Teresa Rodríguez está curtida en mil batallas de contacto con la calle en manifestaciones y enarbolando todas las banderas de las reivindicaciones en las que cree ciegamente. Alguien la definió como “una mujer a un megáfono pegada” pero también tiene vida más allá de eso y de la política. Tiene pareja, José María, que también vive en Cádiz y se adapta a esta forma de vida frenética pues se conocieron en esta vida de reivindicación y comparten acciones y adhesión a Podemos. Esta mujer simpática, agradable de trato, inteligente e idealista, está plagada de ilusiones que el tiempo dirá si se frustran o se hacen realidad en el complejo mundo de la “real politik”.
—Su infancia en Rota ¿cómo la recuerda?
—Recuerdo los inviernos estudiando mucho, siempre he estudiado, siempre he querido saber mucho. Recuerdo también mi época de deportista, natación, balonmano, baloncesto, voleibol, incluso estuve en los scouts y hacíamos excursiones campestres... Siempre llena de actividad. Luego la playa en verano desde las 9 de la mañana a las 9 de la noche. Mi familia tenía una pequeña droguerí a en Rota, luego dos perfumerías. Mi madre de orígenes muy humildes en Sevilla, luchó mucho para trabajar en distintas labores. Me siento muy orgullosa de esa rebeldía feminista aunque ella no lo sepa y su lucha por trabajar como mujer.
—Facultad de Filosofía en Sevilla con 18 años
—Me traslado a Sevilla y voy a casa de otra parte de mi familia. El primer año es entrañable, vivo con mi tía. Rememoro la inquietud cultural, aprender, asistir a clases con grandes profesores, ir al cine… Al año siguiente compartí piso con otras compañeras y viví también el hecho de emanciparte y compartir las labores de casa. Allí encontré a mis referentes de lucha social y convertí m i vida en una asamblea permanente. Era mi familia de la lucha y la pelea social. Todo ello no dejando de estudiar y formarme.
—¿Como se define humanamente más allá de la vertiente social y política?
—Me resulta muy difícil desligar mi personalidad de mis ideales. Mi forma de ser siempre ha estado ligada a mis ideales. Somos muchos así, no yo sola. Me considero una persona tranquila, condescendiente y tolerante pero intolerante con las injusticias ajenas
—Insultos, frikis, bolivarianos, ETA, izquierda radical ¿Le han dicho de todo?
—En parte los entiendo porque estamos traslado a una mayoría social que hay que acabar con una serie de privilegios que ostenta una minoría. Quien se siente parte de esa minoría pues se siente amenazado y reacciona con forma virulenta. “Ladran luego cabalgamos” que decía Cervantes. Preferiría que nos cuestionen en nuestros planteamientos, en nuestro programa y hablemos de las cosas que interesan a la gente. Hablemos de soluciones y no con insultos. La gente está harta de pelea e insultos, quiere solución a sus problemas graves.
—Solo el dar respuesta verbal a los problemas o decir a la gente lo que le gusta oír puede hacer a Podemos correr el peligro de no evolucionar, que no tengan ideología y convertirse en una movimiento populista
—Tenemos ideología. Nuestra ideología la marca el programa: el reparto de la riqueza, cuestionar el pago de la deuda ilegitima, denunciar el rescate bancario, los despidos, los desahucios, los recortes, etc … Esa es nuestra ideología. Lo que no necesitamos ni queremos es hacer alarde de identidad política porque las ideologías hoy están diluidas. Muchos sentimos el “llamao” de la izquierda porque es la memoria de los que antes dieron la cara y su vida por lo que hoy luchamos nosotros. La mayoría de la gente entiende que izquierda y derecha hacen lo mismo. Si ser populista es plantear medidas de urgencia para solucionar los problemas de la gente a corto plazo, no tengo problema en ser populista.