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El error Maripaz

Fue el lunes cuando la alcaldesa de Ronda se puso en Pasionaria -ya lo dije- con unos toques de Chanel proletario y algunas poses a lo Vogue que nos hicieron recordar a Jane Goodall en su más que plausible defensa del hermano chimpancé. Había convocado a las fuerzas vivas de la ciudad —que ni result

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Fue el lunes cuando la alcaldesa de Ronda se puso en Pasionaria -ya lo dije- con unos toques de Chanel proletario y algunas poses a lo Vogue que nos hicieron recordar a Jane Goodall en su más que plausible defensa del hermano chimpancé. Había convocado a las fuerzas vivas de la ciudad —que ni resultaron tantas ni tan obedientes— para montar una asonada contra la Junta o algún tipo de guirigay por el olvido de que somos víctimas los aborígenes de estas sierras en asunto de comunicaciones e infraestructuras.
O sea que motivos para la reclamación y hasta para un levantamiento popular los hay a espuertas, pero quien convoca y arenga debe tener un mínimo de liderazgo del que la señora alcaldesa, hoy por hoy, carece.

Maripaz llegó a la cabeza de la derecha local después de escalar posiciones en el PP que dirigía con mano de hierro, pocos votos y mucho poder don José Herrera. Se hizo un sitio tras sortear no pocas zancadillas, algún que otro bulo, muchos más insultos y descalificaciones de los que resultaría asumible y, en fin, que aunque no ganó las elecciones municipales acabó dando en alcaldesa con los apoyos de un PA que recién salía de los piélagos del transfuguismo.

Prometía, la verdad es que Maripaz, tan joven ella, entonces, prometía adecentar y limpiar la imagen de un ayuntamiento que no pasaba por sus mejores momentos. Yo al menos confiaba en que se dejaría llevar por la sensatez, confiaba en que apartaría a esos parásitos que ya son como la foto fija de la ciudad y que se escoraría hacia la inteligencia de la derecha que busca encuentros con los socialistas de la Junta siguiendo eso de: “A las moscas con miel y no con hiel”. Vamos que lo que yo esperaba era que pasito a paso fuese ganándose las consejerías, para ultimar las obras y demasiés que su antecesor en el cargo dejó a medias o lo que es peor, sin estrenar y pidiendo derribo.

Pero no. Doña Maripaz entró con ganas y fue perdiendo fuelle con la misma velocidad que los dineros de Los Merinos dejaban de llegar a las arcas municipales, hasta acabar cuestionada y rodeada —tal vez presa— de la clac de los años noventa: recuerda: fantasmas que parecían desaparecidos y que el lunes regresaron a los bajos del ayuntamiento para evidenciar más aún el fracaso monumental de una convocatoria que se planificó pésimamente y que deja el prestigio político de la alcaldesa por los suelos. Bastaba ver la cara de póquer del secretario general de los andalucistas rondeños, allí presente, recreándose en el batacazo mayúsculo de Maripaz, porque ella, que prometía tanto, no había conseguido la asistencia ni tan siquiera de dos decenas de ciudadanos, una vez descontados deudos, carguillos y buitres a la espera. La alcaldesa no se echó la foto que tanto precisa para repetir de cartel electoral.

¿Y qué pensar si monta un cirio pascual con el pestiño de las protestas por el pésimo estado de las comunicaciones serranas y no logra ni que los propios asistan? ¿Pero es que no ve que su estrategia olía a partidismo y autopromoción de cara al PP malagueño que ahora la cuestiona? La reunión del lunes la deja a los pies de los caballos, es decir en manos de los verdaderos poderes fácticos de la ciudad, que nunca escondieron sus deseos de verla fuera de la pomada por entender que “no es de las suyas”? Se me entiende.

Yo creo, con todos los respetos, que lo que debería hacer es ponerse en Celita Villalobos, pillar tren a Madrid, acampar en los jardincillos de la Moncloa que señorea don Mariano Rajoy y no levantarse hasta que Montoro mande a Andalucía los cuartos que nos debe. Si el PP de las Españas arrimase a los andaluces los dineros que nos debe, seguro que no sólo se acabarían las rotondas rondeñas y la carretera de Ardales, es que hasta el mar llegaría al Tajo.

Lo que pudimos observar el lunes fue la absoluta falta de liderazgo que sufre la ciudad. Y sin liderazgos no hay hazañas ni respeto. Para ir de Espe Aguirre se necesitan sus votos y su carisma. ¿Terminarían rajando de los ERE en alguna bodega favorecida?

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