Por fin llegó el gran día. Ayer jueves 24 de septiembre se inauguró el puente más alto de Europa y segundo del mundo, aquí en Cádiz. Una construcción que lleva ocho años de trabajo y tres de retraso, ya que se esperaba terminado para el bicentenario de la proclamación de la Constitución de 1812 en las Cortes de Cádiz, y que por esta misma razón se llamará ‘El puente de la Pepa’.
Tras el exagerado pastizal que ha costado su levantamiento sobre la bahía de Cádiz, más de 500 millones de euros, ahora los políticos, de un lado y de otro, se preocupan más de la foto y del ‘bienqueda’ que de que las cosas salgan bien y que esta nueva infraestructura beneficie de verdad a los gaditanos y demás usuarios de esta majestuosa obra que, según cuentan, aliviará el tráfico en una ciudad limitada a lo que tierra se refiere.
El ya emblemático puente Carranza se realizó en dos años, del 1967 al 1969, y ha dado tránsito a miles de millones de vehículos que por trabajo, ocio, o turismo han hecho servir una infraestructura necesaria para no tener que rodear toda la bahía pasando por San Fernando. Está claro que uno de los motivos, a mi parecer, de la construcción de un segundo puente de estas dimensiones ha de ser la mejor fluidez de aquellos que precisan salir o entrar de la tacita de plata para trabajar. A título personal, y sin menospreciar a la Pepa, creo que el puente Carranza hacía ya esta labor, y que si el dinero derrochado hubiera sido invertido en mejorar el transporte público de la bahía todos, al final, saldríamos ganando. Y no digo ni le quito mérito de la gran labor realizada para que la bahía de Cádiz disfrute de mejoras y nuevas incorporaciones que ayuden a crecer a nuestra tierra, solo que a título personal y como usuaria de trenes, autobuses e incluso del catamarán, los horarios que ofrecen estos me resultan bastante limitados.
El actual presidente del gobierno, Mariano Rajoy, inauguró ayer la nueva obra que duerme sobre la bahía de Cádiz, pero no fue él ni los amigos con los que este vino los que lo estrenaron. Recordemos que el pasado mes de agosto pudimos ver a los corredores de la vuelta ciclista a España cruzar por primera vez un puente, que casualidades de la vida, tiene prohibido el paso de personas en bicicleta… esto, al fin y al cabo, es Cádiz. Como todo en esta sociedad en la que vivimos, siempre se puede dar la vuelta a todo y hacer leña del árbol caído, pero la verdad es que ya era hora que se mirara a nuestra ciudad, a nuestra provincia, como referente de arquitectura y de trabajo aunque sea con un toque de humor que para eso estamos en Cádiz.
Y hablando de humor y de guasa gaditana, la última noticia que hemos podido recoger sobre el cartel que puede verse en la salida del segundo puente a la entrada de Cádiz, la de un letrero donde se lee la palabra Cádiz con la tilde desplazada hacia la ‘i’, por lo que aquellos que lleguen a la ciudad desde el nuevo puente podrán regodearse de la metedura de pata de algún iluminado que escribió ‘Cadíz’.
A pesar de los rumores de todo tipo, de las críticas y de los problemas, la obra y el daño ya está hecho, espero de verdad que todo esto no solo favorezca a grandes empresas como El Corte Inglés, sino que por el bien de los que al final pagamos el pato, los que vivimos aquí o los que no, nos veamos recompensados, aunque sea mínimamente, de un puente que conmemora un hito histórico en nuestra nación, que festeja como ya celebraron los que en el año 1812 disfrutaron de una nueva época llena de libertades, derechos y obligaciones… por más que a más de uno se le olvide de vez en cuando.