La coyuntura política se ha espectacularizado y mediatizado tanto que cada día vemos una nueva jugada de cada actor como si fuese una partida de ajedrez y estuvieran luchando por la victoria
Tras las elecciones del 20 de diciembre, si algo quedo claro en este país es que la cosa de dos se ha abierto a cuatro actores. El PP ganó los comicios consiguiendo 123 escaños y 7.200.000 votos, 64 diputados menos y 3.600.000 papeletas menos que en 2011. El PSOE prosiguió con su caída libre desde 2011, culpa de la falta de liderazgo que tiene y de su crisis de identidad, consiguiendo 90 diputados (20 menos que hace cuatro años) y 5.500.000 votos, un 1.500.000 menos que en 2011.
La entrada en la escena nacional de Podemos y Ciudadanos ha revolucionado el paisaje político y el sistema de partidos en este país. La formación de Pablo Iglesias ha conseguido comer un buen bocado, principalmente al electorado de PSOE e IU, y de la abstención sumando 69 escaños y consiguiendo, tanto la marca morada como sus confluencias de Valencia, Cataluña (donde ganó) y Galicia, 5.200.000 votos. Por su parte, la formación de centroderecha Ciudadanos se nutrió principalmente de descontentos de PP y UPyD y los abstencionistas sumando 40 escaños y 3.500.000 escaños.
Desde entonces, llevamos con un Gobierno en funciones y las negociaciones están siendo arduamente difíciles. La coyuntura política se ha espectacularizado y mediatizado tanto que cada día vemos una nueva jugada de cada actor como si fuese una partida de ajedrez y estuvieran luchando por la victoria. O mejor, estamos asistiendo a una especia de Juego de Tronos versión española.
Con Rajoy renunciando a intentar revalidar el trono, el socialista Sánchez lucha por descabalgar a Rajoy y al PP del Gobierno. Sin embargo, sus socios no lo ponen fácil. Pablo Iglesias pone condiciones cuasidacronianas para pactar (vicepresidencia, referéndum, etc.), relegando a un lado su aceptable programa social. El niño mimado del IBEX35 y la derecha en diferido, Albert Rivera, insistiendo en el contrato único (para joder más al trabajador, que quede claro) y insistiendo en un pacto PP-PSOE- C's. Rajoy, el líder del PP, ni está ni se le espera y vuelve a hacer gala, una vez más, de su indolencia y su falta de iniciativa política. Sánchez, sin embargo, es el aspirante que lo tiene mejor pero a la vez peor en un futuro. Llegar al trono de Moncloa gracias al apoyo de su histórico rival, el PP, es el suicidio del PSOE. Unas nuevas elecciones también sería el suicidio del PSOE, puesto que se produciría el sorpasso por Podemos. Gobernar con Podemos también puede ser peligroso pero: ¿Y si no lo es? Muchos medios de la derecha critican ferozmente a Pablo Iglesias pero: ¿critican con razón y peso?
Y, con todo esto, seguimos sin Gobierno. Y seguiremos viendo, desde los medios, como se desarrolla el Juego de Tronos versión ibérica.