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Me queda la palabra

La Gran Estafa del Neoliberalismo

Bastó que se anunciase que Syriza tenía amplia mayoría en las encuestas para que la bolsa se hundiese; pero como el dinero no tiene escrúpulos, pasados unos días de las elecciones, ya estaban recuperados los índices previos.

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Si algo caracteriza al modelo de sociedad en el que vivimos es que acostumbra a presentar con toda naturalidad una inacabable sarta de mentiras como verdades absolutas. Lo peor de todo es que, en la mayoría de los casos, también le suele acompañar una desconfianza tan irracional en much´s de nosotr´s , que basta que una información salga como constatación de un hecho meridianamente claro para que surjan de inmediato quienes le buscan tres pies al gato para llegar a conclusiones absurdas. Ejemplo: la matanza de Charlie Hébdo y la explicaciones que alguien se atreve a emplear.
Pero no es ese el tema de hoy, como indica el título hace referencia a la Gran Estafa (es costumbre que la mayoría de los títulos que empleo son homenajes a películas, discos, libros o canciones; en este caso a Sex Pistols que a la gente menos joven le resultará familiar).
El sistema basado en el liberalismo, reforzado en las nuevas tendencias neoliberales que arrasan con las conquistas del estado del bienestar, con mayor o menor beneplácito, es aceptado por todos los agentes políticos; y nadie, salvo poc´s, honrad´s y con escaso predicamento,se mantienen irreductibles, sin muchas esperanzas de solución.
Este sistema, seguro de sí mismo y de su perdurabilidad, se atreve a emplear todos sus recursos para perpetuar a sus más fieles acólitos en el gobierno del resto. Pero como la ciudadanía, harta ya de tamaña tomadura de pelo y desprecio de su dignidad, podría rebelarse contra este status, que le condiciona a aceptar estoicamente cuanto le echan encima, se le suministra desde las más altas instancias de poder, a través de sus servidores mediáticos, los falsos argumentos con los que
hacernos comulgar con ruedas de molino.
Siempre me resultó antipática la teoría económica, y ha sido la necesidad de comprender la que me ha empujado a preocuparme de ella. Pero no hace falta aprobar ni una asignatura para entender lo suficiente como para saber que se hace uso de la misma para conseguir dirigirle la opinión de la gente hacia donde el poder quiere. Las cifras macroeconómicas: el PIB, la tasa de crecimiento económico, los índices bursátiles, la prima de riesgo, la inflación, la inflación subyacente, la deflación, etc, etc, etc, incluso siendo ciertas, no dejan de ser utilizadas por quienes las manejan. No digamos ya las calificaciones de las agencias de “rating”, de las que se sabe que engañan según sus intereses manipulando datos y lo que haga falta.
Solo hace falta observar las bondades que nos anuncia nuestro gobierno, como el tanto por ciento de crecimiento, la creación de empleo o la euforia de las previsiones de los organismos internacionales, como FMI o el Banco Mundial, para comparar observando que en nuestro país cada mes son más las personas que no tienen para vivir o que incluso trabajando viven progresivamente en situación más precaria. Hay más contratos de trabajo, han descendido las cifras del paro, pero no dicen que las horas de trabajo son menores cada año, que estos cacareados contratos son temporales y que no se trata de 8 horas al día, o 35 o 40 semanales, son de 20, de 10 o de menos horas, y que con el contrato de tres o cuatro personas, se cubre el que antes hacía uno solo. No estamos hablando de trileros, se trata de auténticos estafadores a gran escala. Pero la cosa, si no se llega a esta conclusión suena bien, lo aderezamos de algún que otro anuncio demagógico y todo solucionado. Floriano dice que les falta piel, lo que les falta es vergüenza.
Sobre los agentes que inciden en la economía no queda más que fijarse en las elecciones griegas. Bastó que se anunciase que Syriza tenía amplia mayoría en las encuestas para que la bolsa se hundiese; pero como el dinero no tiene escrúpulos, pasados unos días de las elecciones, ya estaban recuperados los índices previos.
Pero el Dragón no es invencible. Empezó a moverse Tsipras y todo el teatrillo del pánico empezó a suavizarse.  A la primera amenaza Grecia no se sumó a la batería de nuevas sanciones a Rusia, dejando con el culo al aire a los chantajistas que apoyan a los golpistas proeuropeos en Ukrania. Al nuevo anuncio de Merkel y sus adláteres de que no iban a ceder ni un paso ante la postura de Varoufakis, aparecieron Rusa y China planteando socorrer económicamente a los griegos. Y ya hasta se están planteando cargarse la troika.
Lo que nos creíamos inamovible empieza a tambalearse. La gran estafa contraatacará, ya se ha visto que no tienen ningún escrúpulo, a pesar de que Tsipras esté ofreciendo renunciar a parte muy importante de lo que el pueblo griego votó en las urnas, por demostrar su poder Merkel y quienes le sujetan los hilos de donde cuelgan ella y los demás políticos siervos están dispuestos a lo que sea. Esto, triste y sangrante, nos enseña que solo desde la resolución de la gente con valor se les puede parar, y  los pies, los griegos están demostrando que SÍ SE PUEDE.

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