Este fin de semana llega a las salas españolas Hitchcock, una cinta cuyo mayor atractivo es ofrecer al espectador el lujo que supone tener mano a mano en pantalla a dos colosos como Anthony Hopkins y Helen Mirren.
Basada en el libro Alfred Hitchcock and the Making of Psycho de Stephen Rebello, esta metapelícula dirigida por Sacha Gervasi relata el rocambolesco proceso de gestación de la obra más emblemática del cineasta británico: Psicosis. Una película convertida en mito gracias en gran parte a una de las secuencias más admiradas, analizadas y reproducidas de la historia del séptimo arte.
Corre el año 1959 y, tras romper la taquilla con su aclamada Con la muerte en los talones, el maestro del suspense busca nuevos retos. Los estudios presionan para que repita la fórmula y la prensa le sugiere si no sería mejor retirarse ahora que está en la cresta de la ola. Pero, a sus sesenta años, él quiere más.
Inmerso en esa búsqueda de nuevos horizontes cinematográficos, llega a sus manos Psycho, una obra de Robert Block inspirada en un caso real: los macabros asesinatos de Ed Gein. Brutales crímenes, incesto y travestismo son algunos de los ingredientes de la obra que cautiva al director.
Un proyecto muy arriesgado y, dicen los dirigentes de Paramount, poco elegante y sutil para lo que corresponde al cineasta más exitoso de Hollywood. Con los estudios dándole la espalda, todo el peso de sacar adelante la película recaerá en el propio Hitchcock. En él... y en su inseparable Alma Reville, su mujer que es mucho más que su esposa.
Y es que, más allá de su inevitable aroma a "Cómo se hizo...", Hitchcock es un relato de la crepusculuar relación entre Alfred y Alma, de cómo la esposa mantiene a raya al maestro del suspense y canaliza sus miedos, obsesiones, vicios y perversiones. Un retazo de cine dentro del cine que nos muestra cuánta paciencia es necesaria para soportar a un genio pagado de sí mismo.
Pero el de Hitchcock es un relato desequilibrado. Y no por culpa de sus protagonistas, el Sir y la Dama del Imperio Británico cumplen con creces. A pesar de su muy mejorable caracterización, Hopkins realiza un gran trabajo, sobre todo el plano vocal (la versión original es, como casi siempre, impepinable). Y Helen Mirren está como suele. Es decir, sencillamente excelente.
Todo lo que descubrimos de su personaje, Alma, lo poco que profundizamos en ella y en su compleja y abnegada relación con el cineasta, es incluso más de lo que Gervasi escarba en la figura del genio. Eso es lo que motiva que, en su conjunto, Hitchcock esté algo descompensada.
No era necesario recrearse en el lado más sórdido de Hitchcock como hizo The Girl -el reciente telefilm de la BBC y la HBO protagonizado por Toby Jones y Sienna Miller que relata el acoso al fue sometida Tippi Hedren por parte del cineasta británico-- pero sí ahondar con más intensidad y densidad el algunos de los muchos e interesantes matices de quien pone nombre al título de la película.
En todo caso, hay que reconocer que en su -presumimos que buscada- ligereza y superficialidad, Hitchcock es un entretenimiento eficaz, pulcro y a ratos muy divertido. Y lo es a pesar de que se quede a medio camino, a la mitad. Una cinta que parece querer hacer honor a una de las gracietas más repetidas del maestro: "You may call me Hitch. Hold the cock" (la traducción, en su versión repoducible, sería algo así como: "Puedes llamarme Hitch. Cómete el resto").