la matinal preveraniega.
Con triangulaciones fueron comiendo terreno aunque estéril, pues el dominio no se reflejó en el marcador. Para marcar hay que elaborar ocasiones y, hoy por hoy, eso no viene sucediendo con demasiada frecuencia. Cuando el descanso se buscaba con ahínco ante el calor reinante, llegó la jugada. Una falta lateral a pocos metros del pico izquierdo del área de Ismael, fue botada con acierto para que tras cabecear por un jugador verdiblanco fuese aprovechada por José Manuel.
El lateral derecho recogió el balón en la misma línea del área y batió a un Ismael que se había mostrado muy seguro. El gol cayó como un jarro de agua fría. Todo el trabajo de 45 minutos se cayeron de un plumazo. Mucho esfuerzo para irse perdiendo. Entre la incredulidad y el desasosiego, los jugadores se retiraron al vestuario. Cariacontecidos aún no entendían como iban por detrás en el marcador.
Más entonados
Los cambios tan pronunciados reencontraron a un equipo mucho más metido y mucho más entonado en la segunda mitad. Las consignas y las arengas técnicas hicieron efecto, tras comprobar como discurrió la segunda mitad. Galisteo, poco habitual en él, realizó un doble cambio. Cadena por Jesuli y Corner por Expósito.
Con Dani Cadena, las internadas del sanluqueño buscaron el juego entrelíneas dando una mayor claridad de ideas. El filial cordobesista empezaba a soportar la mejor versión rojiblanca. Sin ser perfecta, fue suficiente para llegar el peso del choque. Estos empezaron a merodear incesantemente el área local. Expósito daba el testigo al británico Corner. Ni uno ni otro fueron suficientes razones para probar la meta local.
Los cordobesistas, otro filial más, demostraron que el fútbol es para listos. Éstos no juegan, compiten. Pequeños detalles que decantan la balanza. Todo no es correr y marcar y los filiales siguen demostrando que continúan un escalón por encima del resto. Picardía y tacañería conviven con la esencia del fútbol. Aquí no hay lugar para que el que intenta vencer desde las odas poéticas del fútbol pleno.
Los de Pierini, al más puro estilo italiano, fueron cortando una y otra vez el ritmo del partido. Casi durmiendo a su rival. Los racinguistas, en cambio, intentaban llegar con pases medidos y con fundamento. Con cabeza. De poco o nada le valió. Una nueva muestra más que cualquier equipo tiene más oficio del que despliega los de Galisteo que se sigue quedando afónico cada vez que reclama en el desierto, el mal que viene padeciendo su equipo. Tendrá que cambiar de táctica y probar la competitivad por la de jugar sobre la marcha. Sinónimos que más bien parecen antónimos en las botas de sus pupilos.
En el tramo y buscando el empate, se abrieron y se fueron arriba. Una de las contras y cuando ya el tiempo se había sobrepasado (46’), el Córdoba B decidió aprovechar un error defensivo de Ezequiel para terminar de apuntillar a un Racing, que no encontraba consuelo a lo que le había sucedido. 46, mal número. Número y más números que hicieron palidecer al más pintado. Por un lado, los verdiblancos se frotaban los ojos ante una victoria tan clara y holgada, por otro, los rojiblancos aún se preguntan que deben hacer para acortar el reloj. Los minutos matan y el cronómetro demostró que no entiende de historias aunque estas sean interminables.
Ficha técnica:
Córdoba B: Sillero, José Manuel, Vega (Monti 65’), Fran Cruz, Bernardo, Carmona, Carlos Martínez, Juanje, Pepe Capitán (Castellano 77’), Vico (Miquel 86’) y Javi López.
Racing Portuense: Ismael, Josh Dale (Rober 76’), Ezequiel, Chiqui Paz, Isaac, Jesuli (Cadena 65’), Lolo Prado, Luis Castillo, Expósito ( Corner 57’), Nene y Piñero
Goles:
1-0 m. 46: José Manuel. Tras rechace después de lanzamiento de falta.
2-0 m. 91: Javi López. Dentro del área pequeña tras contragolpe.
Árbitro: García Gutiérrez (Sevilla). Amonestó con amarilla a los locales José Manuel, Vega y Juanje. Por parte visitante la vieron Ezequiel, Isaac y Corner.
Si hay minutos donde los fallos están prohibidos en fútbol, son los que sobrepasan el reloj. Por partida doble hicieron mal los deberes. Nada nuevo. Los rojiblancos murieron otra vez en la orilla, tanto remar para ahogarse. La falta de oficio y los errores puntuales volvieron a recordar al equipo de semanas precedentes.
Y eso que la imagen ofrecida dista mucho del amplio marcador reflejado. Nada que ver con el equipo sin ideas de otros partidos. Controlador, con cabeza, con movilidad y con orden fueron dando sentido a un balón que pasó una y otra vez por los pies de un acertadísimo Luis Castillo. El jerezano volvió a brillar con luz propia siendo uno de los más destacados. Por sus botas pasaron todos los balones, teniendo de escudero a un Jesuli que actuó a su lado como pivote.
Por delante de estos, Lolo Prado. El capitán botó todo cuanto pudo y más. El balón parado es su fuerte y el Racing buscó incesantemente su participación. Esta vez no hubo fortuna. Y es que cada vez que el 7 marca, el Racing no pierde. Ayer, no marcó.
A su derecha apareció Alberto Piñero. El zurdo desbordó con su finura y velocidad a la defensa verdiblanca, pero se encontró con algunos recados malintencionados que mermaron su fuerza con el paso de los minutos. El pseudo césped tampoco ayudó a que el esférico rodase como debiera. De todas formas, su actuación dejó unos destellos de la calidad que el fino jugador atesora.
La defensa se mostró inconmensurable con un Chiqui Paz, auténtico señor de la zaga, muy seguro en sus acciones desarbolando a la ofensiva local. El portuense se fajó y supo anticiparse una y otra vez. Partido completísimo.
En cambio, arriba, otra historia. Otro equipo. La falta de cohesión entre la medular y la zona ofensiva maniató la posibilidad de sacar mayor rendimiento al control del partido. De poco vale tener la pelota si luego no se profundiza y no se le saca provecho. El Racing se alarga formando dos oasis, dos equipos muy diferenciados. La antitesis encuentra en estos lo defensivo y lo ofensivo.
Susto
La historia pudo cambiar nada más comenzar el choque. Unas manos infantiles de Isaac en el 4’ pudieron cambiar el rumbo del partido. Por suerte, el sevillano García Gutiérrez, impecable todo el partido, no estimó oportuno señalar la pena máxima. Todo el mundo lo vio, en cambio, el trencilla prefirió recrear su mirada en el azulado cielo cordobés.
Primer susto nada más empezar. Presagio de lo que vendría a continuación.
La fortuna primaba con una segunda oportunidad a una escuadra que fue tomándole el pulso al partido. La victoria, conseguida 72 horas antes en Lebrija, animó y dio tranquilidad en el entorno. Los incondicionales racinguistas desde la grada, más de 50 aficionados se dieron cita, dieron colorido y animación al cemento califa.
Nada que objetar a la entrega, lucha y disposición táctica. Pocos peros se le puede poner a un equipo que se vació sobre el maltrecho e inerte césped cordobés. Los portuenses supieron encerrar a base de coraje a un equipo local que no mereció un premio tan grande a lo poco dispuesto. Bien en cierto, que los rojiblancos poco peligro llevaron al portal de Sillero, que se mantuvo casi todo el encuentro como un mero espectador más en la matinal preveraniega.
Con triangulaciones fueron comiendo terreno aunque estéril, pues el dominio no se reflejó en el marcador. Para marcar hay que elaborar ocasiones y, hoy por hoy, eso no viene sucediendo con demasiada frecuencia. Cuando el descanso se buscaba con ahínco ante el calor reinante, llegó la jugada. Una falta lateral a pocos metros del pico izquierdo del área de Ismael, fue botada con acierto para que tras cabecear por un jugador verdiblanco fuese aprovechada por José Manuel.
El lateral derecho recogió el balón en la misma línea del área y batió a un Ismael que se había mostrado muy seguro. El gol cayó como un jarro de agua fría. Todo el trabajo de 45 minutos se cayeron de un plumazo. Mucho esfuerzo para irse perdiendo. Entre la incredulidad y el desasosiego, los jugadores se retiraron al vestuario. Cariacontecidos aún no entendían como iban por detrás en el marcador.
Más entonados
Los cambios tan pronunciados reencontraron a un equipo mucho más metido y mucho más entonado en la segunda mitad. Las consignas y las arengas técnicas hicieron efecto, tras comprobar como discurrió la segunda mitad. Galisteo, poco habitual en él, realizó un doble cambio. Cadena por Jesuli y Corner por Expósito.
Con Dani Cadena, las internadas del sanluqueño buscaron el juego entrelíneas dando una mayor claridad de ideas. El filial cordobesista empezaba a soportar la mejor versión rojiblanca. Sin ser perfecta, fue suficiente para llegar el peso del choque. Estos empezaron a merodear incesantemente el área local. Expósito daba el testigo al británico Corner. Ni uno ni otro fueron suficientes razones para probar la meta local.
Los cordobesistas, otro filial más, demostraron que el fútbol es para listos. Éstos no juegan, compiten. Pequeños detalles que decantan la balanza. Todo no es correr y marcar y los filiales siguen demostrando que continúan un escalón por encima del resto. Picardía y tacañería conviven con la esencia del fútbol. Aquí no hay lugar para que el que intenta vencer desde las odas poéticas del fútbol pleno.
Los de Pierini, al más puro estilo italiano, fueron cortando una y otra vez el ritmo del partido. Casi durmiendo a su rival. Los racinguistas, en cambio, intentaban llegar con pases medidos y con fundamento. Con cabeza. De poco o nada le valió. Una nueva muestra más que cualquier equipo tiene más oficio del que despliega los de Galisteo que se sigue quedando afónico cada vez que reclama en el desierto, el mal que viene padeciendo su equipo. Tendrá que cambiar de táctica y probar la competitivad por la de jugar sobre la marcha. Sinónimos que más bien parecen antónimos en las botas de sus pupilos.
En el tramo y buscando el empate, se abrieron y se fueron arriba. Una de las contras y cuando ya el tiempo se había sobrepasado (46’), el Córdoba B decidió aprovechar un error defensivo de Ezequiel para terminar de apuntillar a un Racing, que no encontraba consuelo a lo que le había sucedido. 46, mal número. Número y más números que hicieron palidecer al más pintado. Por un lado, los verdiblancos se frotaban los ojos ante una victoria tan clara y holgada, por otro, los rojiblancos aún se preguntan que deben hacer para acortar el reloj. Los minutos matan y el cronómetro demostró que no entiende de historias aunque estas sean interminables.
Ficha técnica:
Córdoba B: Sillero, José Manuel, Vega (Monti 65’), Fran Cruz, Bernardo, Carmona, Carlos Martínez, Juanje, Pepe Capitán (Castellano 77’), Vico (Miquel 86’) y Javi López.
Racing Portuense: Ismael, Josh Dale (Rober 76’), Ezequiel, Chiqui Paz, Isaac, Jesuli (Cadena 65’), Lolo Prado, Luis Castillo, Expósito ( Corner 57’), Nene y Piñero
Goles:
1-0 m. 46: José Manuel. Tras rechace después de lanzamiento de falta.
2-0 m. 91: Javi López. Dentro del área pequeña tras contragolpe.
Árbitro: García Gutiérrez (Sevilla). Amonestó con amarilla a los locales José Manuel, Vega y Juanje. Por parte visitante la vieron Ezequiel, Isaac y Corner.
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