Se destapó un azulejo que deja clara la importancia de la hermandad portuense
La jornada ayer comenzó muy temprano para los rocieros portuenses en la aldea almonteña y es que por delante quedaba todo un día completo de celebración del 50 aniversario de la refundación de la hermandad. A pesar de que el calor ya hacía un importante acto de presencia al filo de las diez, los piteros portuenses ya entonaban sevillanas rocieras para su Simpecado, y se escuchaban los primeros vivas a la Blanca Paloma y alguna salve cantada.
A las 10.52 horas partía el Simpecado desde la casa hermandad hacia la ermita, al son de repique de las campanas y con un acompañante desde la plaza Doñana, la madrina de la portuense, la Hermandad de Villamanrique. Aplausos, presentaciones de los Simpecados y saludos de las juntas de gobierno dieron paso a la cordial reverencia también a los hermanos y junta de gobierno de Gines, que residen en la plaza citada.
Tras este emotivo encuentro las hermandades de El Puerto y Villamanrique caminaron juntas hasta la ermita, para visitar a la Virgen del Rocio. Fue a las 11.49 horas cuando la hermandad de Almonte diera el permiso preceptivo a ambas para llegar hasta la ermita. Cabe destacar la gran labor realizada por los alcaldes de las dos carretas, puesto que había mucha gente por una y otra ciudad, por lo que costó más trabajo reconducir los dos Simpecados. Lágrimas, emotividad y alabanzas para el trabajo realizado por El Puerto fueron las notas destacadas de este acto especial celebrado este 2009 con motivo del cincuenta aniversario de la hermandad.
Una vez finalizado el acto protocolario de saludos a Almonte, los portuenses caminaron junto a los hermanos de su madrina hacia la casa hermandad de Villamanrique, donde se volvieron a vivir momentos de satisfacción y felicidad, al repique de nuevo de las campañas y bajo un sol abrasador. Fue entonces cuando el Simpecado portuense se dio media vuelta para enfilar el paso hacia su casa, acompañado en todo momento por el presidente de Villamanrique, Juan Márquez, el vicepresidente, José Domínguez y el alcalde, José Solís.
A las 13.15 horas llegaba el Simpecado a casa, siendo recibido por pétalos de rosa y sevillanas rocieras. Acto seguido se descubrió un azulejo con motivo de la festividad celebrada. El hermano mayor, Gonzalo Ganaza, reconoció estar muy contento, y el presidente de Villamanrique insiste en reconocer la antigüedad de la hermandad portuense. Los alcaldes de ambas ciudades también estuvieron presentes en el acto, así como parte de la Corporación portuense. El Simpecado de Villamanrique se llevó un ramo de rosas como regalo de El Puerto.
Sólo destacar un incidente, cuando los colaboradores de Almonte pretendieron que ambas hermandades se desligaran para hacer su camino a la ermita. Todo se resolvió sin problemas gracias a la mediación de Villamanriqu