Partiendo de un pasado muy próximo, todavía en vigor, esta sociedad mundial se dividía en dos bloques antagónicos, y eso de “El que no está conmigo, está contra mí”sigue estando vigente.
Superada con el resultado de todo el mundo conocido de la victoria por abandono del rival de una de las partes, no pareció que ello bastara para que los vencedores quedaran satisfechos. De esta manera, todo aquello que tenía vinculación bien ideológica, bien estratégica, con el bloque perdedor, se convirtió en objetivo de destrucción por parte de los vencedores: había que ganar por exterminio.
Pero como todo esto, a pesar de la idiocia, de la estulticia y de la pasividad de la amplia mayoría de los seres de este planeta, cómplices de tan sucias artimañas, era preciso justificarlo. Se asumió como código de verdades absolutas todo lo que representa el tipo de sociedad que impusieron; en tanto que lo demás, lo que no coincide con el pensamiento único, se considera deleznable y por lo tanto está justificado acabar con ello, sin ningún remordimiento.
Por esta razón la democracia burguesa, la economía de mercado, el pensamiento liberal y los distintos credos que los sustentan, son el andamiaje ideológico que permite imponer la panacea mundial. En virtud de los mismos, los adalides de la causa, a la sazón los EEUU y los otros estados, acólitos, satélites o pelotas, se arrogan el derecho a intervenir de la forma que estimen conveniente, ante cualquier situación que les apetezca. Todo esto sencillito para que el vulgo lo apoye, siendo capaces de asentir dando cabezadas de aprobación.
Pero como la vida es algo más compleja, resulta que para llevar a cabo sus intereses, esta gente se sirve de sicarios muy bien pagados que mantienen muchos de los países de la forma que más le convenga a los intereses de los amos del mundo. A veces es tan torpe, tan burda y tan escandalosa su actitud, que es difícil que los mismos amos sean capaces de explicar su actuación.
Como consecuencia de lo anterior nos encontramos ante situaciones tan contradictorias que nos obligan a hacernos creer que lo mismo en un sitio que en otro, con la diferencia de que uno esté alineado en el bando correcto o equívoco, sea totalmente comprensible o absolutamente injustificable.
Me vienen a la mente los casos tan actuales y tan impactantes como Egipto y Siria. Para nada voy a tratar de defender ninguna de las dos situaciones, pero mientras las salvajadas crueles y asesinas que se producen en Siria, posiblemente por los dos bandos, van a provocar (cuando lean esto es muy posible que se haya producido) un ataque militar de desmesuradas proporciones contra el bando del gobierno; en Egipto, las mismas o parecidas bestialidades, se comprenden de una u otra manera y se solucionarán impidiendo que haya partidos confesionales. Hasta ahí el cinismo, hasta ahí la vergüenza.
De la misma manera que Corea del Norte, Irán, Cuba, Venezuela, Ecuador, etc, etc, son consideradas dictaduras ominosas e indeseables, aunque en parte de ellas funciona la democracia burguesa con tantas o más garantías que las que tenemos aquí; se bendicen salvajes regímenes tiránicos, corruptos o que no respetan la legalidad internacional, como Guinea Ecuatorial, de la que muchos de nuestros paisanos podrán dar datos fehacientes, o Marruecos, Indonesia, Filipinas, Arabia Saudí, Israel y otros muchos.
¿Se puede consentir ese doble rasero? Está claro que como decía Orwell en “Rebelión en la Granja”. “Todos somos iguales, menos algunos que somos más iguales que otros”.
Por culpa de eso, es muy fácil caer en la lectura simplista, pero tremendamente lógica, de alinearse, aunque solo sea por simpatía, con quienes son el objetivo de los vanidosos y soberbios conquistadores. Haciéndonos a muchos capaces de defender sistemas indefendibles, por el hecho de que estén en la lista negra. Como muy bien decía Carlos Puebla “Lo que es bueno para el yankee, para los pueblos es malo”
Quizas, con muy poquitas perspectivas de éxito, una valiente línea de pensamiento pugna por abrirse paso, Un nueva corriente que como decían de la justicia, que esa es otra, sea lo suficientemente ciega para no dejarse engañar, denunciando lo que se ve mal venga de donde venga. En esas estamos.
Me queda la palabra
El Color del Cristal
¿Se puede consentir ese doble rasero? Está claro que como decía Orwell en “Rebelión en la Granja”: “Todos somos iguales, menos algunos que somos más iguales que otros”.
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