“La cirugía estética es una especialidad joven y todavía en desarrollo, que intenta renovar constantemente sus técnicas e indicaciones, y plantea un desafío para el cirujano en cuanto a poder ofrecer respuestas actualizadas a sus pacientes”, afirma sin dudarlo el jefe de la Unidad de Cirugía Plástica del Hospital Universitario Puerta del Mar de Cádiz, Javier Fregenal. En su opinión, “los medios de comunicación consideran bastante atractivo este campo y se hacen eco de las novedades antes incluso de que se difundan adecuadamente por las vías científicas. En los últimos tiempos se está hablando de una serie de temas que están de moda en relación a nuestra especialidad. Estas son algunas preguntas frecuentes que nos hacen nuestros pacientes”.
—¿Se puede aumentar el pecho sin prótesis?
—El mejor método para realizar un aumento de mama, y casi diría que el único actualmente, es el implante de prótesis de gel de silicona. Esta intervención lleva realizándose desde hace décadas, con excelentes resultados y escasas complicaciones. El miedo al quirófano es comprensible, el riesgo de la anestesia general existe, pero si comparamos los riesgos con los beneficios es probablemente la intervención que dentro de la cirugía estética proporciona los mejores resultados con los menores riesgos.
—¿La técnica más actual es el aumento y la reconstrucción de la mama con la propia grasa?
—Efectivamente se está oyendo y se está escribiendo mucho en los periódicos sobre el aumento e incluso la reconstrucción completa de la mama con la grasa de la propia paciente. Lo que realmente ha cambiado es que hasta hace relativamente poco tiempo la infiltración de grasa o de otros productos se consideraba un método absolutamente proscrito y contraindicado en la mama, por su escasa utilidad, y por el número y la importancia de las complicaciones que podría causar. Los últimos trabajos realizados han demostrado que la infiltración de grasa, si se realiza correctamente, puede ser útil y puede realizarse en algunas pacientes muy seleccionadas. Pero desde luego en la actualidad no es una alternativa a las prótesis de silicona para el aumento mamario, ni para otros métodos de reconstrucción para el cáncer de mama.
—¿Prótesis redondas o anatómicas, en qué plano, y dónde la cicatriz?
—Es una decisión de la paciente. Para el cirujano es igual utilizar una técnica u otra. Lo importante es dejar claro lo que se puede obtener con cada una de estas opciones. La mama juvenil tiene forma de gota, con un polo superior más aplanado y un polo inferior más pleno y redondeado. Si se quiere obtener un resultado natural, es imprescindible el uso de prótesis anatómicas. Las prótesis redondas sólo las utilizo en mujeres que desean un escote más evidente, a costa de un resultado más artificial, que pocas veces pasa desapercibido. Las prótesis anatómicas están diseñadas para ponerlas por encima del músculo pectoral, con una cirugía menos agresiva y con menos complicaciones. Las prótesis redondas hay que camuflarlas por debajo del músculo, para disimular el aspecto artificial del polo superior. Al tener que seccionar el músculo pectoral puede ser una cirugía algo más molesta y con un tiempo de recuperación algo más largo. La vía de abordaje que prefiero es la incisión en el surco submamario. Aunque la cicatriz en la areola suele ser de muy buena calidad, por poco que se note es imposible de ocultar. La cicatriz en el surco es siempre más difícil de ver.
—¿Puedo regalar una intervención de cirugía estética?
—El concepto de una operación quirúrgica es muy diferente y algo más complicado que el regalo de un móvil o un equipo de música. En la consulta, el médico evalúa cada caso y decide si una intervención quirúrgica puede resolver o mejorar los problemas que se plantean. El especialista puede orientar sobre los resultados previsibles y valorar si los deseos del paciente son alcanzables. El cirujano tiene la obligación de explicar las complicaciones que se pueden presentar y si merece la pena correr esos riesgos. Sólo después de este proceso se propone una intervención, pero la decisión última corresponde al paciente, no corresponde a los familiares o acompañantes que, aunque generalmente apoyan sus decisiones, en algunas ocasiones se pueden mostrar en total desacuerdo. Menos frecuente incluso es que alguien intente forzar una intervención no completamente deseada. Esta rutina entre el paciente y su cirujano de valorar si merece la pena correr los riesgos de la cirugía es igual siempre, independientemente de quien afronte los gastos. También es independiente de la edad del paciente. Por mucho que unos padres insistan en operar a su hijo de unas orejas excesivamente desplegadas, nunca se opera hasta que el niño manifiesta claramente que es él quien tiene un problema y que quiere resolverlo a pesar del miedo que le dan los médicos y los hospitales.
—¿Entonces quién decide la cirugía en niños y adolescentes?
—En la práctica es una decisión conjunta de paciente, familia y cirujano. Legalmente hasta los 16 años los padres deciden, aunque hay que escuchar al niño; está claro que nunca se va a operar en contra de sus deseos. Entre los 16 y 18 años los adolescentes deciden, aunque hay que escuchar a los padres. En este caso tampoco se puede ir en contra de la opinión de los padres, puesto que van a tener que afrontar los gastos.
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