El ajedrez es un deporte de estrategia y de mucha tesón. Las piezas son muy importantes, un peón puede decidir una partida. El más débil puede derrocar verdaderos reyes, agazapados en sus últimos recuadros, esperando que el tiempo se agote inexorablemente.
Putin ha movido sus alfiles, ha recolocado sus torres y con hastío avasalla a la Ucrania dividida. Divide y vencerás, una de las leyes de la vida, ¿qué será lo siguiente? Esperemos que la batalla definitiva se resuelva en los despachos y no en la arena.
El reloj marca el compás imparable de la historia. Hace unos meses estábamos contemplando como un pueblo se atrincheraba en la libertad y exigía el abandono de un gobierno supuestamente no querido. ¿Realmente vimos lo que el pueblo anhelaba?
La prensa es la que nos amamanta de la rica información. Todos chupamos de la misma teta. Da igual que la redacción sea azul, roja o verde, mismo perro y diferente collar.
Vladimir es sabio, inteligente y juega al contragolpe. No se manchará las manos, aunque luego se las limpiará impío y con orgullo. La añoranza de una URSS deslumbrante rojiza en nuestros mapas políticos concilia en su sueño cada vez más real.
¿Qué hacen los opositores? Portadores de una palabra cobarde cuando se trata de un digno adversario. Si en vez del frío ruso, habláramos de la sierra ardiente de Mahoma, los bombardeos serían el pan de cada día. ¿Lo siguen siendo? Claro, pero nuestra madre nos lo cuenta en murmullo.
Mucha gente, enajenada por la fantasía de la heroicidad, habla de este tema como si de una simple partida de Risk se tratara. El tablero está puesto, las miniaturas colocadas y los jugadores listos. Solo falta tirar los dados y que empiecen a contabilizarse las bajas. Pero claro, ¡qué bien se vive en un país ajeno a la catástrofe!
El destino de muchos está en manos del sino. Cada movimiento en falso puede decantarse por una cosa o por otra. Mi más sentida opinión es que el político ruso tiene la sartén por el mango. Es al único que un conflicto armado no le afectaría tanto y, quizás, el fruto que ello pueda generar sea de lo más sabroso.
Supongamos que tenemos un hámster en una jaula harto de pipas. Tras la verja dejamos una suculenta pera de agua totalmente pelada. El animal se lanzará babeante royendo todo lo que pille a su paso. Este es un buen símil de la realidad.
Ucrania, cada vez más pequeña, es la fruta, Rusia el roedor y la jaula la UE y USA. A día de hoy no van a atacar, solo a prohibir y sancionar. Unas cuestiones cordiales y modélicas para evitar una masacre que otros quizá buscan.
La gente no muere por un ideal, muere por un sentimiento. ¿Es esta la mejor Rusia? No. Una nación idílica es una nación pacifista, al menos para mí.
Putin puede parecerse a Mourinho con el fútbol. Oportunista, al borde de la legalidad y maquiavélico, da igual los medios, solo importa el fin. Así consiguen sus objetivos, no es negativo y dan buenos resultados por lo que se ve, si no mira con quien está ahora anexionada Crimea.
El gobernador Euroasiático puede generar diversas opiniones, no obstante, no se puede negar su sangre ansiosa de emociones y de victorias. ¿Qué nos deparará el futuro? No lo sé, como sus detractores no se hagan más denotar, nos veremos una España federalista dentro del régimen ruso.